El escritor y periodista nicaragüense Sergio Ramírez, perseguido por el régimen de Daniel Ortega, afirmó este martes que una de las consecuencias que ha tenido la literatura en su vida es «vivir ahora un exilio, porque no hay libros inocentes cuando se escribe desde dentro y no a medias tintas».
Eso siempre ha sucedido «a lo largo de toda la historia de la Humanidad», sobre todo «cuando las palabras desafían al poder arbitrario», afirmó el Premio Cervantes 2017.
Ramírez hizo esta reflexión en una rueda de prensa ofrecida en Alicante, España, horas antes de pronunciar la conferencia «La Nicaragua que yo escribo» y presentar la última novela de su trilogía de género negro, titulada Tongolele no sabía bailar y proscrita en su país al relatar la revuelta popular contra el gobierno de Daniel Ortega.
Sobre la situación política en su país, Ramírez, que fue revolucionario sandinista contra el dictador Anastasio Somoza, defendió aplicar el «ensayo» de un «cambio pacífico» y detalló que el actual régimen de Nicaragua se mantiene «a la defensiva» porque está montado sobre «más medidas represivas cada vez».
La sostenibilidad de «un régimen de cualquiera naturaleza que sea, a medio o a largo plazo, se basa en un mínimo de consensos sociales o políticos, y en Nicaragua no hay ninguno. La única arma del régimen es la represión, y eso desgasta obviamente a larga», recalcó.
«Ayer condenaron a catorce años de prisión a un campesino de las profundidades del norte de Nicaragua montañoso por ciberdelitos y él no sabe qué cosa es whatsapp, no sabe qué cosa es internet. Él solo tiene un pobre teléfono que únicamente le sirve para comunicarse, pero nunca ha entrado en la red social y lo condenaron (…)», declaró.
Ramírez afirmó que «este es el tipo de justicia que impera en Nicaragua» y en el cual él estaría también sometido si viviera allí. «Entre la cárcel y el exilio, escogí el exilio (…)», añadió.
El escritor aseguró que Daniel Ortega, que cumple su cuarto mandato, lleva más tiempo en el poder que cualquiera de los Somozas, ha considerado que «la revolución deja de ser de izquierdas y de derechas», y opinó que el de Nicaragua es «el único régimen del mundo que es esotérico».
«Unos gobernantes que creen en los árboles de la vida, en la estrella de cinco picos, en el ojo de Fátima y lo usan como símbolo de poder» no deja de ser «una seducción para alguien que escribe novelas», manifestó.
A su juicio, persiste tanto en su país como en otros de Latinoamérica una especie de «círculo vicioso, que se tiene que romper de una vez», en el cual el «tirano se asienta en la modernidad, siendo una figura arcaica».
«Creo que el remedio estará cuando logremos que los cambios sean verdaderamente democráticos (…) la historia nos enseña que una revolución armada triunfa, engendra un tirano, luego viene otra revolución armada y engendra otro tirano y la sangre que se derrama se vuelve inútil», dijo.
Para Ramírez, «quizás el ensayo próximo de la historia del país sea lograr un cambio pacífico, en donde se favorezcan las instituciones por primera vez».
Expresó que no pierde la esperanza de regresar algún día a Nicaragua y manifestó su confianza en que el régimen de Daniel Ortega concluya sin llegar a recurrir a las armas.
«¿Qué queda de la revolución? Nada, una tiranía; es duro aceptarlo», comentó Ramírez, quien aludió a los 40.000 nicaragüenses que en un año salieron de su país y fueron sometidos a procesos de asilo en los Estados Unidos.
Por otra parte, el escritor reveló que la novela de género negro le da la posibilidad de poner distancia frente a los acontecimientos, como en su trilogía que culmina con Tongolele no sabía bailar y los sucesos ocurridos en 2018, cuando se salió a las calles de Nicaragua de forma pacífica para exigir un cambio de régimen.
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