Un centenar de periodistas de medios iberoamericanos esperaban a que Ricardo Arjona apareciera en la pantalla del Zoom para contar los pormenores de su más reciente disco, titulado Blanco y que es el primero de dos álbumes que el guatemalteco tiene listos (el segundo se llama Negro y no tiene fecha de lanzamiento aún).
El encuentro duraría 45 minutos para escuchar sus historias y que él mismo leyera algunas preguntas que sus agentes habían preseleccionado.
«Es una conferencia de prensa egoísta esta. Solo habla el cantante», bromeó Arjona, después de exponer durante casi 20 minutos el origen de Blanco –que conocieron en adelanto exclusivo sus fanáticos y miembros de la plataforma Mundo Arjona y que la semana pasada se liberó para el resto del público en plataformas digitales–.
En algún momento, Arjona decidió cambiar las reglas del encuentro con la prensa y responder en directo preguntas, hacer una verdadera rueda de prensa. «Se van a enojar conmigo», dijo viendo de reojo a su mánager. «O nos podemos quedar aquí hasta mañana».
Estos son algunos extractos de ese encuentro, que en palabras del mismo Arjona revela detalles de la producción que grabó en los míticos estudios Abbey Road, en Londres, con músicos en vivo.
El origen del proyecto
«Junio, 2019. Londres, una noche cualquiera. Yo estaba grabando un disco que se llamaba Mujeres, que tenía que ver con la canción famosa, pero que se cruzaba con la relevancia que ha adquirido la mujer en los últimos tiempos.
Era un disco de diez temas inéditos, grabados a dúo con diez mujeres.
Esa noche salgo a un bar, solo, y me encuentro con dos hinchadas de fútbol que terminan peleando, empezaron a llover ceniceros, botellas… y yo pensaba, qué loco todo esto.
Cuando llegué al hotel grabé una nota de voz: ‘¿Quién le dio los hongos al dios que nos hizo? ¿Quién me da respuestas para este misterio?0 (el comienzo de la canción ‘Hongos’, primer sencillo del álbum).
Abandoné el proyecto de las mujeres y arranqué este nuevo, sin saber que iban a ser dos discos ni cómo se iban a llamar; no tenía en la cabeza grabar en los estudios Abbey Road –porque son muy difíciles de conseguir–. Se les ha dado mucha relevancia por lo míticos, porque los Beatles grabaron casi toda su discografía ahí, pero lo realmente importante es que usamos los métodos que usaron los que grabaron en aquella época. Era algo que se sumaba al afán mío de desarrollar un proyecto en sentido opuesto a lo que está haciendo todo el mundo. De ahí nació la frase: ‘Díganme qué hay que hacer, para no hacerlo’.
Hacer sesiones acústicas, grabadas en vivo, ir en contra de todo lo que se hace actualmente es mi manera de defender lo que yo hago y la música en la que creo».
Sesiones en Abbey Road
«Yo quería empezar a tocar en vivo en ese estudio, como lo hacían hace años. Necesitaba la complicidad de cinco músicos y la conseguí.
El primer día fue terrible, yo estaba muy asustado, sobre todo por ese complejo que tenemos los latinos de que nos achicamos cuando vemos cosas grandes.
Pero a esta altura tengo claro lo que quiero y que debo hacerme caso a mí, hoy es la respuesta correcta, incluso cuando me equivoco».
Dúo con Pablo Alborán
«Hoy en día, las colaboraciones se dan por distintos intereses, menos musicales. Lo de Pablo fue muy genuino. Él decidió grabar ‘El amor que me tenía’ con un piano malísimo que yo le había enviado, hizo cinco ‘tracks’ fantásticos a los que les monté unas armonías cuando me los regresó. Luego repetimos el piano, en manos de un profesional, y quedó muy bien.
El proyecto frustrado
«En enero teníamos los dos álbumes completamente terminados. También planeábamos publicar un libro, con escritos míos, en el que se empaquetarían los discos. Además de hacer una exposición de arte itinerante que acompañaría una gira de conciertos por ocho ciudades para tocar en vivo los discos y presentar el libro. En enero y febrero se nos fue la vida buscando cómplices lo suficientemente locos como para entender esto. Fue muy difícil».
El reguetón
«Yo no riño con el reguetón, simplemente ocupó el espacio que dejaron otros géneros, que dejamos libre, de alguna manera. ¿Que cómo se defienden los géneros? Eso es otra cosa, no se defienden haciendo duetos con reguetoneros. Eso no me gusta, la mejor forma de defender el rock es haciendo rock, o las baladas, pues haciendo baladas mejor que nunca».
Su carrera
«Mi más grande excentricidad es hacer lo que me da la gana. Unos se compran carros; otros, aviones; yo hago eso.
Cuando haces un proyecto no tienes que pensar a dónde va a ir a parar, tienes que pensar cómo te va a emocionar.
Uno de los productores me preguntó: ¿qué mierda vas a hacer con un disco como este en América Latina? Ellos saben lo que está sonando aquí. Bueno, si suena solo en mi casa, yo seré feliz.
Lo que me he dado cuenta en el proceso es que hay mucha gente ávida por recibir este tipo de propuestas».
Blanco en Mundo Arjona
«Yo lancé el disco en la plataforma con membresía por loco, por contradecir un poco, por no aburrirme. Hoy en día tengo una posición frente a la industria de la música, de un aburrimiento tremendo, así que trato de evitarlo a toda costa. La industria huele a urgencias financieras y a situaciones que le dejan muy poquito al azar: se generó una suerte de método para cursar las vías perfectas para alcanzar el éxito. Y son las mismas para todo el mundo. Yo decidí no seguirlas, pero no por ser el rebelde sin causa o un tipo que quiere llevarle la contraria a todo, sino entretenerme.
Mundo Arjona fue crear un gueto, una familia que nos permitiera transitar primero caminos propios».