Mario Brenna, un fotógrafo italiano, captó una de las fotografías que cambiaría la vida de la princesa Diana y una de las últimas que el mundo vería antes de su muerte en 1997, puesto que fueron publicadas en periódicos de muchos países.
La princesa Diana y Dodi Fayed compartieron un momento romántico en el yate Jonikal, situado en el Mediterráneo.
El descubrimiento del yate por parte de Brenna ha generado diversas teorías. Annie Sulzberger, jefa de investigación de un programa, menciona que «hay unas cuantas teorías sobre cómo Brenna consiguió encontrar el Jonikal», aunque la más plausible parecía ser la filtración de la ubicación del yate por parte de un empleado de Al-Fayed.
Sin embargo, Brenna desmiente esta teoría, calificándola de «absurda y completamente inventada». Afirma que su presencia en Cerdeña era habitual para fotografiar a famosos, y que encontrarse con Diana y Dodi fue simplemente un «gran golpe de suerte».
La fotografía clave se tomó el 1 de agosto de 1997, cuando Brenna se aproximó al yate de Diana, confundiendo inicialmente a una mujer rubia con una conocida. Bruno Malka, agente de Brenna en aquel entonces, comentó que Brenna conocía el yate, pero no sabía que Diana y Dodi estaban a bordo. Después de descubrir a la pareja, Brenna pasó días vigilando el barco, logrando capturar varias fotografías a pesar de las dificultades ocasionadas por la neblina.
El Sunday Mirror publicó una de estas fotos el 10 de agosto, provocando un fenómeno que llevó a más de 2000 fotógrafos al Mediterráneo, según Jason Fraser, otro fotógrafo británico. Brenna, obtuvo aproximadamente 2.1 millones de dólares por las fotos de la pareja. Sin embargo, la trágica muerte de Diana y Dodi poco después generó un debate sobre la ética de los paparazzi.
Brenna, quien ahora reside cerca del lago Como en Italia, sigue fotografiando a celebridades, aunque lamenta el impacto de las redes sociales en su profesión. Defiende su trabajo argumentando que las imágenes eran legales, ya que «se tomaron al aire libre, en un lugar público».
Además, se mantuvo en silencio sobre el incidente hasta que los hijos de Diana llegaron a la mayoría de edad, y aunque se siente triste por la idea de que sus imágenes pudieran haber contribuido a la persecución de Diana y Dodi, sostiene que «si no hubiera sido yo, seguro que otra persona habría captado esas imágenes».