En medio de la crisis que atraviesa el país, mucha gente ha optado por asistir al teatro como una manera de alejarse por un momento de la realidad. Sin embargo, poco se conoce sobre la travesía que implica el montaje de un espectáculo, que debe enfrentar obstáculos como los bajos costos de las entradas, un problema que no permite recuperar la inversión de la producción.
«Siempre los gastos de producción son elevados, pero las entradas deben estar a un precio accesible para el público», comentó Ángel Rey, productor de La empresa perdona un momento de locura, obra que obtuvo el segundo lugar en el 4to Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural.
«En este momento recuperar una inversión de cualquier producción, aunque sean requerimientos mínimos, es casi imposible», indicó la productora Jorgita Rodríguez.
Las ganancias de cada producción dependen de la venta de entradas, que en Caracas van desde Bs 72.000 bolívares hasta Bs 600.000. La mayoría de los teatros de la ciudad trabajan bajo la modalidad 50/50, es decir, que el teatro se queda con 50% de lo recolectado en taquilla y la producción con el otro 50%. El porcentaje de la producción se debe dividir entre actores, director, derechos de autor, impuestos municipales, entre otros gastos.
El productor teatral Douglas Palumbo considera que con una entrada en Bs 100.000 recuperar lo invertido es muy difícil. “Para recuperar los 40 millones invertidos en mi última producción, Los Ángeles Terribles, necesitaría cuatro o cinco meses en sala”.
Para Rodríguez, económicamente resulta mejor invertir en un stand up comedy, pues «un banquito, un micrófono, un lugar, una luz y un comediante con excelentes rutinas recauda más. Los precios de las entradas a los stand up’s son más elevados por las personalidades que realizan el show”.
«La gente acude al stand up pues, en teoría, tiene garantizado el momento de distracción. En cambio una obra de teatro, además de requerir una producción más compleja, supone un elenco de dos o más actores. Es para un público distinto», agregó.
Stand up comedy del Profesor Briceño, producido por Jorgita Rodríguez (Foto: Cortesía)
Palumbo coincide en que es más factible invertir en comedia. “No es lo mismo llenar una sala de teatro con un stand up comedy que con un clásico del teatro”.
Para la productora los precios de las taquillas han quedado “totalmente atrás al cruzarla con la inflación”. “En cualquier lugar del mundo el precio mínimo de entrada al teatro es de 10 dólares y en Venezuela la más costosa no llega a 1 dólar”.
El productor de obras infantiles Williams Castellano asegura que el valor mínimo de las entradas debe ser de Bs 150.000.
Actores que trabajan por amor
El pago de los actores siempre dependerá de la recaudación en taquilla que obtenga la obra, el precio de la entrada y la cantidad de actores implicados en el montaje.
“El pago de los actores generalmente va asociado al resultado económico de la taquilla, pero libres de inversión de producción. La retribución económica depende de cómo responda la taquilla. El trabajo de los actores no es retribuido como ellos lo merecen, en este país, donde la moneda se devalúa, los actores nunca obtendrán un buen sueldo”, explicó Rodríguez.
El actor Raoul Gutiérrez dijo que Venezuela carece de gremios de actores. “En otros países pagan por audición, por ensayo, por cantidad de personajes y por tiempo invertido. En Venezuela el trabajo de un actor no se está respetando”.
A pesar de la situación, Gutiérrez sigue firme en su convicción de hacer teatro por lo que este arte en sí significa. “El teatro nunca va a morir porque cuenta la historia de la humanidad, de los que hacemos y podemos trasmitir y llegar a las almas de las personas que están sentadas en las butacas”.
Asegura que seguirá haciendo teatro porque la considera “la mejor escuela de actuación”.
Djamil Jassir y Patty Oliveros en La empresa perdona un momento de locura, producida por Ángel Rey (Foto: Instagram)
¿Qué sala abrirá la puerta?
Otra travesía importante a la que se enfrenta un productor de teatro es la búsqueda de salas para presentar sus obras.
No todas las producciones son aceptadas en la mayoría de los teatros venezolanos, que toman en cuenta la trayectoria del grupo y el tipo de espectáculo.
Rodríguez afirmó que si las salas son solicitadas con tiempo y se presenta un buen proyecto, se puede conseguir el espacio, pero cuesta que a los grupos con menor experiencia en el ámbito se les apruebe un espacio.
Castellano habló sobre la venta de funciones privadas, lo que resulta más beneficioso porque una empresa compra una función completa para sus invitados.
“Hay pocas salas de teatro. Todo depende de la gerencia. No todo proyecto es apropiado para todas la salas”, dijo Rey.
La sala también influye en el resultado final: no es lo mismo presentarse en una sala con 100 asientos que en una con 200.
Hansel y Grettel, obra infantil producida por Wulliams Castellano (Foto: Cytproducciones)
Por qué seguir produciendo en Venezuela
Rodríguez también produce en otros países, como Chile o Estados Unidos, sin embargo, no ha pasado por su cabeza abandonar Venezuela.
«El esfuerzo de producir teatro es mi compromiso para seguir haciendo algo totalmente necesario por y para Venezuela. No me planteo una huída y con ella la clausura de mis producciones acá. Los malos tiempos pasarán y mientras sobreviva el arte, habrá esperanza», concluyó Rodríguez.
Rey considera que el teatro es “un espacio que nos llena a todos, nos distrae, nos hace olvidarnos de la realidad por más o menos una hora. Soy fiel a que el teatro es salvación”, reflexionó.
Palumbo está considerando parar por un tiempo la producción porque no la considera “rentable”, no obstante, afirma que el teatro siempre será un espacio de “reflexión”, algo que no se puede dejar a un lado.
Al finalizar una obra, el público también paga con sus aplausos. El telón se cierra y con él termina un espacio catártico en el que las preocupaciones pudieron ser olvidadas aunque sea por un rato; y una vez que se apagan las luces, la lucha de los trabajadores del teatro continúa y la angustia sigue persistiendo.