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Roman Polanski: «Hace mucho tiempo que soy víctima de mentiras»

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El director Roman Polanski retrata en su nueva película, El oficial y el espía, que aún no tiene fecha de estreno en Uruguay, el caso Dreyfus, que marcó la historia de Francia a finales del siglo XIX.

La injusta condena a Alfred Dreyfus, un oficial judío, por un espionaje del que era totalmente inocente dividió a la sociedad. Además, impulsó uno de los textos fundacionales del periodismo moderno, Yo acuso, de Émile Zola.

Los ecos de aquel escándalo llegan hasta nosotros, como ha demostrado el éxito que ha tenido el filme en Francia, donde se estrenó en noviembre. La película recibió el León de Plata en el Festival de Venecia y se suma a una de las filmografías más sólidas y sorprendentes del cine mundial. Polanski es autor de títulos como El pianista, Tess, Chinatown, El bebé de Rosemary o El inquilino.

Superviviente del Holocausto, gran parte de su familia fue masacrada en Auschwitz. En 1969, su esposa Sharon Tate resultó asesinada de una forma atroz cuando estaba embarazada. En 1977, violó a una menor de 13 años de edad, Samantha Geimer, un delito que ha reconocido y por el que no puede volver a Estados Unidos.

El estreno francés de El oficial y el espía coincidió con una nueva acusación de violencia y abusos sexuales, en 1975, contra una joven de 18 años de edad. El director casi no ha concedido entrevistas desde entonces.

Esta conversación tuvo lugar por teléfono a mediados de diciembre y los agentes de Polanski pusieron dos condiciones: que durase 20 minutos y que se centrase en la película, sin preguntas concretas sobre las nuevas acusaciones contra él, que en una entrevista con Paris Match calificó de falsas y aberrantes.

Sin embargo, finalmente, sí aceptó ser preguntado sobre cómo todo esto afecta a su reputación y a su película.

— ¿Cree que el caso Dreyfus sigue siendo un asunto que habla del presente?

— Mucho. En el fondo habla de la verdad y la forma de establecer la verdad. Si dejamos a un lado el problema del antisemitismo, eso es lo que queda, lo más importante en todo caso.

— Usted vive en Francia, donde existe un gran problema de antisemitismo. ¿Le trae los recuerdos más terribles de su infancia?

— Cuando rodábamos la secuencia del auto de fe contra Dreyfus y las escenas en las que la gente escribe eslóganes antisemitas en las vitrinas de las tiendas, justo en ese momento hicieron lo mismo a unas pocas calles del lugar donde trabajábamos. Escribieron jude en un restaurante. También pusieron cruces gamadas en retratos de Simone Veil.

— Ha vuelto a trabajar con el escritor británico Robert Harris, que ya adaptó en El escritor oculto. ¿Eligió al personaje de Picquart, el militar que investiga el caso, como protagonista porque ya lo es en la novela en la que se basa la película?

— No. Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a dirigir una película sobre el caso Dreyfus, pensaba que era un tema muy bueno para una película. Creo que es un tema importante y que hacer películas sobre temas importantes siempre es más satisfactorio. Después de haber colaborado en El escritor oculto, le propuse a Harris trabajar sobre Dreyfus. Nos pusimos a escribir, pero no funcionaba. Tratamos de contar la historia desde el punto de vista de su protagonista y nuestros primeros esfuerzos se centraban en Dreyfus. Pero comprendimos que el problema era este, porque todo lo que resultaba interesante durante este caso tuvo lugar en París mientras que él se pudría en la isla del Diablo. ¿Qué podemos contar desde ese confinamiento? Le encadenaban por la noche, le liberaban por la mañana. Y a Robert Harris se le ocurrió adoptar el punto de vista de Picquart. Me pareció muy buena idea, pero yo hacía mucho tiempo que no trabajaba y le dije que tenía que hacer una película para ganarme el pan. Me dijo: “Haz otra película y yo escribo el libro”. Es lo que hicimos. Rodé La venus de las pieles y él publicó El oficial y el espía. Harris suele escribir sobre acontecimientos históricos y realiza investigaciones a fondo. Eso facilitó la reescritura del guión. Pero el libro lo escribió después del primer borrador.

— Georges Picquart es un antisemita que no defiende a Dreyfus porque considere que es indignante que un inocente esté en prisión, sino para defender al Ejército. Acaba convertido en un héroe, pero, ¿cree que es un héroe por los motivos equivocados?

— Es un héroe, es alguien que es justo porque su objetivo es defender la verdad. Me gusta mucho una de sus réplicas: «Hubiese preferido que fuese culpable porque la vida sería mucho más fácil».

— ¿Y cree que la verdad está en peligro en Europa en estos momentos?

— Sin duda, absolutamente. No hay verdad, está lo que llamamos posverdad. Solo importan las emociones. La verdad histórica o científica no tiene ninguna importancia. Decimos que algo es la verdad porque nos viene bien. Es algo muy triste. No pienso que la verdad histórica o científica tenga una oportunidad en nuestras sociedades.

— ¿Lo dice también por las acusaciones contra usted? ¿Se ha preguntado por qué casi nadie le cree?

— Hace mucho tiempo que soy víctima de mentiras.

— ¿Cree que su película podrá verse en Estados Unidos?

— No lo sé. Habrá que preguntar a otros. Hacemos películas para que la gente vaya a verlas y la esperanza de cualquier director es que multitudes vayan a ver su trabajo. No soy diferente de los demás.

— ¿Le preocupa que se piense que la película es una metáfora sobre su propio caso?

Es realmente aberrante y estúpido decir que me creo Dreyfus. Es otra mentira, otra forma de insultarme.

— ¿Le preocupa que esto afecte la forma en que se ve la película y la forma en que se verán sus películas en el futuro?

— Depende del espectador. No se puede generalizar. No se puede meter a todo el mundo en el mismo saco.

— Dreyfus, que es la víctima sin duda, no es un personaje nada simpático.

— Es otra razón por la que no funcionaba al principio, porque no era nada simpático. Era muy frío. Era otra de las razones fundamentales para contar esta historia desde un punto de vista exterior y no desde su propia mirada.

— Hay un momento en que Picquart va a visitar a su antecesor en los servicios secretos y este le lanza un discurso sobre que no reconoce ya a Francia porque está llena de extranjeros. ¿No le da la sensación de que estamos escuchando a alguien del Frente Nacional?

— No solo los documentos que aparecen reproducidos en la película son exactos: todo es auténtico en este filme. La mayoría de los diálogos están, al menos, basados en diálogos auténticos. Como el caso pasó por diferentes procesos, todo fue estenografiado y se puede encontrar lo que se dijo. Reconstruimos diálogos que son verídicos.

— ¿Piensa que hay alguien en Europa actualmente que tenga la fuerza moral que Émile Zola demostró en esta historia?

— Yo mismo me lo pregunto, si alguien así pertenece más al pasado que al mundo de hoy. Sinceramente no puedo responder a esta pregunta, porque de vez en cuando nos vemos sorprendidos por el heroísmo de cierta gente.

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