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Seis películas de la eterna Sophia Loren para descubrir

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Sophia Scicolone nació el 20 de septiembre de 1934 y, a diferencia de tantas estrellas -de las encumbradas y también de las estrelladas-, modificó más su nombre y su apellido que su rostro y su cuerpo. Sophia Loren, contundente, rotunda y de rasgos faciales singulares e irrenunciables (¿para qué ser una estrella si no es para ser única e inconfundible?) es uno de los pocos mitos vivientes que quedan en el cine, que quedan a quienes añoran la grandeza del arte del siglo XX.

Setenta años de carrera y la inmarcesible Loren es noticia por una nueva película, La vida ante sí, que escribió y dirigió su hijo Edoardo Ponti y que desde el viernes está disponible en Netflix y hasta comenzaron los rumores de Oscar, esos premios que tanta cobertura generan.

Loren no fue a la ceremonia de los Oscar en los que fue premiada a principios de los años 60 por el filme Dos mujeres de Vittorio de Sica, todo un hito porque se trató del primero otorgado a una actriz por una película no hablada en inglés. La historia de Loren se contó, aquí, allá y en todas partes muchas veces y, más que historias de actrices, actores y rodajes necesitamos que el cine vuelva a ser grande, como en los momentos en los que Sophia Loren reinaba en las pantallas, esos momentos en los que una italiana se convertía en estrella mundial, en esas décadas en las que películas diversas en origen y en estética podían dar la vuelta al planeta sin necesidad de ser animadas ni remakes ni franquicias. Para explorar ese pasado del cine y de Loren proponemos este recorrido por seis películas protagonizadas por ella que están disponibles en streaming.

El signo de Venus (Il segno di Venere, Dino Risi, 1955)

Una de esas comedias a las que habría de intentar aislar su ADN para poder clonarlas. Pero no, no se puede. Un arte como este es una combinación de factores: el factor Sophia Loren a los veinte años, que revoluciona a toda presencia masculina a su paso; el factor Dino Risi como director, y el factor Franca Valeri compartiendo protagonismo con Loren. Valeri, que murió este año luego de cumplir 100 y que debería haber recibido más reconocimientos, fue una de las guionistas de esta película en la que dos primas reciben atención masculina de forma muy desequilibrada, y una está desesperada por casarse. Sí, es verdad que El signo de Venus no puede clonarse, pero su modélica secuencial inicial tuvo descendencias fructíferas y lejanas, como por ejemplo Esperando la carroza.

Leyenda de los perdidos o Arenas de muerte (Legend of the Lost, Henry Hathaway, 1957)

En la imparable, energética y optimista década de los cincuenta, Loren era la estrella que Hollywood quería poner al lado de sus grandes nombres, como por ejemplo en este caso nada menos que junto a John Wayne en una historia de aventuras extremas, violentas y pasionales en el Sahara. Pero dos grandes estrellas no necesariamente hacen una unión estelar, y no pocos consideran que la química entre Loren y Wayne brilla por su ausencia y que estas aventuras se vuelven arenosas.

Hogar flotante (Houseboat, Melville Shavelson, 1958)

Mucha más química que con Wayne tuvo Loren con Cary Grant, y en diversos semblantes biográficos se nos dice que tuvieron un romance, y que él le propuso casamiento de forma desesperada, pero hay declaraciones recientes de Loren que dicen otra cosa. Esos detalles que no vamos a dilucidar siempre fueron útiles para vender filmes y otras cosas, y deberían ayudar a promocionar esta película menos recordada de lo que merece: una comedia romántica esplendorosa en la que Shavelson, el especialista en relatos en los que hay hijos que buscan nuevos padres y/o madres, filma con la prestancia que tenían esos directores que se consideraban «buenos profesionales» sin más y que hoy serían tremendamente útiles para ayudarnos a salvar lo que queda del arte del cine.

La bahía de los ensueños o Capri (It Started in Naples, Melville Shavelson, 1960)

Otra película dirigida por Shavelson, quizás lo mejor que haya filmado. Y sí: entre Loren y Grant había química, entre Loren y Clark Gable se hace presente la tabla de los elementos completa. Otra historia de amor y de un niño que busca padres: una película de las tantas que hoy no se podrían hacer, entre las taras de la corrección política y la falta de estrellas de este fuste. Para mejor, está Vittorio de Sica -que trabajó mucho con Loren y fue uno de sus grandes amigos- en modo actor expansivo, napolitano como siempre, como abogado del americano que llega a Nápoles y después a Capri a arreglar los asuntos de su hermano muerto, y ahí se encuentra unas cuantas sorpresas, entre ellas a Loren que canta «Tu vuo fa L’americano».

Dos mujeres (La ciociara, Vittorio De Sica, 1960)

Uno de esos dramas sociales ambientados en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial hechos desde un neorrealismo más asentado, en el que para unos cuantos -siempre hay desatentos- Loren se recibía de actriz con todas las letras al hacer de una viuda que debía cuidar a su hija entre bombardeos, miseria y peligros constantes. Este trabajo a las órdenes de De Sica, basado en una novela de Alberto Moravia, con guion de Cesare Zavattini, y con Jean-Paul Belmondo en el reparto es, para Loren, una de sus dos actuaciones preferidas, y también lo fue para esa gente del Oscar, porque se lo dieron a ella. Bah, físicamente le dieron la estatuilla a Greer Garson, quien la recibió en su nombre.

Un día muy particular (Una giornata particolare, Ettore Scola, 1977)

La otra de las actuaciones favoritas de su carrera es esta, la de esta película imprescindible de Scola, acerca de un ama de casa atareada y maltratada, a la vez que admiradora irreflexiva de Benito Mussolini, que en esa infausta y singular jornada en la que Hitler visita Roma entre delirios multitudinarios conoce a un ser humano distinto, anómalo, en su edificio. Y entre Marcello Mastroianni y Loren no había solo química sino que había magia, había alquimia. La actuación de Loren en Un día muy particular es de esas que han sido fuente de inspiración evidente, por ejemplo para la de Meryl Streep en Los puentes de Madison, un rol que la señora Sophia ha dicho, con humor y tal vez ganas de trabajar con Clint Eastwood, que tendría que haberle sido otorgado, entre tantas otras gracias que le fueron concedidas.

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