La muerte de Peter Fonda marca el adiós a un hombre que siempre escapó del obvio lugar que la industria quiso para él.
De ícono contracultural a actor de prestigio, el recorrido del artista fue uno de los más particulares de Hollywood.
Por ese motivo, el diario argentino La Nación repasa seis títulos clave de su extensa filmografía.
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The Trip (1967)
Con muy pocos títulos en su haber, cuando Fonda protagonizó un pequeño título llamado The Wild Angels, no tardó en ganarse un espacio de privilegio en el cine independiente.
Y ese interés por participar de proyectos que le daban la espalda a las comodidades de Hollywood, se acrecentó con el estreno de The Trip.
La pieza de Roger Corman planteaba la experiencia de un joven que consumía ácido lisérgico.
El publicista interpretado por Fonda transitaba la historia bajo los efectos del LSD, mientras el director retrataba con honestidad la sensibilidad de una nueva generación de jóvenes que no tenían cabida en el cine.
Corman probó ácido lisérgico para entender cómo trasladar a imágenes dicha experiencia, y el triunfo de esta película no solo se debió al talento del director, sino también al gran trabajo de Fonda.
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Easy Rider (1969)
La pieza dirigida por Dennis Hopper es un eslabón fundamental en el surgir del nuevo Hollywood.
Easy Rider comenzaba al ritmo de «Born to be Wild», mientras los protagonistas iban en moto por las rutas de Estados Unidos.
El film fue la obra cumbre del cine contracultural, y su fama solo fue superada por las 1.000 leyendas que circularon alrededor de su realización, con Fonda procurando ponerle límites a un Hopper absolutamente desbocado por todo tipo de excesos.
La historia comenzaba como una carta de amor a la era hippie, para luego mutar a la muerte de una nueva América que según la óptica de los realizadores, jamás iba a poder concretarse.
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Hombre sin fronteras (The Hired Hand, 1971)
Frente al éxito de Easy Rider, Fonda se encontró en la inesperada posición de elegir entre distintos proyectos, con la posibilidad no solo de actuar, sino también de dirigir.
Como Warren Beatty y otros compañeros de generación, Peter participaba activamente en las decisiones artísticas de los proyectos en los que trabajaba.
Por ese motivo, su transición hacia la dirección fue un camino natural, y de esa manera en 1971 estrenó Hombre sin fronteras.
Él mismo protagonizó el film junto a Warren Oates, un actor con el que tuvo una química inmediata que los llevó a colaborar juntos en varios largometrajes.
Hombre sin fronteras es un western en el que un vaquero regresa a su casa luego de una extensa ausencia, y debe lidiar con distintas dificultades en su camino por retomar esa vieja vida abandonada.
Como era de esperar, la película no respetaba la estructura clásica de los films de vaqueros, y la peculiar mirada de Fonda le permitió deconstruir las convenciones del género.
Su ópera prima, dueña de una sensibilidad que continuaba el camino de One Eyed Jacks (único largometraje realizado por Marlon Brando) o de El Topo, de Alejandro Jodorowsky, fue recibida de forma tibia al momento de su estreno, pero el paso del tiempo la convirtió en una verdadera pieza de culto.
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La indecente Mary y Larry el loco (Dirty Mary, Crazy Larry, 1974)
Durante los primeros años setenta, gracias al éxito de las imprescindibles Vanishing Point y Two Lane Blacktop, Hollywood tuvo un intenso amorío con el cine fierrero, con las películas protagonizadas por grandes carreras y autos de todo tipo.
Y La indecente Mary y Larry el loco tenía mucho de ese subgénero. La trama presentaba a Fonda en la piel de Larry Rayder, un piloto de Nascar que con la ayuda de su mecánico, robaban dinero con el objetivo de construir el auto de carreras definitivo.
El film es una comedia lograda pero que adolece del estilo que Fonda le había impreso a muchos de sus personajes, más habituados a vivir en las sombras del sueño americano, que a divertirse en tramas algo superficiales.
Sin embargo (o justamente por eso), La indecente Mary y Larry el loco fue un gran éxito de taquilla para el actor, y su recaudación fue muy superior a la que el estudio había proyectado.
Para un sector del público que no lo conocía, Peter se convirtió en ese momento en una cara muy popular de Hollywood.
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Escape de Los Ángeles (Escape from LA, 1996)
Con el paso del tiempo, Fonda se convirtió en uno de esos actores que no necesitaba demasiados minutos en pantalla para robarse el protagonismo, y tanto en roles protagónicos como secundarios, su innegable mística en cámara enaltecía a cualquier proyecto.
Y ese fue el caso de Escape de de Los Ángeles, el film de John Carpenter que se sumergía por segunda vez en las aventuras del antihéroe Snake Pliskken.
Como un experto en los géneros y un amante del western clásico, Carpenter comprendía los mecanismos narrativos a la perfección, y sabía que un secundario bien presentado, podía tener un peso decisivo en el argumento.
Y en la pesadilla futurista que retrataba la película, el personaje de Fonda era Pipeline, un surfer despreocupado que contrastaba con la violencia predominante del lugar.
Carpenter comprendía que en muchos sentidos, Pipeline era un alter ego de Fonda, un hombre que había sabido darle la espalda al sistema, creando su propia fantasía sin preocuparse por los nocivos hábitos de la realidad, o en muchos casos, de la industria cinematográfica.
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El oro de Ulises (Ulee´s Gold, 1997)
Cuando El oro de Ulises llegó a los cines, Peter Fonda contaba con casi 35 años de carrera profesional.
Sin embargo, su trabajo aquí le significó un nuevo techo en términos de prestigio, obteniendo numerosas nominaciones y reconocimientos a Mejor Actor en premios como los Oscar o los Globo de Oro.
El largometraje cuenta la historia de un veterano de Vietnam, y cómo debe hacerle frente a complejas responsabilidades familiares, que incluyen principalmente el cuidar de sus dos nietas.
El oro de Ulises mostró otra cara de Fonda, y si bien su trayectoria se extendería hasta su muerte (todavía hay tres films no estrenados que lo cuentan entre sus protagonistas), este título se sintió como un relato crepuscular para un actor que pisando los 70 años, y hasta sus últimos días, jamás dejó de conquistar nuevos territorios.
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