Hay que ser un director valiente para hacer una comedia sobre un niño nazi de 10 años de edad y su amigo imaginario, Adolfo Hitler. Y uno aún más atrevido para interpretar al «Führer» vestido con bigote y cruz gamada.
Taika Waititi dijo que estaba decidido a usar el humor para abordar el fanatismo y el fascismo en Jojo Rabbit, que se estrena esta semana en Estados Unidos.
«Han pasado 80 años desde que Charlie Chaplin hizo El gran dictador. No diría que es demasiado pronto», dijo el cineasta neozelandés, de origen judío y maorí, en una conferencia de prensa en Beverly Hills.
«Sigue la tradición de algunas personas muy inteligentes que sí tenían algo que decir. Usaban la comedia, que en mi opinión es una de las herramientas más poderosas contra la intolerancia y contra regímenes y dictadores», añadió el director de Thor: Ragnarok.
El filme, protagonizado por Scarlett Johansson, retrata la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos de un pequeño alemán (Roman Griffin Davis) que ha sido adoctrinado por la juventud nazi. Está consternado tras descubrir a una joven judía que vive en su ático.
El joven Jojo, que nunca había conocido a un judío, inicialmente la ve con temor y repugnancia. Pero al enterarse de que su madre (Johansson) la acogió en secreto, con un riesgo inmenso, se ve obligado a pasar tiempo con ella.
Esta «sátira antiodio» comenzó a trabajarse en 2011, cuando la madre de Waititi le recomendó por primera vez la novela El cielo enjaulado, en la que se basa la película.
Su lanzamiento llega en medio de un incremento de déspotas y populistas de extrema derecha en todo el mundo, dijo Waititi. «No había tantos nazis en esa época», comentó, refiriéndose a la primera vez que comenzó el proyecto. Ahora, asegura, se siente relevante.
«Vente a 2019, cuando esta película sale, hay un aumento de neonazis y grupos de odio. La intolerancia y el odio están en aumento, así como la gente que lo promueve», siguió.
«Audaz»
Jojo Rabbit podría emular a La vida es bella de 1997, otra película de temática nazi polarizante que se llevó tres premios de la Academia.
Y aunque recibió críticas poco entusiastas, entró en la contienda de los Oscar al ganar el Festival de Toronto.
El galardón, decidido por el público, ha sido un indicador fiable para el premio más importante del cine, como ocurrió con Green Book, El discurso del rey y Slumdog Millionaire.
Los asistentes al festival ignoraron las preocupaciones de los críticos sobre la estética caricaturesca y «hipster» de la película, y la polémica representación en pantalla de un Hitler infantil e idiota, producto de la imaginación lavada del joven.
Waititi dijo que en un principio no quería interpretar al personaje de Hitler, que acosa a Jojo para delatar a la chica judía, pero lo hizo a petición de Fox Searchlight, el estudio que compró la película.
«La principal forma de describir ese papel es vergüenza», indicó el cineasta. «Sentía vergüenza la mayor parte del tiempo, de estar vestido así».
Pero valió la pena, dijo Waititi, ya que tener a una conocida estrella de Hollywood en el papel habría desviado la atención de la verdadera preocupación de la película: el impacto de la guerra y el fascismo en las mentes jóvenes e inocentes.
Johansson, la actriz mejor pagada del mundo, se incorporó como la madre de Jojo. Su interés despertó después de que su compañero en la saga de superhéroes de Marvel, Chris Hemsworth, le mostró el guion de Waititi.
«Estaba llena de extravagancias y aspectos infantiles, pero también era realmente conmovedora y fuerte», dijo Johansson.
Stephen Merchant, el cocreador de la serie The Office y que interpreta a un siniestro capitán de la Gestapo, dijo que le pareció «audaz» hacer la película en un momento en que el cine convencional es quizás un poco más conservador o menos arriesgado.
«Eso hay que aplaudirlo», añadió.