El director de orquestas Rodolfo Saglimbeni tiene una vida de maletas. Su casa está en la capital venezolana, donde es titular de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas desde hace 16 años. Fue un ir y venir constante definido por su actividad profesional en el exterior, hasta que en 2015 su actividad internacional se concentró, sobre todo, en Argentina, donde fue seleccionado como director artístico de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo. Ahora, en septiembre, agregó un nuevo destino permanente a su agenda: Chile.
“Por una amplia mayoría, los miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile aprobaron nombrar al maestro Rodolfo Saglimbeni como director titular del conjunto, cargo que asumirá durante este período excepcional, liderando el trabajo artístico y de programación”, informa el comunicado de prensa de la agrupación más antigua de ese país.
No es la primera vez que Rodolfo Saglimbeni trabajará con ellos. Sus proyectos con la orquesta comenzaron en 1999 cuando fue galardonado con el Premio Director de las Américas, lo que promovió algunas presentaciones como director invitado. Desde ese momento participó en varias temporadas con la orquesta, conformada por 100 músicos aproximadamente. “Confió en mi trabajo cuando era muy joven y eso significó muchísimo en mi carrera. Todo el trabajo que hago en Suramérica tuvo sus inicios en Chile y, de alguna manera, se extendió a Argentina y Uruguay, entre otros lugares”, expresa el director barquisimetano de 56 años de edad.
Saglimbeni llevará la batuta hasta diciembre de 2021, cuando la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile celebrará el octogésimo aniversario y está prevista la culminación de su nueva sede: el centro cultural Vicuña Mackenna 20, con una sala de conciertos dotada de la mejor acústica de Chile y 1.200 butacas. Actualmente ensayan en el Teatro Novedades debido a que las labores de construcción incluyen el Teatro Universidad de Chile, sede de la agrupación. Tienen proyectado regresar a finales de octubre.
Su trabajo comenzó formalmente el 12 de septiembre con un concierto en el Centro Cultural Kirchner, en Argentina. El programa incluyó el Concierto para piano N°2 de Shostakóvich, con Luis Alberto Latorre como solista; “Adagio” de la Sinfonía N°10 de Mahler y la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky.
El espectáculo fue presenciado por casi 2.000 personas en el complejo cultural más grande de Latinoamérica y con una de las mejores acústicas. “Realmente la orquesta fue recibida por un público muy entusiasta que brindó a una ovación de pie al final del concierto”, cuenta Saglimbeni.
—¿Qué se propone estando al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile?
—Estar al frente de un proyecto como la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile significa construir sobre la sólida base que ha tenido esta orquesta en los casi 80 años que tiene de vida. Se elabora una programación para el próximo año, y luego una a mediano y largo plazo. Es plantear un trabajo de corte artístico en el que se toman decisiones en conjunto con el comité de los músicos y, eventualmente, con la dirección administrativa de la orquesta. Abarca aproximadamente 40 programas. Es un trabajo bastante grande y lo hacemos con base en lo que ya conocemos de la orquesta. Se toma todo lo bueno y crecemos de allí en adelante. Este trabajo lo hice y lo hago con la Orquesta Municipal de Caracas, con la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo y ahora me toca hacerlo en Chile. Enriquece muchísimo.
—¿Cómo sobrevive la música clásica en un momento en el que las audiencias reciben estímulos de todos lados constantemente, además de que existe un gran abanico de opciones de entretenimiento?
—Con creatividad. Con conciertos con niños, con las escuelas, familias, incorporar la ópera, el ballet. La música clásica tiene cabida. No es una lucha. Esto nos apasiona a nosotros y mi misión es que esto que nos apasiona lo podamos compartir con la gente.
—¿Qué piensa del éxodo de músicos venezolanos? Hay orquestas en Miami y en Argentina con músicos formados, en su mayoría, en el sistema de orquestas.
—Yo lo veo como una situación que hay en Venezuela, no solamente de los músicos. Todos sabemos la situación por la que pasa el país. Lo importante de todo esto, viéndolo desde el punto de vista positivo, es que muchos de esos músicos vienen a estos países y consiguen trabajo en su profesión porque realmente Venezuela es una potencia mundial musicalmente. El músico venezolano está muy bien cotizado y respetado porque en el país se ha hecho una tradición musical de mucho calibre.
—¿Qué les dice a los músicos que siguen en Venezuela tratando de formarse y vivir de la música?
—Que sigamos. Eso lo hacemos todos. No es fácil, pero seguimos en eso. El arte es una actividad que también se ejerce como una profesión. Hay momentos buenos, malos, y otros muy difíciles. Todos los artistas hemos vivido eso. Yo en este momento puedo decir que tengo un buen trabajo, pero también fui un estudiante precario que no tenía donde vivir en Inglaterra por seis años y logré subsistir. Son ciclos que pasan. Trabajando, persistiendo y haciendo lo que sabemos hacer podemos salir adelante, a pesar de que haya dificultades. Hay momentos que son de mayor luz y los hay de menor luz, pero no es imposible.
Chile implica reorganizar la agenda. Ya no es solo Argentina y Caracas, donde estará la mayor parte de octubre entre proyectos con la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, la Sinfónica Simón Bolívar y la Juan José Landaeta. Dice que con el tiempo aprendió a vivir así. “Mi casa es Caracas, el resto es vivir en una maleta”.
@HeeyCrysly