La estrella del pop estadounidense Taylor Swift cerró el martes en el estadio Wembley de Londres una descomunal gira europea de tres meses en la que se dieron cita cientos de miles de seguidores suyos.
«Swiftonomics»
Antes incluso de llegar a Europa, The Eras Tour ya se había convertido en la primera gira de la historia en vender más de 1.000 millones de dólares en entradas. Pero las repercusiones económicas van mucho más allá de las ventas de tiques.
Los precios de los hoteles de las ciudades por las que pasó Taylor Swift se dispararon. En Estocolmo, adonde acudieron unos 120.000 «swifties» en mayo, los precios de las habitaciones de hotel aumentaron «cerca de un 295%», según dijo a AFP la Cámara de Comercio sueca.
En Madrid, los dos conciertos de la superestrella inyectaron 25 millones de euros (27,7 millones de dólares) en la economía local.
Y en el Reino Unido, el banco Barclays previó que la gira impulsaría la economía en casi 1.000 millones de libras esterlinas (1.170 millones de euros, 1.300 millones de dólares), en un estudio titulado «Swiftonomics».
La tierra tiembla
Los fans de Taylor Swift no son los únicos que siguieron de cerca los conciertos, también lo hicieron los sismólogos.
En Lisboa, en mayo, los conciertos desencadenaron una actividad sísmica que se detectó a en un radio de hasta seis kilómetros alrededor del estadio.
Y en Edimburgo, según el British Geological Survey, las sacudidas fueron especialmente fuertes durante las canciones «Cruel Summer», «Champagne Problems» y «Ready for It?». Durante esta última, la muchedumbre de la capital escocesa provocó una potencia de unos 80 kilowatios, el equivalente a unas 6.000 baterías de coche.
Un atentado frustrado
Los tres conciertos que debían celebrarse en Viena fueron cancelados a principios de agosto al descubrirse un proyecto de atentado suicida. Según el canciller Karl Nehammer, conservador, se evitó «un baño de sangre».
El principal sospechoso, de 19 años, había jurado lealtad al grupo yihadista Estado Islámico (EI) y «confesó», según los servicios de inteligencia.
Un día después de que se anunciara la cancelación, cientos de «swifties» se congregaron en varios lugares de Viena, improvisando un concierto frente a la catedral de San Esteban o intercambiando las famosas pulseras de la amistad, algo que suelen hacer los seguidores de Taylor Swift.
Apuñalamiento
El 29 de julio, tres niñas que asistían a una clase de baile inspirada en Taylor Swift en Southport, en el noroeste de Inglaterra, murieron apuñaladas. El ataque derivó en una semana de violencia racista e islamófoba en el Reino Unido.
En Instagram, la estrella dijo estar «completamente en shock».
Según la revista Rolling Stone, la artista conoció a dos supervivientes del ataque durante uno de sus conciertos de Londres.
Sus seguidores recaudaron unas 400.000 libras esterlinas (470.000 euros, 520.800 dólares) para las víctimas.
«Tay-gating»
Incluso sin entrada, muchos de sus admiradores acudieron en masa, a veces disfrazados, a las inmediaciones de los estadios para intercambiar pulseras y escuchar los conciertos desde fuera, una práctica que se conoce como «Tay-gating».
En Madrid, 50.000 personas se concentraron en una colina cerca del estadio las dos noches de concierto, según Taylor Swift. La policía recibió decenas de quejas de los vecinos, que se quejaban del ruido proveniente del estadio Santiago Bernabeu, recientemente reformado para acoger conciertos.
En Londres y Ámsterdam, en cambio, las autoridades instaron a los «swifties» a evitar el «Tay-gating», en nombre del descanso de los vecinos.