Hace tres meses, Deus Ex Machina montó el “Campamento Blanco” en la Universidad Metropolitana. Establecieron jornadas intensas de trabajo para ensayar las tres obras de teatro y preparar el estreno de una nueva pieza que conforman la oferta del “Ciclo Sergio Blanco”, que inició el jueves pasado en Trasnocho Cultural y marca el noveno aniversario del grupo teatral creado por Rossana Hernández, Elvis Chaveinte y Gabriel Agüero.
Fue en el quinto aniversario, en 2018, cuando comenzaron a explorar la dramaturgia de autoficción del francouruguayo Sergio Blanco. Tebas Land marcó el inicio de un trabajo de investigación sobre sus obras que no se ha detenido desde entonces. Un año después llevaron a las tablas La ira de narciso. Y, aunque hubo un pequeño paro por la pandemia en el que hicieron experimentos virtuales, en 2021 regresaron con El bramido de Dusseldorf.
El ciclo ofrece estas tres obras los viernes, sábado y domingos en Trasnocho Cultural. Los jueves se presenta Kassandra, un montaje invitado. Estrenan, además, una nueva obra de Blanco: Cuando pases sobre mi tumba, en la que actuarán Daniel Jiménez, Elvis Chaveinte y Abilio Torres, bajo la dirección de Rossana Hernández, quien también ha dirigido las tres piezas anteriores de Blanco.
Contarán con la presencia de Agüero, quien protagoniza La ira de Narciso. El hecho de que haya emigrado a México no ha impedido que siga trabajando en Venezuela, explica Rosana Hernández. “Lo vemos como algo natural de que haga vida afuera y también acá. Hay una relación constante. Todas las propuestas se trabajan en conjunto, forman parte de los talleres online. Y en caso de que Elvis o yo decidamos en algún momento trabajar afuera, también lo vemos así. Nunca hemos visto la posibilidad de desentendernos de Venezuela; creo que es imposible”.
Con el apoyo de la Embajada de Francia, se contemplaba también la visita por primera vez al país del dramaturgo; un ciclo completo en su honor en el que estaría presente. Vería por primera vez sus obras interpretadas por Deus Ex Machina. Los videos no son lo suyo, dice Hernández, porque “en las grabaciones de teatro, a menos que cuentes con una producción de varias cámaras, pensando en el registro, no se puede apreciar lo que puede haber en un montaje”. También estaban programadas charlas magistrales.
Pero el fin de semana, el grupo informó que “debido a un imprevisto y grave contratiempo de salud de un familiar muy cercano, Sergio Blanco se ha visto en la imposibilidad de viajar a Caracas”. “El dramaturgo y director teatral nos ruega expresarles a todos su profundo estado de congoja y pide disculpas por las molestias ocasionadas por esa situación”, agregó el comunicado.
Después de Uruguay, Venezuela es el país donde más se han representado los textos de Blanco, por lo que se convirtió en un lugar importante para el autor, indicó en palabras previas a su llegada, difundidas por Deus Ex Machina. “Saberme pronto en Caracas es algo que me hace muy feliz porque siento unas ganas profundas de poder abrazar a todos los equipos que han hecho mi teatro con la misma intensidad y belleza con la que ellos han abrazado mis piezas”, escribió.
Añadió más adelante: “Ser hospedado por un teatro que lleva este nombre [Deus Ex Machina] me lleva a inscribirme en la convicción de que pese al momento oscuro que estamos viviendo, pronto encontramos un nuevo orden que traerá justicia, paz y libertad… Porque como bien nos lo enseña Martín Fierro y como tanto lo repetíamos durante nuestras dictaduras suramericanas de los años setenta en el Río de la Plata: no hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte”.
Las piezas de Blanco, reconocidas internacionalmente, fueron bien recibidas en sus temporadas en Venezuela. Tebas Land recibió tres premios de la Asociación Venezolana de Crítica Teatral (Avencrit): Mejor Actor para Kevin Jorges y Mejor Dirección y Producción para Rossana Hernández. Luego Gabriel Agüero fue reconocido como Mejor Actor por su trabajo en La ira de Narciso.
Sin embargo, tal éxito no representa una presión para el grupo, afirma Hernández. “Para mí cada obra es un universo distinto, aunque se relacionan entre sí. Cada montaje tiene sus necesidades y yo lo que trato es ir con ese texto sin plantearme que tiene que ser mejor que el anterior”.
Una dramaturgia para hacer preguntas
Desde hace al menos tres años, Deus Ex Machina manejaba la idea de presentar el Ciclo Sergio Blanco. A principios de este año finalmente concretaron el proyecto.
Estos textos cruzan relatos reales de la vida del autor, en los que se representa a sí mismo, con partes ficticias en las que se convierte en un personaje. El público está consciente de que le van a mentir, hay un pacto tácito. Como los tiempos que corren, las obras no son lineales, sino que suelen dar saltos, repetirse, revisarse y agregar elementos, en constante estimulación al espectador.
Para Deus Ex Machina montar estas piezas les brinda una posibilidad de crear un espacio estimulante a nivel creativo, así como una puesta en escena que genera cuestionamiento constante tanto al actor como al espectador.
“Nosotros somos de los que pensamos que no tenemos que concluir o sentenciar absolutamente nada con los trabajos. Sino abrir la posibilidad de preguntar sobre ese asunto que estamos tratando y los textos de Sergio nos proponen estar en ese lugar”, explica Hernández. “Trabajando con estos remontajes, como en la primera oportunidad, no terminamos de cerrarlo todo; nos seguimos preguntando cosas”.
No solo ofrece posibilidades para los actores, sino también para los espectadores. “No subestima a la audiencia”, afirma Hernández. “Creo que los considera un elemento primordial del hecho teatral y lo invita a participar activamente de lo que se está dando y considera que es capaz de hacerlo”.
Añade: “No es complaciente, no es de los que piensa ‘a la gente le gusta algo banal, entonces por eso voy a hacer algo banal’. Él no entra en ese juego, sino todo lo contrario. Piensa mucho en el actor y le da oportunidades de abordar su trabajo desde otro lugar”.
Una curaduría de oferta teatral
Las tres obras de Sergio Blanco forman parte de una oferta teatral curada por los fundadores de Deus Ex Machina. Para ellos no se trata de presentar un montaje por el simple hecho de crear una oferta teatral, sino de comunicar inquietudes, crear preguntas, incentivar el diálogo. Fundaron el grupo en 2008, pero no fue hasta 2013 que dieron con la obra que expresaba su propuesta: Saverio el cruel del argentino Roberto Arlt.
Desde el principio fue un grupo contestatario en la escena venezolana, tanto en los temas que trataban como en la exploración de la puesta en escena. “Sentíamos en ese momento que estaban pasando muchas cosas alrededor que necesitaban contarse o hablarse, pero no podíamos porque a veces trabajábamos con agrupaciones que hacían remontajes de obras exitosas de hacía muchos años o veíamos en cartelera obras que no tenían nada que ver con lo que estaba ocurriendo”, recuerda Hernández.
Añade: “No nos interesa desarrollar nuestro oficio desde la comodidad, desde esta posición de generar por generar material. Trabajamos a partir de qué queremos decir, qué queremos abordar. Lo importante es que [las obras] nos resuene desde algún punto de vista. No vemos las obras de teatro sólo como un espectáculo, sino también como un espacio de investigación”.
Y, como en sus comienzos, siguen teniendo preocupaciones sobre el quehacer teatral, sobre todo de la formación actoral en el país. “Abundan talleres de formación, pero no todos lo hacen de una manera seria. Con el rigor y la disciplina que el teatro requiere. A veces vemos mucha charlatanería, aprovechamiento”, dice Hernández, aunque destaca el trabajo de espacios como La caja de Fósforos, el Gimnasio de Actores y el Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural. “Hay una gran demanda, pero no es suficiente. Hay pocos y ellos tampoco pueden ofrecer esto durante todo el año”, señala.
El aporte de la agrupación a la formación comenzó hace tres años. “Es una forma de transmitir nuestra experiencia como grupo que se ha desarrollado en unos años difíciles y con esto, de alguna manera, demostrarle a las nuevas generaciones que es posible hacer teatro en Venezuela aún en estas circunstancias”, dice la directora. Apuntan a “una autonomía del artista, que no solo sea un instrumento más de la puesta en escena, sino que también los jóvenes sepan que ellos son capaces de generar su propio trabajo”.
En nueve años, Deus Ex Machina ha llevado a las tablas 13 obras, ocho de ellas de seis autores internacionales, tres de dramaturgos venezolanos y dos textos originales de Elvis Chaveinte. El primero fue Trece rosas (2015), que es la historia de 13 jóvenes encarceladas y fusiladas en la España franquista, inspirado en el libro homónimo del español Carlos Fonseca. Un año después estrenaron La crema y nata, que sigue a un pran que se postula a la presidencia desde la cárcel. Esta última fue merecedora del Premio Isaac Chocrón en 2016.
En planes está la producción de otro texto de Chaveinte, posiblemente el año que viene para el décimo aniversario. “Nos interesa el trabajo de dramaturgia de Elvis, precisamente por las temáticas que aborda y su lectura de lo que nos ocurre como Nación”, dice Hernández.
Si bien han trabajado obras que hablan del papel de la mujer en la sociedad (Mirjana y los que la rodean), las diferencias y la intolerancia (Mi hijo camina un poco más lento) o la violencia intrafamiliar (Emilia), apuntan más allá. Se ven creando puentes entre el teatro venezolano y la escena internacional con su propio espacio. “En el fondo queremos hablar de las angustias y de las inquietudes del ser humano contemporáneo, que es el momento que estamos viviendo nosotros; un momento para nada sencillo”.
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