El de Gladiador no fue el primer papel de Russell Crowe, ni mucho menos. Pero sí el que, hace casi 20 años, lanzó a la fama a ese entonces casi desconocido actor, que ya había cumplido los 35 y que no parecía encontrar su hueco en Hollywood. Fue el general Máximo Décimo Meridio el que hizo de él la estrella global en la que se convirtió. A sus 56 años, el actor neozelandés ha vivido 20 de ellos en una montaña rusa de éxitos y fracasos en lo profesional y lo personal.
Fue la primera semana de mayo de 2000 cuando llegó a los cines de todo el mundo Gladiador, una superproducción con tantas ganas de comerse la taquilla como su protagonista de comerse el mundo. Ambos lo consiguieron. La película de Ridley Scott costó algo más de 100 millones de dólares y solo en su primer fin de semana en Estados Unidos (donde se estrenó el 7 de mayo) logró recuperar 35. En total, sumó más de 460 millones en todo el mundo. El público salió convencido de esa mezcla de acción, épica, historia, dolor y familia y también enamorado de su sobrio y musculoso protagonista. La crítica también se entusiasmó: el filme obtuvo 11 nominaciones a los Oscar y se llevó cinco, incluidos el de Mejor Película y el de Mejor Actor para Crowe.
Un entonces joven, tímido y sonriente Crowe subía al escenario con un lazo negro al cuello, y portando en la solapa la medalla de su abuelo, Stan Wemyss, como Miembro del Imperio Británico. Era un logro por una carrera que empezó muy joven, al venir de una familia que se dedicaba al cine en Nueva Zelanda. Se crió en Sidney, Australia, y desde muy niño sus padres lo animaron a participar en películas y series; de hecho, su primera aparición en las pantallas fue con solo ocho años. Ya en los 90 dio el salto a Estados Unidos con apariciones en La prueba o Rápida y mortal. Pero fueron El dilema y Los Ángeles al desnudo, a finales de la década, las que propiciaron el gran salto que llegó gracias al gladiador hispanorromano.
El director de Ridley Scott se convirtió en una especie de padrino del actor en Hollywood, con una relación que se trasladó a lo personal; Scott acudió a la boda de Crowe en Australia un par de años después del estreno de la película. Esos fueron sus años de gracia: papeles exitosos (Una mente brillante, Master and Commander, El luchador), amor e hijos. En abril de 2003 se casó con la cantante Danielle Spencer en una capilla que se construyó para tal propósito en su rancho de Australia. En agosto, durante un concierto de su banda, 30 Odd Foot of Grunt, el actor y también cantante anunció feliz que con su esposa serían padres. Al día de hoy, tienen dos hijos, Charles, de 16 años, y Tennyson, de 13.
Llegó el estrellato y llegaron los problemas. Los cambios de humor, las salidas de tono, los bandazos personales y profesionales, las denuncias. En junio de 2005 Crowe le pegó un golpe en la cabeza con un teléfono a Néstor Estrada, un empleado del hotel Mercer de Nueva York, y fue condenado a pagar 100 mil dólares. El estreno de Robin Hood, en 2010, de nuevo de la mano de Ridley Scott, parecía colocarlo en el plano de las estrellas de nuevo. Demostraba simpatía.
«Creo que mis mejores trabajos, los más profundos, son El luchador y Una mente brillante«, afirmó para El País en 2013. Entonces explicó que se iba «acostumbrando» a la exposición mediática. «Ya no respondo con tanto miedo al entusiasmo de la gente. Antes me molestaba mucho. Ahora también lo veo a través de los ojos de mis hijos. Tengo que darles un buen ejemplo, lo peor que puedo hacer es reaccionar negativamente», relataba, con el trasfondo de aquel telefonazo de 2005. «Todos podemos ser desagradables. Simplemente, yo lo reconozco».
Es habitual ver a Crowe en distintos registros y con físicos muy variados. Para Gladiador perdió 18 kilos y para Red de mentiras (2008) subió 29 a base de cupcakes y hamburguesas con queso para desayunar. Engordó 30 kilos para Dos tipos peligrosos, en 2016, hasta llegar a los 120 kilos; en seis meses perdió 24 de ellos. Para meterse en la piel de Roger Ailes, ejecutivo de Fox fallecido en 2017, en la miniserie The Loudest Voice, subió de peso, pero también se ayudó de una prótesis. Los médicos le llamaron la atención por el descontrol de su presión arterial y su colesterol. Perder peso ya no le resulta tan fácil. «A mi edad, tengo que vigilar todo lo que como. Tengo que ser muy disciplinado. Si olvidas esa disciplina, todo se pierde. Y pasa muy rápido», explicó hace unos años.
En lo personal, su vida también ha sido una montaña rusa. En 2012 anunció su separación de Spencer, y ahora sale con la bióloga Terri Irwin, viuda del zoólogo Steve Irwin, conocido como «el cazador de cocodrilos». Su carísimo divorcio con Spencer se alargó durante años. Tanto que el actor se vio obligado a subastar buena parte de sus recuerdos personales y profesionales para costearlo. En 2018 y a través de la casa Sotheby’s sacó a la venta 227 lotes con objetos que le pertenecían. «El divorcio tiene su manera de hacerte examinar las cosas que son importantes en la vida (y las que no)», explicaba en un comunicado. «A lo largo del proceso, me he dado cuenta de que tenía muchas cosas: de mis trabajos, objetos que coleccionaba y cosas en general. Cajas y cajas de cosas. Por ello, siguiendo el espíritu primaveral de buscar aire fresco, aquí hay una selección de esa colección». En esa «selección» incluso se deshizo de la armadura de Gladiador por 125 mil euros, diciendo adiós para siempre aquella célebre coraza que le dio a la gloria.
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