El pasado 29 de junio cerró la puja virtual por más de 70 piezas de 62 artistas venezolanos en la tradicional subasta de la Sala Mendoza. Pero hasta el 22 de julio podrán apreciarse diferentes pinturas, collage, fotografía, cerámica, artes gráficas y dibujos que conforman cuatro momentos de la trayectoria de un artista en la sala ubicada en la Universidad Metropolitana (Unimet).
Esta subasta ocurrió de la mano con la Galería Henrique Faria de Nueva York, y con la participación de las galerías caraqueñas Carmen Araujo Arte, Abra y Galería Beatriz Gil.
La Sala Mendoza, con esta Subasta en su edición 74, convirtió su espacio central en una gran exposición colectiva de arte venezolano. Así, en un mismo lugar, coinciden los referentes mundiales del siglo XX, maestros del arte contemporáneo activos, artistas a mitad de carrera y jóvenes creadores.
Los fondos recaudados por la subasta -de acuerdo con la directora de la Sala Mendoza, Anacristina Tkachenko- están destinados a los propios artistas, al Centro Documental, el Premio Eugenio Mendoza, los programas formativos y a los demás eventos y propuestas de este espacio para el arte venezolano que en 2023 suma 67 años reflejando el arte de su tiempo.
Cultivar el coleccionismo en Venezuela
Un año después de su creación en 1956, la Fundación Sala Mendoza (organización sin fines de lucro) se consolidó como la primera institución de arte del país en ofrecer una subasta al público. Desde ese momento, y como parte de su misión, dedicó parte de sus esfuerzos a crear una cultura de coleccionismo en el país.
Y tendría sentido: a partir de ese año comenzó una bonanza económica en Venezuela que demoró cerca de cuatro décadas en ralentizarse (a inicios del siglo XXI). De hecho, recién el año pasado la Sala Mendoza retomó su subasta con la edición 73 luego de una pausa de varios años.
Para Tkachenko, el compromiso de la Sala Mendoza con el coleccionismo es total. Y cada subasta es una oportunidad para que coleccionistas consagrados e instituciones consigan obras a precios competitivos. Esto último se debe a que es la Sala Mendoza quien lleva adelante el proceso de negociación con los artistas (o galerías). Sin embargo, Tkachenko recalca que es una gran oportunidad para aquellos que se inician en este mundo.
«Una de las grandes dudas que tiene una persona para adquirir por primera vez una pieza es ¿qué debo hacer? ¿Cómo adquirir una obra? ¿Será un artista renombrado? ¿Qué proyección tendrá? ¿Estoy invirtiendo bien? Todas esas dudas disminuyen si tú estás comprando una pieza que está dentro de una subasta curada, que tiene el respaldo institucional de la Sala Mendoza y además la experticia de la galería Henrique Faría Fine Art. Nosotros somos los primeros en asesorar a alguien que viene a la sala; le explicamos quién es el artista, de qué generación es. Esa es la diferencia. Y es un acompañamiento al coleccionista tradicional, pero también para quien se inicia», aseguró Tkachenko.
De acuerdo con la directora, lo que los diferencia de otras subastas es la posibilidad de que el comprador se encuentre directamente con el artista durante la inauguración de la exposición. Así, incluso, se podría conversar sobre la pieza que le interesa al comprador. Lo cual no es común. «Es una manera muy cercana de ver el arte. Y que además le quita muchos de los prejuicios que la gente tiene a la hora de invertir en arte y arte contemporáneo. Pero más allá, tienes a artistas a mitad de carrera, a emergentes que están allí para conversar. Y es una aproximación sensorial, subjetiva, que vale mucho a la hora de comprar una pieza», agregó la directora.
La compra de arte en la Venezuela de 2023
Para Tkachenko el momento que vivimos es uno particular. Y para entenderlo la Sala Mendoza enfatizó en la divulgación de lo que implica ser coleccionista, nuevas fórmulas de inversión y el momento actual del mercado del arte venezolano.
«Quizás es muy pronto, venimos de tiempos muy duros. Y de esos tiempos, una de las actividades que más sufre es el mundo del arte. Vemos ahora cómo hay una efervescencia de actividades que hemos visto este último año. Por ejemplo, la rotación y cantidad de exposiciones -donde casi no da tiempo de verlas todas- y hay una especie de aumento en las actividades culturales y propias del mundo del arte. Creo que tomará tiempo para que esa efervescencia pueda reflejarse en el mercado del arte. Ahora estamos retomando esa dinámica que había estado muy aletargada por mucho tiempo», dijo.
Luego, Tkachenko recordó que muchos de los grandes coleccionistas venezolanos se formaron en la década de 1970 y 1980. «Son personas que tienen ya 70 u 80 años con colecciones consolidadas. Siguen teniendo la pasión, pero no es el mismo ritmo de adquisición. Entonces, todo está en formar nuevas generaciones. Porque además coincide con momentos difíciles de la economía del país y la decisión de comprar una obra quizás no era la más acertada si tenías otras necesidades que cubrir. Apostamos en la educación sensible y, a partir de allí, entender que el arte es muy diverso y que no hace falta tener una fortuna para empezar», recalcó.
«Tiene que haber una conexión. Se trata de invertir porque una obra te produce placer, te da satisfacción. Y si se hace la inversión acompañado, con el artista o desde una institución de reputación, esa inversión se revaloriza en el tiempo. ¿Por qué no apostar por un artista joven? ¿Por qué no apostar por el arte que es una forma de pensamiento que nos aproxima de manera distinta a la realidad? Para mí se trata de la esencia, lo que nos caracteriza como personas. Y la posibilidad de acompañarse con la obra correcta es invaluable», puntualizó.
Por otra parte, la coordinadora de la Sala Mendoza, Verónica Liprandi, afirmó que, desde el punto de vista financiero, las obras de arte están desvinculadas de la bolsa. Y esto es favorable para los inversionistas que deseen diversificar su portafolio de inversiones.
Artistas con un lenguaje consolidado
Liprandi continuó explicando que apostar por los jóvenes artistas no implica que sean desconocidos. Al contrario, son creadores con un lenguaje ya consolidado. Y, para un inversionista, es una compra con una inversión baja. «Por un lado es una apuesta: una pieza que te gusta, que te llama la atención y que puede revalorizarse mucho en el futuro. Hay que tener paciencia, pero puede ser un gran retorno. Pero, dentro de nuestra subasta, como ya está curada, tiene un primer impulso que te dice ‘no podemos asegurar que el artista va a llegar lejos, pero sí tienen un gran talento’. La sala te da ese aval institucional de todo el conocimiento que tienen potencial», agregó.
La Subasta #74 tiene una cualidad que la directora de la Sala Mendoza resaltó. Y es que convoca a 62 artistas de más de un siglo del arte venezolano. Desde los maestros más consagrados como Carlos Cruz-Diez, Gego, Jesús Soto, Alejandro Otero, Mercedes Pardo, Harry Abend, Gerd Leufert, Margot Römer, Francisco Salazar y William Stone Reverón.
Luego con maestros como Sigfredo Chacón, Jorge Pizzani, Carlos Zerpa, Pepe López, Isabel Cisneros, Magdalena Fernández, Mercedes E. González, Luis Lizardo, Ana María Olalde, Max Pedemonte, Adrián Pujol, Pedro Terán y Daniel Reynolds.
Además, la subasta convoca a artistas a mitad de carrera: Alexander Apostol, Jaime Gili, Dulce Gómez, Sheroanawe Hakihiiwe, Suwon Lee, Diana López, Luis Molina-Pantin, Lucía Pizzani, Luis Romero; Ana Alenso, Luis Arroyo, Emilia Azcárate, Juan Pablo Garza, Ramsés Larzábal, Esperanza Mayobre, Daniel Medina, Esmelyn Miranda, Leonardo Nieves, Jorge Pedro Nuñez, Juan José Olavarría, Luis Salazar y Tony Vásquez Figueroa.
Y jóvenes artistas como Génesis Alayón, Rafael Arteaga, Ángel D’Leiva, Jonathan Lara, Dianora Pérez, Analy Trejo, Malu Valerio, Leonardo Almao, Freddy Castro, Manuel Eduardo González, Jonathan Lara, David Molina-Molina; Eduardo Vargas Rico y Manuela Zárate.
Lo que le espera a la Sala Mendoza para 2023
De acuerdo con Anacristina Tkachenko, la Sala Mendoza ya tiene las próximas muestras establecidas. Para septiembre, por ejemplo, dedicarán todo el mes a la fotografía. Se trata de un bloque que, además de la sala de exposiciones, convoca a los diferentes programas formativos e, incluso, la evaluación de portafolios. «Este gran bloque fotográfico lo estamos haciendo en alianza y con apoyo de El Archivo, que ha sido un aliado tradicional desde unos cuantos años atrás», aseguró la directora.
Entonces, lo primero para la Sala Mendoza es el visionado de fotografías (en su segunda edición). La convocatoria para participar será anunciada en julio y contará con la participación de Ricardo Gómez Pérez como jurado. Y de la selección se expondrán durante un año a los fotógrafos en el Centro Documental de forma rotativa.
Posteriormente expondrán a Luis Cobelo, quien reside en San Francisco, Estados Unidos. «Es uno de los fotógrafos venezolanos contemporáneos de mayor proyección y renombre. Tiene además un trabajo por el que es muy reconocido, los fotolibros, una de sus formas de expresión más constante. Y, de manera simultánea, presentarán la obra de Santiago Escobar Jaramillo, un fotógrafo y docente colombiano, quien además, dictará un taller de fotolibro dirigido a fotógrafos y diseñadores».
Finalmente, la Sala Mendoza revisará sus archivos para exponer la obra de tres artistas internacionales que se presentaron en la sala de exposiciones en la década de 1990: Sophie Calle, Andrés Serrano y Tony Catán.