Tras The Florida Project, el estadounidense Sean Baker sigue indagando en los márgenes de la sociedad americana, ahora con Red Rocket, una historia de perdedores y segundas oportunidades que ha sido muy bien recibida en Cannes, aunque él asegura esperar reacciones divididas.
«No quiero ser negativo, pero sé que abordamos un tema difícil y que hay imágenes delicadas», afirmó en una rueda de prensa el realizador, que señaló que la ambigüedad de la historia es totalmente intencional y que su filme dividirá al público. «Me espero emails hostiles», agregó.
Con la mirada puesta en el cine de los setenta, donde había una mayor libertad, Baker cuenta la historia de Mikey Saber (Simon Rex) una exestrella del porno que regresa a su ciudad natal, Texas city, a casa de su aún mujer, Lexi (Bree Elrod) porque no tienen ningún otro sitio adonde ir.
Muchas escenas de sexo y desnudos rodados con la mayor naturalidad en medio de una comunidad decadente en la que la persona con mas poder es una traficante de droga que cuida de sus vecinos.
Y con Texas city y sus alrededores como un personaje más de la película. «Encontramos una ciudad industrial, con una gran población» tras una larga búsqueda por el sur y por la costa, explicó el realizador.
Al llegar a Texas city se dieron cuenta de que habían encontrado el lugar perfecto para contar la historia, un sitio que ha sufrido varias catástrofes pero que «no morirá jamás» y con una población que refleja perfectamente los personajes de la película.
Porque junto a Mikey y Lexi, por la historia pasan personajes tan increíbles como reales. Desde Strawberry (Suzanne Son), la joven que está dispuesta a todo por estar con Mikey, hasta su vecino Lonnie, la traficante Leondria o Lil, la madre de Lexi.
Personajes abandonados de una sociedad capitalista que consiente la existencia de una enorme economía sumergida que condena a mucha gente a estar fuera del sistema.
«Es una comunidad poco representada» en el cine y la televisión, señaló Baker, que resaltó que hay mucha gente en su país que vive de esa economía sumergida y la industria del sexo es uno de los mejores ejemplos.
Hay una libertad económica que da poder y al mismo tiempo es una especie de explotación patriarcal, señaló el director, que se entrevistó con mucha gente que vive de esta manera para dar una visión realista de la situación.
Un retrato de la América profunda que compite por la Palma de Oro de Cannes y que es el resultado de un «85 por ciento de improvisación y un 15 por ciento de guion», como señaló Baker.
«Rodamos este filme bastante rápido, con poco margen pero (Baker) nos permitió bastantes improvisaciones, esa es la magia del filme, que reaccionamos de forma espontánea», afirmó Simon Rex.
Una película que va revelando poco a poco la historia sin mostrar el pasado de los personajes, una elección del director, que no quería que el espectador fuera muy consciente de lo que pasaba.
«Me gusta ser desafiado cuando veo un filme, si todo está muy claro no me permite reflexionar», explicó el director.
Y con ese mismo razonamiento, buscó de forma expresa un final no totalmente cerrado, al igual que hizo con The Florida Project. «La mitad de espectadores lo odiaron pero al menos suscitó un debate». Y eso es lo que busca el director, «un desafío para el público».