El estreno del doble episodio de la quinta temporada de This Is Us es quizás uno de los únicos momentos de la ficción televisiva de este año que dio cuenta del nuevo mundo en el que vivimos. No solo aparece la mención a la pandemia sino que podemos ver el desfile de todos los protocolos de cuidado que inundaron nuestras vidas, como el tapabocas, el alcohol en gel y el distanciamiento social. Desde los primeros minutos, las referencias al covid-19 surgen como una curiosidad, «el asunto del virus» como lo llama Kevin (Justin Hartley), para luego escalar en los contagios públicos (la noticia del contagio de Tom Hanks se convierte en una de las permitidas notas de humor en relación al tema) y el inevitable impacto de la enfermedad en el desarrollo de la vida cotidiana. El episodio no ahonda en explicaciones ni detalles ya conocidos por un espectador que vivió este 2020 de primera mano, pero no elude el contexto y lo integra hábilmente al desarrollo de la vida de los Pearson.
El segundo tópico de este año que invade la ficción creada por Dan Fogelman es el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis y el consiguiente despegue de los movimientos de protesta bajo la consigna Black Lives Matter en las principales ciudades de Estados Unidos. Aquí el suceso conmueve de cerca a Randall (Sterling K. Brown), cuya identidad íntima y social se pone en juego a lo largo de todo la historia. Nuevamente, Fogelman esquiva cualquier subrayado del tema, más allá de las noticias en las pantallas o de los comentarios en mensajes de texto, y se concentra en el trasfondo del debate, en cómo los sucesos públicos impactan en la vida de los personajes, les permiten replantear cuestionamientos dormidos, revisar percepciones naturalizadas. This Is Us siempre conjugó la vida íntima de sus personajes con el mundo en que vivían, y aquí lo hace con el equilibrio que requiere este peculiar presente.
Volviendo al comienzo del episodio, la historia se inicia donde la dejamos en el final de la cuarta temporada. Las palabras de enojo de Kevin cuando aseguraba que lo peor de su vida había sido la adopción de Randall por parte de la familia Pearson instalan el clima de frialdad que presidirá el festejo del cumpleaños número 40 de los tres hermanos. Mientras tanto, la noticia del embarazo de Madison (Caitlin Thompson) parece ser el único motivo de alegría para Kevin: comunica a Kate (Chrissy Metz) que va a ser padre de mellizos, se muda al cuarto de huéspedes de la casa de Madison para transitar juntos el encierro durante la pandemia, revive el recuerdo de su padre en esa nueva experiencia que aleja los más temidos fantasmas. La noticia le llega Randall e impulsa el intento de una reconciliación, pero todo se resuelve en un cruce de mensajes de felicitación apenas con la justa cortesía.
Es que la vida de Randall no parece tan promisoria. This is Us utiliza al personaje como pivot de todas las reflexiones del doble capítulo y también como el eje sobre el cual retomar las dos tragedias que presidieron su llegada al mundo: la pérdida del tercer hijo biológico de los Pearson, que motivó su adopción, y los hechos fatídicos en la vida de William (Ron Cephas Jones/Jermel Nakia) y Laurel (Jennifer C. Holmes), sus padres biológicos, que motivaron el abandono. Como siempre ha caracterizado a la narrativa de la serie, el pasado encuentra su reverberación en el presente, y toda la historia del nacimiento de los hermanos Pearson se reescribe en la noticia de los mellizos de Kevin, en las tensiones raciales que dispara la crisis nacional, en los recuerdos de aquel padre perdido cuya presencia regresa una y otra vez.
Pero Randall también debe lidiar con problemas más mundanos, como le cuenta a la doctora Leigh (Pamela Adlon), su terapeuta, ahora vía Zoom. Como concejal de la ciudad de Filadelfia tiene que tomar decisiones económicas difíciles, afrontar las restricciones presupuestarias y el cese de personal de la administración, al mismo tiempo que el estudio de danza de su esposa Beth (Susan Kalechi Watson) afronta serios inconvenientes financieros. De manera casi irónica, el ensayo clínico que iba a realizarse Rebecca (Mandy Moore) debido a su enfermedad se pospone por las suspensiones que origina la pandemia, y de aquella iniciativa solo queda la tensa discusión con Kevin por la salud de su madre y los remordimientos por las cuentas pendientes del pasado. Randall decide celebrar sus 40 alejado de los Pearson pero un llamado de Kate debido al extravío de Rebecca mientras realizaba unas compras lo pone de nuevo en camino al encuentro familiar.
Esa mañana, Kevin y Madison visitan el hospital, con todos los protocolos mediante, debido a una caída que parece poner en peligro a los mellizos. Finalmente, como todo no resulta más que un susto, el episodio sirve para unir a la pareja y proyectar un horizonte de encuentro. Al regresar, Kate revela su preocupación por el paradero de Rebecca y confiesa el llamado de auxilio a Randall. Rebecca aparece, aturdida por la visión de William en la calle, casi como un anuncio de sus propios remordimientos. La llegada de Randall no termina de derretir el hielo con Kevin, las conversaciones son apenas correctas, los intentos de acercamiento tibios y entrecortados. Randall descubre que el desvarío de su madre fue un efecto secundario de la medicación para la alergia y decide regresar a la ciudad para celebrar su cumpleaños con Beth y sus hijas. La conversación con Kate a la salida es uno de los momentos más emotivos del episodio, no tanto por lo que se dice sino por lo que se intuye en sus silencios. Allí asoman la experiencia adolescente del racismo en el pasado de Randall, el descubrimientos de Kate de aquellos temas invisibilizados, el hallazgo de ambos de todos lo que los une y también los separa.
This is Us entreteje cada uno de sus momentos con los sucesos de un día similar, cuarenta años antes. El embarazo conflictivo de Laurel debido a sus pasadas adicciones desemboca en un parto en casa, en el deterioro de su salud, la llegada de los paramédicos, el final tan temido. William escapa con el bebé: lo vemos viajar por la ciudad, evocando los días en que se conocieron, cuando era felices, cuando ese mundo en los tardíos 70 era hostil en la calles pero reconfortante en las ambiciones de lucha. Lo vemos dejar a su hijo en la estación de bomberos, seguir su pista hasta el hospital, despedirse a través del vidrio. Como obra del azar y de la astuta escritura de Fogelman, su camino se cruza con el de Jack (Milo Ventimiglia), quien había llegado con Rebecca al hospital para el parto, cargado con la ansiedad de todo padre primerizo, con esos miedos y alegrías que ya vimos tantas veces. Los dos vértices de la historia de Randall se entrelazan en los sucesos de ese origen, en esos huecos que todavía pesan en los dilemas de su presente.
Entre los sinsabores que trajo el distanciamiento por la pandemia y la crisis familiar de los Pearson, Kate y Toby (Chris Sullivan) reciben una buena noticia de la agencia de adopción: el posible encuentro de un hermanito para el pequeño Jack. El buen humor inunda la cabaña tras la recuperación de Rebecca, la noticia de la buena salud de los mellizos de Kevin y Madison, la emotiva conversación entre Toby y Miguel (Jon Huertas) sobre el futuro y su inevitable incertidumbre, sobre la única seguridad posible que consiste en ir paso a paso, en transitar las dudas con honestidad y entereza. En ese sentido, llega el otro de los momentos emotivos de este doble episodio: la conversación que mantienen Randall y Beth al final del día. «Son las tragedias las que definen nuestras vidas», le susurra Beth. De esa tragedia de su nacimiento, de la tristeza y la pérdida, Randall se ha convertido en el hombre que es en el presente. «Eres un hombre resiliente. Este es un mundo resiliente. Al fin y al cabo, vamos a seguir luchando». Las palabras escritas por Fogelman no eluden su referencia a la situación del mundo, a la necesidad de resistir aún frente a la incertidumbre, a la certeza de permanecer en la lucha. Es quizás una de las declaraciones más directas sobre el presente que haya hecho la serie a lo largo de todo su recorrido.
Y para concluir no podía faltar la vuelta de tuerca, el esperado descubrimiento. En los últimos minutos del episodio vemos a los paramédicos asistir a Laurel mientras William sale con el pequeño Randall en brazos. Parece que las esperanzas están perdidas, pero uno de ellos percibe el pulso, tenue e intermitente. La cámara se acerca al rostro de Laurel y la irrupción de un grito ahogado parece devolverla a la vida. ¿Está viva la madre biológica de Randall? Esa pregunta parece instalar el itinerario de esta nueva temporada, la respuesta la descubriremos a lo largo del camino.
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