“El Ávila para Caracas es lo que es la Sagrada Familia para Barcelona”, explica Giuliana Ippoliti al grupo de jóvenes catalanes que, atraídos por la bandera venezolana, se precipitaron hacia el puesto. Las calles huelen a rosas y libros y, entre la marea de autores que se reparten por toda la ciudad para vender y firmar sus obras, de las páginas de Ippoliti saltan los coloridos dibujos del Pico Naiguatá y el Salto Ángel. Radiante ante su creación, ésta revela las imágenes más típicas de Venezuela. De guacharacas y araguaneyes a palmeras y mangos, la celebración anual de Sant Jordi venezolano da un toque tropical a la tradición catalana.
Según la leyenda de Sant Jordi, patrón de Cataluña y países como Bulgaria, Inglaterra y Etiopía, siglos atrás había un dragón que atemorizaba a un pueblo llamado Montblanc. Para salvar a la hija del rey, el caballero Sant Jordi le clavó su lanza, y de la sangre del dragón surgió un rosal de rosas rojas. Desde entonces, el 23 de abril se celebra en conjunto con el Día del Libro y, tradicionalmente, se regalan una rosa y un libro a la persona amada. Este domingo en la capital catalana se vendieron unos 6 millones de rosas y hubo más de 300 puestos de libros.
“Muchos de los escritores venezolanos hablan del duelo de la migración. Muchos llevan la pasión de este viaje a través de sus páginas”, afirma José Luis Acuña, presidente de la Asociación Casa Venezuela (Asocaven), que en 2016 puso en marcha el Sant Jordi venezolano.
Acuña cuenta que Asocaven lleva 32 años uniendo a los venezolanos de España. “En el día de Sant Jordi, damos una ventana a los autores. Es una manera de visibilizar su trabajo e integrarlos en la sociedad española”, asegura.
Sant Jordi venezolano
Ippoliti, de Ocumare del Tuy, una de las escritoras invitadas por Asocaven, se dedica a escribir cuentos infantiles que narran la cultura venezolana a través de la historia de la arepa. “Reina pepiada, el tumbarrancho, la viuda; la arepa da vida a nuestra delicia venezolana. Menciona al menos diez tipos, cada uno un personaje con un nombre y personalidad distintos”, relata señalando las ilustraciones. Nieta de migrantes italianos, Ippoliti lamenta su falta de crianza cercana con Italia: “No siento Italia como siento Venezuela, no hay esa pertenencia. Entonces quiero que los niños venezolanos sigan conectados”.
Lejos del bullicio de los turistas y las cámaras en ristre, la escritora María Elena Romero se instala en una pastelería, lista para una entrevista organizada por el equipo de Asocaven. Contemplando al íntimo público arropado en el dulce aroma del café, coloca con cuidado la rosa. “Comienza con la tragedia de Vargas de 1999”, dice, abrazando su libro Caminos de agua: “Enseña los procesos de cambio y cómo los afrontamos. Esa constancia que te lleva adelante en cualquier situación es igual que el proceso de migración, y ese es el enfoque de mi trabajo”.
De nuevo en la calle en la firma de libros, Romero consiguió vender todo lo que tenía en el puesto. Nada mal para ser su primer Sant Jordi. “Vinieron muchos amigos españoles para apoyarme”, afirma. “Caminos de agua pinta una imagen muy vívida de mi ciudad natal, La Guaira. Quiero que la gente la conozca y que se la imaginen. Se emocionan con lo que leen y hacen conexiones entre las playas de mi hogar con las de la Costa Brava: para mi es un exitazo poder promover mis raíces fuera de Venezuela”, dice.
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Levantar la voz desde fuera
“Yo me siento cada vez más una ciudadana del mundo y eso me encanta”, afirma Vanesa Sánchez, barquisimetana y la anterior presidenta de Asocaven durante siete años. Pese a sentirse positiva cuando llegó a Barcelona hace 26 años, recuerda estar decepcionada con tantas editoriales y pocos que trataban la literatura latinoamericana. “Sentía como si estuviera perdiendo mis lazos con Venezuela. Desde entonces nuestro proyecto ha tenido gran acogida”, señala.
Quien haya vivido un Sant Jordi en Barcelona sabrá que hay una infinidad de libros para ojear, con muchas perspectivas nuevas, y que se pasa mucho tiempo paseando. Reflexionando sobre lo que ha aprendido en este día, Sánchez afirma: “Poderte mirar en otro escenario a través de la literatura, compartir vivencias que son similares, es una oportunidad maravillosa que Asocaven no podía perder. Ya queríamos que la escritura de Venezuela llegara a más gente, pero la oportunidad de promoverla aquí en Cataluña es otra cosa”.
Las expectativas llenan de ilusión, cada uno de los escritores venezolanos no dejó de sorprender. “Mi objetivo principal es levantar la voz por Venezuela”, contó Cristina Bolívar, periodista caraqueña que lleva tres años en el Sant Jordi dando una plataforma a los escritores a través de entrevistas en directo: “Todos los que nos dedicamos al periodismo sabemos lo difícil que ha sido, y ahora que estamos fuera lo más gratificante es poder hacer un canal conductor de lo que está sucediendo”.
¿Qué viene ahora?
Tras un día completo de amor y cultura, el Sant Jordi venezolano llegó a su fin con una mágica sensación de unidad. “Me llenó de orgullo ver a nuestra gente venezolana haciendo lo que tanto les apasiona: contando historias”, expresó Bolívar. Parte de una serie de más proyectos por Asocaven, el equipo ya se está preparando para su evento más exitoso del año: la celebración del Día de Independencia, que tendrá lugar en Barcelona el 9 de julio.
“Hoy demostramos que podemos realizar un trabajo literario de altura en España. Pero la próxima celebración grande que haremos es verdaderamente de otro nivel”, asegura Pedro Rojas, el vicepresidente de Asocaven, explicando que es el evento de Europa donde más venezolanos se reúnen: “Queremos dejar claro que cualquier venezolano preparado en el exterior puede tener ese éxito y reconocimiento”.