Incómoda, compleja y muy criticada, Atracción fatal llegó a los cines en 1987 y no dejó a ningún espectador indiferente: la cinta de Adrian Lyne mostró a una mujer sexualmente demandante, segura de sus objetivos. y muy violenta. La película hizo despegar la carrera de Glenn Close y consolidó a Michael Douglas, pero también abrió un debate público que aún hoy no está cerrado, con detractores y admiradores. ¿Cómo se rodó este título clave del cine comercial del siglo XX?
Todo comenzó cuando a finales de la década de los años 80 el productor Stanley R. Jaffe asistió a un festival en el que pasaron el corto Diversion, escrito y dirigido por el inglés James Dearden, en el que la amante de un hombre llamaba a la esposa primero para charlar y luego para revelar su secreto.
«Mi intención con Diversion era hacer algo barato. Soñaba con escribir grandes guiones, pero nadie me llamaba, así que hice un cortometraje que no necesitaba de mucho presupuesto. La idea se me ocurrió un fin de semana en el que mi esposa estaba de viaje y me imaginé qué pasaría si en vez de llamarla a ella me fijaba en una chica que había conocido en la estación de tren. Y qué tal si esa noche de distracción se volvía una pesadilla porque la chica comienza a llamar a su casa. En el adulterio los infieles se salen con la suya 99% de las veces, ¿qué tal explorar el 1%?», recordó Dearden.
Cautivado por la premisa de un affaire amoroso que sale mal, Jaffe intentó transformarla en una película con el apoyo de su colega Sherry Lansing y el protagónico de Michael Douglas, en quien confiaba mucho para ser el protagonista.
«¡Pero nadie quería hacerla! ¡Nadie! El proyecto fue rechazado más de una vez en cada estudio al que lo llevamos. Michael aún no había hecho Wall Street, para todos era el galán de La joya del Nilo o de la serie Las calles de San Francisco. No podían ver su potencial», recordó Lansing.
Intentaron, entonces, conseguir a un director que generara confianza. Brian De Palma se interesó rápidamente, pero su abordaje no era convencional: a partir del guion de Dearden se imaginó una cinta de terror que terminaba con el protagonista matando gente en Halloween tras una máscara. Y además rechazó a Douglas, a quien consideró malo para el papel.
Fue entonces que Raffe y Lansing recurrieron a Adrian Lyne, que venía de hacer uno de los éxitos de la década, Flashdance: «Al leer el libro entendí que tenía el potencial de ser algo que hiciera que las personas hablaran. Eso me atrajo». Su adhesión logró atraer a los estudios Paramount y a Douglas, pero una nueva dificultad se presentó: ¿quién se animaría a ponerse en la piel de Alex?
«Cada actriz que llamamos nos rechazó. Estuvimos muy cerca de hacerlo con Barbara Hershey, pero ya tenía otro rodaje en agenda y no pudo. Así que aceptamos a regañadientes que hiciera la prueba Glenn Close», recordó Lansing
«Leí el guion de principio a fin en un tirón. Cuando terminé, mi temperatura corporal había bajado y pensé que me desmayaba. En la historia originalmente Alex se mataba y Dan iba a la cárcel porque sus huellas dactilares estaban en el cuchillo. Pero la imagen que giraba en mi mente y no se iba era la del conejito hirviendo. Eso me dio la pauta de que podía ser algo bueno, así que llamé a mi agente y le pedí que me consiguiera una audición», recordó Close.
Se trataba de una jugada arriesgada para la actriz, que venía de papeles maternales como El mundo según Garp y Reencuentro. Atracción fatal, en cambio, debía convertirla en algo completamente distinto: «Supongo que todos necesitamos probar nuestros límites de vez en cuando. En el caso de esta historia era la primera vez que mi personaje empezaba en un lugar y terminaba en otro totalmente diferente. Tenía un gran arco narrativo emocional y muchos matices diferentes para explorar».
Pero no todos creían que ella podía ser una buena elección para el papel de Alex: «Muchos años después me confesaron que nadie quería que yo hiciera el papel. De hecho, ni querían que audicionara, porque no creían que yo pudiera ser sexy. Por suerte ni me enteré y fui muy confiada porque los convencí en mi prueba»
El mismo Douglas lo reconoció en una entrevista hace algunos años: «Todos sentíamos que le estábamos haciendo un favor al agente de Glenn, para que ella creyera que tenía chances y él siguiera con trabajo. Nadie tenía muchas esperanzas porque, si bien sabíamos que era una gran actriz, hasta ese momento siempre había hecho de puritana. Pero hizo la prueba y todos quedamos impactados».
Con el elenco confirmado y un presupuesto moderado pero suficiente para un drama, el rodaje comenzó en 1986 en Manhattan y siguió en una casa de fin de semana en Westchester County. La dupla protagónica no tuvo química al principio, pero Douglas logró ablandar las cosas: «Creo que es responsabilidad de un actor hacer que las actrices se sientan cómodas porque el mundo de las películas es predominantemente masculino».
«En un comienzo realmente me sentí intimidada por Michael… no quiero ser malinterpretada, pero él era tan Hollywood y yo me sentía tan fuera de lugar. Para distender comenzó a hacer muchos chistes, la mayoría de los cuales no los entendía y eso me ponía más nerviosa, pero eran para que yo me relajara», recordó Close.
Un director detallista
Luego de unos primeros días fríos todo comenzó a fluir. Tanto el equipo técnico como el artístico guardan un gran recuerdo del rodaje. Para Close «fue maravilloso poder interpretar a Alex. Adrian fue brillante, simplemente el director más maravilloso que podría haber pedido. Realmente sabía cómo poner las cosas en escena y pensaba mucho en ello, no había nada de improvisación. Él me mostró un tablero lleno de imágenes y referencias para el personaje. Tuvimos un sinfín de pruebas de maquillaje y peinado hasta encontrar el correcto».
El nivel de detalle de Lyne era extremo. «Por ejemplo, en un momento él se da cuenta de que mi labio superior tiene un pequeño hundimiento en el medio y pidió rellenarlo con un delineador de color tenue. Fue impactante: de golpe mi sonrisa era triste. Fue muy sutil, pero nadie sabe cuánto tiempo lleva pensar en pequeñas cosas como esa», recordó Close.
A pesar del cuidado del realizador, tanto Jaffe como Lansing estuvieron siempre presentes en el set y estaban también atentos a cada detalle. «No era que no había discusiones… ¡eran a los gritos! Digamos que con Adrian y Sherry teníamos visiones distintas y discutíamos mucho, pero todo provenía de una fuente pura, que era cuidar la película. Lo cierto es que cuando hay dos visiones opuestas, generalmente la tercera que surge suele ser mejor», recordó Lansing.
Fue este carácter meticuloso del realizador el que motorizó que, para la escena del conejo, en la que Alex hierve a la mascota de la hija de Dan, se usaran animales reales aunque, claro, sin matarlos. James Dearden, el guionista, recuerda que de hecho tuvieron que incluir cambios: «En el libro original el conejo era asado, pero pensamos que era demasiado grotesco, porque Adrian iba a querer filmarlo en un primer plano. Así que pasamos a hervirlo, pero cuando usamos una carne con piel comprada especialmente, el hedor era asqueroso, llenó todo el set. Era insoportable y estaba en cada rincón».
Tras cuatro meses de rodaje y otros dos de edición, el filme se proyectó para distintos grupos de público para conocer su reacción antes de llevarlo a los cines… y todos odiaron el final. Nadie estaba satisfecho con el cierre original, en el que Alex se suicidaba para incriminar a Dan y llevarlo a la cárcel. Lyne lo recuerda con sorpresa: «Yo estaba en una de esas funciones y recuerdo sentir cómo la audiencia simplemente se desconectaba cuando llegaba el final, realmente era frustrante».
Otro final
«En el guion original había una escena, que calculo que nunca llegó a rodarse, en la que Alex se cortaba la garganta mientras asistía a una puesta de Madama Butterfly a la que Dan se había negado a acompañarla. Finalmente hicimos algo más sencillo, pero en la que ella se suicida para inculparlo a él», explicó Close.
La audiencia, sin embargo, no aceptaba que Alex terminara sin castigo. «Los tests indicaban que los espectadores querían que ella recibiera su merecido, no que se suicidara. ¡Había que matarla!», recordó Douglas.
Así que Paramount obligó al equipo a pensar y rodar otro final, en el que Alex atacaba brutalmente a los Gallaghers con un cuchillo y Dan intentaba ahogarla. «Traté de crear una atmósfera de sorpresa: el matrimonio estaba viviendo un momento de intimidad en su baño que te hacía pensar que todo había pasado, y sin embargo ¡bum! todo cambia», explicó el realizador. Sin embargo, a la protagonista el cambio no le gustó.
«Todo el proceso fue duro porque mi abordaje actoral de Alex fue no juzgarla sino entenderla. Tendí puentes de empatía que me hicieron ver que ella era alguien que básicamente estaba fuera de control, pero no era una persona malvada. Entonces, cuando me dijeron que iban a volver a rodar el final, pensé que estaban bromeando. No lo entendí. En absoluto», reveló hace poco tiempo Close.
Para la actriz, el cierre que quería el público era errado: «El nuevo final la convirtió en una especie de psicópata. Alguien como Alex, que fue abusada cuando era pequeña, es más autodestructiva que destructiva. Luché todo lo que pude con ese final durante dos semanas. Llegué a discutir a los gritos con el director y los guionistas. Me sentaron y me explicaron que si no lo hacía la película nunca se estrenaría. Y no me quedó otra».
A más de tres décadas de su estreno Close cree que no debió haber peleado tanto: «En el fondo yo era parte de un equipo y era lo que podía hacer. El nuevo final resultó ser lo correcto para convertirlo en un éxito, pero yo lo lamenté por Alex. Pero Shakespeare y los griegos no estaban equivocados: la catarsis es importante y la forma más fácil de conseguirla es derramar sangre. Le dimos a la audiencia la catarsis que necesitaba».
Atracción fatal se estrenó el 16 de septiembre de 1987 y fue un éxito no sólo en la taquilla sino en la sociedad estadounidense, ya que abrió numerosos debates en los medios de comunicación y en las reuniones de amigos. Mientras que algunas personas se sentían amenazadas y asustadas con la actitud de Alex, otras festejaban la libertad de mostrar a una mujer que gozaba del sexo, que tenía un trabajo exitoso en Wall Street y que no necesitaba tener hijos.
Para Dearden, autor del corto original y de las numerosas versiones del libro, la clave del éxito fue escuchar lo que quería el público: «Si bien los críticos nos decían ‘ok, otra vez mostraron a la mujer como una loca’, ese final fue lo que le agregó cien millones de dólares a la taquilla».
«Hubo muchísimo debate, con gente a favor y en contra. Lo que más me sorprendió fueron las feministas que odiaban la interpretación de Alex porque decían que les daba mala fama a las trabajadoras solteras. Si hubiera sido más consciente del estigma en torno a las enfermedades mentales en ese momento, no sé si hubiera cambiado mi interpretación pero sí hubiese pedido revelar el diagnóstico de alguna manera. De todos modos, no estoy seguro de si eso hubiera ayudado. Ella era una mala persona y eso ayuda a perpetuar el estigma contra el que ahora estoy tratando de luchar», aseguró
La película fue uno de los éxitos del año y se llevó seis nominaciones a los premios Oscar, pero no ganó ninguno. Los protagonistas, sin embargo, presentaron un premio juntos y Close apareció con una barriga de ocho meses: «Ni bien subimos al escenario todos comenzaron a reír. Yo no lo había pensado, pero para muchos fue la primera vez que nos veían desde la película… ¡y Alex estaba embarazada!».
Incómoda y compleja, Atracción fatal se mantiene como una película única pero también muy familiar. Para Dearden la clave es que habla con franqueza del sexo en medio de la crisis del VIH en la década del 80, y para Douglas fue un modelo que inspiró a muchos: «Hay películas muy exitosas que son literalmente copias de Atracción fatal. Creo que eso debería enorgullecernos porque habla de lo que logramos con ese film y hoy el título es una frase incorporada a nuestra cultura».
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