2013. Pasadas las diez de la noche, Beyoncé se presentaba por primera y –hasta ahora última vez– en Caracas con su The Mrs. Carter Show World Tour en el estadio de fútbol de la Universidad Simón Bolívar. Era la época en la que al país venían, en el mejor momento de sus carreras, Britney Spears, Backstreet Boys, Shakira, entre tantos otros artistas. Fue el de la exintegrante de Destiny’s Child el último show de una estrella global en el país que ya atravesaba una crisis social, política y económica que empeoró al año siguiente, 2014, cuando comenzaron las primeras protestas contra la administración de Nicolás Maduro. Como en tantos otros sectores de la vida nacional, la del entretenimiento y la cultura quedó rezagada: las estrellas internacionales sacaron de su lista a Venezuela por casi una década. En 2022, nueve años después de aquel espectáculo producido por Evenpro, los conciertos regresaron al país. Claro, no con artistas como Beyoncé, pero sí de trayectoria en los escenarios latinoamericanos y muchos de ellos con un exitoso historial de presentaciones en el país.
El año pasado, Caracas volvió a ser parada de giras de artistas internacionales. En total, se presentaron 59 shows sólo en la capital. El primero fue el de Alejandro Fernández, el encargado de inaugurar esa primera temporada de conciertos. Le siguieron Morat, Cultura Profética, Kany García, Cristian Castro, Il Divo, Fonseca, Emmanuel, Camila y Sin Bandera, Eros Ramazzotti, Olga Tañón, entre muchos otros. Todos los meses se anunciaba un nuevo concierto, aunque hubo algunos que se suspendieron –razones políticas de por medio– como es el caso de Juanes y Luis Fonsi, señalados por Diosado Cabello, el segundo hombre del régimen. Todas las semanas hubo uno o dos conciertos, tanto internacionales como nacionales. Y se celebraron en escenarios como el Poliedro y el Teatro Teresa Carreño, antes usados con fines políticos por el chavismo.
Este año el panorama no parece distinto. Todo apunta a una oferta similar a la de 2022, con artistas que repiten, como Alejandro Férnandez, Morat, Sin Bandera, Kany García y Olga Tañón, o que regresan tras años de ausencia, como los españoles Pablo Alborán y Melendi. Hasta el momento, hay 15 fechas confirmadas hasta mayo, sin contar el show del español Rels B, que comenzó este ciclo de espectáculos el 2 de febrero en Hotel Tamanaco, y la Waku Experience, que reunió aproximadamente a 18.000 personas en la Base Aérea de La Carlota, el 12 de febrero, de acuerdo con cifras de la organización. El calendario de espectáculos lo completan: Mocedades, HaAsh, Hombres G, Zapato 3 y Óscar D’León y la Dimensión Latina. Sin embargo, pese a los esfuerzos, Venezuela aún no está inserta en el mercado de las grandes giras globales de artistas como, por ejemplo, Bad Bunny, Harry Styles, Dua Lipa o Coldplay, que se presentan, por ejemplo, en Colombia.
“Todavía hace falta un roster de artistas de más peso como se tenía anteriormente. Creo que todavía falta un poco más para que Venezuela esté presente en las giras de grandes nombres”, considera José Luis Ventura, presidente de Ventura Producciones, que el año pasado trajo los shows de Buika, Ana Torroja y Dvicio.
Para recuperar el puesto que ocupó el país en el mercado de las grandes giras globales es necesario –explica Santiago Otero, presidente de Evenpro– cumplir con una serie de requisitos básicos en cuanto a infraestructura, conectividad aérea, seguridad y estabilidad, fuerza de trabajo capacitada y apoyo gubernamental. “Estos son solo algunos de los factores clave que pueden ser necesarios para entrar en el mercado de las grandes giras globales anglo, y es posible que se requieran otros factores adicionales. Sin embargo, con el tiempo y un enfoque dedicado a mejorar en estas áreas, es posible que Venezuela pueda desarrollar una industria sólida y competitiva en el mercado global de la música en vivo”.
Aunque cumplir con estos requerimientos requiere de un gran esfuerzo que involucra a varios actores, no es algo imposible. Para Otero, la única forma de lograrlo es seguir haciendo shows. «Debemos continuar presentando eventos relevantes que transmitan seguridad en todos los sentidos, incluyendo las exigencias de los riders técnicos y condiciones generales para que nuevamente Venezuela esté presente en las grandes giras y también súper shows internacionales como Disney On Ice, que actualmente estamos trabajando para traerlo en 2024″, asegura el empresario.
Otro aspecto indispensable en este proceso es recuperar la confianza en el país. «Es algo que poco a poco se va construyendo. Por ejemplo, luego del Cusica Fest pudimos ver que ya hay artistas internacionales, agencias de booking, productores internacionales que dicen ‘OK, mira, sí es posible hacer este tipo de eventos. Vamos a contactar a estas productoras’. Es un tema de confianza, que el productor internacional sienta confianza en lo que se está haciendo aquí en Venezuela”, dice José Lasses, director ejecutivo de Cusica. En diciembre, la segunda edición del festival celebrada en el estadio de fútbol de la Simón Bolívar, apostó por un cartel internacional.
Lo que ocurrió el año pasado fue una prueba piloto que resultó positiva. Se demostró que, pese a las dificultades y los años de silencio, aún es posible hacer grandes espectáculos en el país.
El presidente de Evenpro ve con buenos ojos la reactivación de espectáculos. «Es positivo que se incluya a Venezuela en planes de tours con artistas de renombre que han tenido a sus fans esperándolos por mucho tiempo. Han sido casi ocho años de ausencia de shows internacionales en vivo. En este reencuentro del público con los eventos se nota el calor de la gente y la energía que sobrepasa a la de cualquier otro país. Los artistas lo sienten y nos lo dicen, esa interacción intensa con el público hace que se entreguen más en el escenario, hay más emoción en el espectáculo y en algunas ocasiones hasta más duración del show”.
No fue sencillo. Para lograrlo –asegura José Atienza, CEO de Eventos Globales y Total Show– fue necesario que las empresas productoras de espectáculos, tras años sin hacer grandes shows, se actualizaran en materia de equipos técnicos para poder cumplir con los requerimientos de cada artista y así garantizar un show de calidad. “Teníamos 8 años desaparecidos del mercado, tanto así que cuando mandaron los primeros riders técnicos de los artistas grandes se tuvo que juntar a un montón de compañías de proveedores técnicos para poder cumplir con el artista porque teníamos un rezago importante técnicamente hablando. Si tú no tienes espectáculos, no tienes por qué comprar equipos de última generación porque no tienes a quién alquilarlos. El año pasado fue como estar entre la nada y volver a estar presentes en el mercado. Entonces, evidentemente, esto es un proceso que va a derivar en que en este año vengan más artistas. Gracias a lo que pasó el año pasado las empresas de rental lograron actualizarse”.
Para Santiago Otero varios factores en el país, entre ellos el económico, se alinearon para que este regreso de espectáculos musicales fuera posible. “La cantidad de conciertos puede ser un indicador de una mayor demanda por parte del público y una mayor disponibilidad de recursos para llevar a cabo eventos de esta magnitud. Sin embargo, también es posible que existan otros factores que contribuyeron a este aumento, como un cambio en las regulaciones gubernamentales o un aumento en la inversión en la industria de la música”, dice el empresario.
Muchos shows, poca asistencia
De los casi 60 shows que se hicieron el año pasado en Caracas, no todos fueron sold out como se quiso hacer parecer. Algunos, a duras penas, lograron vender entradas. Esto, explica el presidente de Evenpro, además de un tema económico, pudo haber sido el resultado de una oferta de espectáculos mal planteada. «La situación económica puede haber afectado la capacidad de la gente para gastar en entretenimiento, mientras que una sobreoferta de conciertos puede haber llevado a una menor demanda para algunos eventos específicos. Pienso que no hay sobreoferta sino ofertas mal planteadas, ya sea por el potencial de taquilla del artista, el momento y la coincidencia de eventos», dice y aclara que no agotar todos los shows no significa un fracaso o falta de interés por parte del público, pues hay otros factores que intervienen: el contenido, la ubicación del evento, el horario, la promoción y el costo de las entradas.
De hecho, José Luis Ventura afirma que es prácticamente imposible que todos los shows que se presentan en una ciudad en cualquier parte del mundo sean sold out. «El año pasado se abrió ese chorro y todo el mundo creyó que todo iba a ser sold out. Eso no pasa ni siquiera en Europa. Yo hago shows en Estados Unidos y Madrid, y es muy difícil a veces llenar un espectáculo, y eso que son países económicamente estables. Cuesta llenarlos. Muchas veces por un tema económico propio de cada persona, que a lo mejor solo puede ir a dos conciertos pero resulta que hay 20 y quiere ir a todos. En ese caso, le toca escoger a cuáles ir».
Aunque muchos de los shows se anunciaron como un éxito de taquilla, la realidad era distinta. Muchos de los puestos ocupados eran producto de entradas de cortesía, que si bien es cierto son necesarias, no debe ser la norma, explica Otero. «Muchas veces terminan ‘empapelando’, que es regalar los tickets, para que el show se vea digno y salvar la moral pero, detrás de eso, hay una pérdida importante. La industria de conciertos no se puede sostener si la mayoría de las entradas son cortesía. La gratuidad reducirá la rentabilidad del espectáculo, lo que a su vez disminuirá la capacidad para financiar futuros espectáculos y atraer a artistas de renombre. Además, si la mayoría de las entradas son regaladas o de cortesía, es posible que no haya una motivación suficiente para que los asistentes compren entradas y asistan a futuros conciertos, lo que puede llevar a una disminución en la demanda y cantidad de conciertos que se realizan en el país».
El factor económico es un aspecto importante a tener en cuenta, pues no todas las personas pueden permitirse costear una entrada de 50 dólares o más, asegura José Lasses de Cusica. “Es un mercado reducido para asistir a 50 eventos, como los que hubo el año pasado. Entonces, creo que es una combinación de ambos factores: tanto el de sobreoferta como el económico. Aquí no hay una capacidad de compra tan grande como en otras capitales del mundo y, además, somos un mercado pequeño, aunque la situación está mejor que antes, seguimos siendo un mercado pequeño en comparación con otros».
El 18 de marzo estaban previstos tres conciertos en Caracas: Morat, Musik Fest y Jesse & Joy. Este último se canceló por problemas del dúo mexicano con la fecha. Una sobreoferta que termina afectando a la industria. José Gregorio Atienza considera que es necesario que las empresas productoras se reúnan. «A pesar de que en Caracas hay un sector de la población que tiene capacidad económica y son proclives a ir a espectáculos musicales o cualquier tipo de oferta de entretenimiento, no estamos en Ciudad de México o Bogotá. No aguanta tres conciertos grandes al unísono, como iba a pasar el 18 de marzo. Eso era una locura desde todo punto de vista (…) Lo más importante aquí es que entendamos que, aunque no sean dirigidos al mismo público, los conciertos no puedes hacerlos una misma noche porque muchas veces todo sale del mismo bolsillo».
Otero considera que, dependiendo de la demanda del público, esto podría jugar o no en contra de los shows. «Es importante que los promotores evalúen cuidadosamente la demanda y la oferta de conciertos en la ciudad y se aseguren de que haya un equilibrio entre ambas para garantizar la viabilidad a largo plazo de la industria. También es importante promocionar los conciertos de manera efectiva para atraer a un público amplio y generar una base sólida de seguidores».
Además del regreso de empresas productoras con larga trayectoria, como Evenpro, el año pasado se sumaron nuevas productoras de espectáculos al negocio. «Hemos visto muchos nuevos empresarios incorporarse al negocio, lo cual es bueno porque trae más cantidad de contenido cultural, artístico y deportivo. Pero este es un negocio que tiene sus complejidades que a veces se subestiman o desconocen y se hacen ofertas desproporcionadas que luego generan grandes pérdidas económicas por ver fácil algo que es complejo y que requiere experticia», considera Santiago Otero.
Los boletos más costosos de la región
Esta reactivación de espectáculos se dio –y continúa– en un país aún en crisis, pero que se creyó con una economía boyante en 2022, debido a la libertad económica que tienen algunas personas, con la venta de boletos desde 60 dólares hasta 7.000 dólares (por una mesa completa para 10 personas, 800 dólares por persona aproximadamente). Sin embargo, los índices económicos dicen lo contrario. De acuerdo con un estudio de Ecoanalítica, 56% de los venezolanos percibe un salario menor a 100 dólares, mientras que 32,9% pueden llegar a cobrar entre 300 y 600 dólares o más. Y solo 11,1% puede devengar un salario mayor.
De hecho, en comparación con otros países de la región, los boletos en Venezuela son mucho más costosos. ¿Por qué ocurre esto? Además de razones propias de la economía nacional, el país no cuenta con venues adecuados para recibir grandes espectáculos. En Venezuela todo se arma desde cero.
La lista de costos detrás de un concierto es larga, sobre todo en Venezuela. Además del pago de impuestos: ISLR, IVA, impuestos municipales, derechos de autor que se le pagan a Sacven, bomberos, protección civil y ambulancias, se debe sumar todo lo que corresponda al montaje del show: escenario, luces, sonido, pantallas, asientos, entre otros. Todos son gastos que repercuten en el precio final de las entradas.
El país no cuenta con grandes venues diseñados para recibir grandes espectáculos, cómo podría ser el Movistar Arena de Bogotá o Santiago de Chile, con un aforo para 13.000 y 16.000 personas, respectivamente. En Venezuela, las locaciones son limitadas. Caracas cuenta con espacios como el Teatro Teresa Carreño, con capacidad para 2.367 personas; la Concha Acústica de Bello Monte donde caben 8.000 personas, y el Poliedro, con un aforo de 13.000 personas. Este último el más grande y que recientemente retomó su función para acoger de nuevo grandes espectáculos. También hay otros espacios como el campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar, la Base Aérea La Carlota o la Terraza del CCCT, donde celebraron hizo gran parte de los shows en 2022.
«¿Por qué las entradas aquí son más costosas que en cualquier otro lugar? Porque hay que pagar el montaje, el alquiler del venue, porque los espacios en los que se están haciendo los conciertos no fueron diseñados para eso, como la Terraza del CCCT; ahí no hay nada, es un espacio abierto y ya. Entonces, hay que montar todo y acondicionar el espacio medianamente para hacer un show, y eso es costoso. Además, incluye el montaje, los venues, los impuestos, el costo del artista, los pasajes, traer al equipo», detalla José Luis Ventura.
La conectividad aérea es un factor clave en el encarecimiento de los boletos y que dificulta que las grandes giras globales pasen por Venezuela, destaca Atienza. «Mientras a Lima o cualquier ciudad puedes llevar en un vuelo directo a un artista con su crew de 40 personas, aquí tienes que traerlos por Panamá o por República Dominicana». El CEO de Eventos Globales y Total Show considera que uno de los grandes retos para este año es hacer shows que sean rentables y cumplan con los requerimientos de los artistas. «Hoy en día nuestro negocio se ha convertido en un negocio de una utilidad y un profit muy pequeño, marginal. Yo te puedo asegurar que en condiciones óptimas un show hoy en día en Caracas, bajo las condiciones que tenemos tanto de impuestos como de costo, no debe estar por encima del 30% de utilidad en el mejor escenario posible», dice.
Santiago Otero destaca la urgencia de encontrar un equilibrio entre la rentabilidad de los shows y el precio de las entradas. «Es importante que los promotores de conciertos encuentren un balance entre ofrecer entradas asequibles para atraer a un público amplio y generar ingresos suficientes para financiar y presentar conciertos de calidad».
El año pasado se especuló con una visita de Coldplay, también negociaciones con Bad Bunny. Ninguna se concretó. Estos rumores pusieron sobre la mesa la discusión de si Venezuela estaba preparada para recibir un show de esa magnitud.
Para el presidente de Evenpro, el país aún no está listo para ofrecer shows de esas dimensiones. «Es importante tener recintos de conciertos modernos y de alta calidad que puedan albergar a artistas internacionales y ofrecer una experiencia de alta calidad para el público. Además, es posible que haya desafíos con la logística y la ejecución del evento, incluyendo el transporte internacional de equipos y personal, la provisión de servicios de seguridad y la gestión de la multitud. Es necesario tener en cuenta que estos desafíos no son insuperables y que, a corto plazo con la inversión adecuada en la infraestructura y la logística, es posible que Venezuela pueda recibir con éxito shows de artistas internacionales de alta calidad. Sin embargo, es necesario abordar estos desafíos de manera proactiva para asegurar que el país esté listo para recibir a artistas de este nivel».
Atienza, por el contrario, considera que el país sí está preparado para recibir shows de esa magnitud. «Hay cosas que cuando no las tienes, las consigues. Yo, por ejemplo, traje ciertas cosas para el concierto de Eros Ramazzotti en diciembre. Tuve que traer parte del backline de Puerto Rico, pero le cumplimos y el show cubrió todos los detalles técnicos que solicitó su equipo. Yo creo que sí podemos traer a artistas como Coldplay, Bad Bunny o la misma Karol G. Hay público suficiente para llenar el venue que quieras. Lo vimos en el montaje que se hizo en La Carlota para el Waku Experience con Dimitri Vega y Like Mike. Fue una monstruosidad que no tenía nada que envidiarle a lo que montan el Ultra de Miami».
Un espacio que podría estrenarse como venue este año podría ser el Estadio Monumental Simón Bolívar, en La Rinconada, con un aforo de 40.000 personas. «Ya he hablado con ciertas autoridades y nos informan que una de las de las visiones que se tienen para el estadio es que los productores podamos hacer conciertos grandes allí. Ese venue es fabuloso, aunque tiene ciertas deficiencias todavía, que son perfectamente corregibles, como los accesos y más áreas de estacionamiento. Pero el lugar es una preciosidad y tiene 40.000 puestos; eso quiere decir que para un concierto grande puedes meter unas 60.000 personas», asegura Atienza.
Diversidad y poca oferta cultural
Contrario a lo que muchos pudieran pensar, esta reactivación de conciertos en el país no se traduce en un despertar de la industria cultural en Venezuela. El renacer del sector, tan necesario como cualquier otro, va mucho más allá del regreso de los grandes espectáculos de la música latina.
Para hablar de una verdadera reactivación de la industria cultural es necesario que el público vaya a las salas de teatro, que se inauguren exposiciones en las galerías, que se celebren más recitales de música clásica, que se celebren más ferias de libros, entre muchas otras actividades. Aunque parezca lejano, esto ocurrió hasta no hace mucho tiempo. Dos décadas para ser más precisos. Caracas era una de las grandes capitales culturales de la región. Los museos exhibían importantes colecciones de arte, sus teatros recibían reconocidas producciones y la ciudad era parada obligatoria de grandes espectáculos internacionales.
«Hace 30 años en Venezuela había un consumo más allá de espectáculos masivos, había un consumo de cultura, de ópera; artistas que son netamente culturales que venían al país como el Teatro Negro de Praga, que regresó, y creo que no fue muy atractivo. Había un movimiento total de cultura y de shows más allá de espectáculos masivos, más allá de los conciertos. Ahora lo que hay es shows. No hay un consumo cultural», señala José Luis Ventura, que se enfoca en ofrecer una programación de espectáculos, tanto musicales como teatrales, que se acerquen a esa propuesta cultural que tanto hace falta en el país.
Por su parte, José Gregorio Atienza considera que la reactivación de espectáculos es un paso importante hacia el despertar de la industria cultural, sobre todo en el ámbito musical internacional, que necesita el país. “Otra vez los muchachos jóvenes se entusiasmarán por estar en una tarima y grabar temas para llevarlos a un productor. Eso es importante porque desde hace rato también estamos fuera del mercado musical. Todavía la gente en el mundo nos recuerda por artistas como Ricardo Montaner o Franco De Vita porque fueron los más internacionales, incluso por Chino y Nacho, quienes fueron el último caso importante. Ahora yo confío que Lasso pueda abrir una ventana importante al mundo para representar el talento musical venezolano, así como otras bandas que están haciendo las cosas bien afuera. Eso es importantísimo porque también tenemos que ser competitivos en los premios internacionales, que tengamos la bandera nacional en los Grammy o en cualquier otro tipo de premios es valioso”.
Aunque la mayoría de espectáculos del año pasado se caracterizaron por presentar a artistas urbanos, se quiere diversificar la oferta de shows con artistas dirigidos a un público más específico, como hizo Cuisca con conciertos de los venezolanos Motherflowers y los argentinos Bandalos Chinos, o fuera del mercado latino, como quiere hacer Atienza con presentaciones de Andy Summer, uno de los fundadores del grupo The Police, o Evanescence. “Creo que este año pinta bastante bien. Los artistas internacionales están convencidos de que en Venezuela sí se pueden hacer las cosas bien. En el caso de Cusica, creo que todavía hay algunos detalles internos que podemos sortear, pero ya los artistas saben que es posible hacer conciertos aquí, que existe público y que es totalmente viable. Este año vamos a traer más artistas internacionales tratando de mantener nuestro target Cusica, pero vamos a explorar también otros públicos a los cuales no le hemos llegado directamente”, detalla José Lasses.