A los 62 años de edad, Sharon Stone no tiene nadie quien la frene. La actriz, que sigue en busca de su reinvención en un Hollywood que la descubrió tarde y que no la trató demasiado bien, se encuentra promocionando su regreso a las pantallas en la serie Ratched, la precuela de la mítica Atrapado sin salida que Netflix estrena este viernes 18 de septiembre. En una de esas entrevistas la protagonista de Bajos instintos se mostró algo nostálgica sobre cómo antes surgían las relaciones entre los hombres y las mujeres. «Me di cuenta de que ya no te silban por la calle. Era muy divertido poder silbar y coquetear, aunque ahora eso ya pasó», dijo a The Telegraph Magazine quien es una gran activista y defensora del movimiento Me Too.
Stone aseguró que hay luchas importantes que llevar a cabo dentro del feminismo, pero restó importancia a algunos actos hoy denunciados por parte del colectivo. «Francamente no me molesta que me digan ‘cariño’ o me den una palmada en el trasero. […] Tal vez es porque tengo 62 años y pasé por tanto que soy capaz de resolver lo que realmente necesita mi atención», y añadió: «A veces puede ser algo pequeño, una mirada o un gesto y simplemente tienes que pasar o reírte, pero otras veces tienes que ponerte firme».
La apariencia
Una actitud que la actriz no dudaría en repetir si se diera el caso, pero ahora observa muchos de esos aspectos desde la perspectiva que le fue dando la edad y la experiencia. Nominada al Oscar y ganadora de un Globo de Oro por Casino, reflexiona también sobre la importancia de la belleza en Hollywood. En su opinión, la apariencia física no importa, es «una enorme y estúpida mentira». «No te das cuenta de lo mucho que la apariencia importa hasta que empiezas a perderla», expresó. Algo que los años también le enseñaron a mirar de otra manera. «Ya no me importa que otras personas me digan cómo está mi cara o mi cuerpo. No tienes que seguir siendo una chica bonita siempre, tenemos que empezar a lidiar con el hecho de que es genial ser una mujer adulta e inteligente. Si tu pareja no entiende eso, no deberías estar con él», remarca la actriz, que realiza 30 sentadillas al día para mantenerse en forma.
Stone se casó en tres ocasiones. La primera vez que pasó por el altar fue con el director y productor Michael Greenburg, en 1984. El matrimonio duró solo tres años y el divorcio se efectuó en 1990. Después se casó con el productor de televisión William J. MacDonald, cuya relación finalizó al año siguiente. Se llegó a comprometer con Bob Wager, el segundo asistente de dirección en su película Rápida y mortal, pero pronto le devolvió el anillo. Lo hizo por correo. Su tercer matrimonio duró seis años. Fue con el periodista Phil Bronstein, con quien adoptó a su hijo Roan, de 19 años de edad. La actriz, que tiene otros dos hijos adoptivos, Laird, de 14 años, y Quinn, de 13 años, sigue soltera pese a sus intentos frustrados de encontrar el amor en las aplicaciones de citas. Cuenta que guarda anécdotas como para poder escribir un libro -en una ocasión le llegaron a bloquear su usuario pensando que se trataba de un perfil falso-, sin embargo considera que este tipo de conexión a través de estas webs no permiten desarrollar una química real entre las parejas. «La verdadera química, ese escalofrío que sientes en el estómago, eso ocurre en el aire, no en un sitio forzado. Y la gente se está volviendo socialmente inepta debido a estas plataformas», concluye.