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El reto de los centros culturales: calidad en tiempos de inflación

Los directores de las instituciones asumen el compromiso de ofrecer una buena programación a precios accesibles para el bolsillo del consumidor, cada vez más golpeado por la crisis

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No es sencillo programar actividades culturales en un ambiente de incertidumbre, en el que los protagonistas de la escena son la inflación, la diáspora y la inseguridad. Este panorama ha llevado a los directores de los centros culturales a reinventarse y plantear nuevas estrategias para hacer frente a la crisis económica, con una oferta de calidad y a un precio accesible para el público.

En el Centro Cultural BOD se evalúa constantemente el mercado de manera que se pueda encontrar un equilibrio que funcione para los coproductores y artistas, cuenta Yubirí Arraiz, vicepresidente artístico y corporativo de la sala de La Castellana. “Ha crecido la demanda de conferencias, cursos y talleres, áreas que hemos incorporado a nuestra oferta en los últimos dos años”, señala.

Este año la respuesta del público ha sido muy buena, dice Arraiz. “Se extendió la primera temporada teatral por tres semanas y se han abierto funciones adicionales de conciertos, dada la demanda”, agrega la vicepresidente. En el futuro esperan incrementar la programación infantil y juvenil.

Entre los espectáculos más vistos de este año menciona, entre otros, los conciertos de Laura Guevara y Nella Rojas. Mientras que en teatro están Tania en pelotas y Sospechoso han agotado la taquilla.

Rafael Barazarte, jefe de prensa del Trasnocho Cultural, afirma que son el centro cultural más económico en la actualidad, a pesar de que deben ajustar constantemente el precio por la inflación. “Lo que nos da un poco de miedo no es el hecho de perder público, sino que el público se pierda la cultura”.

El centro cultural de Paseo Las Mercedes tiene una audiencia cautiva por su constante oferta de cine de autor y teatro. Sin embargo, afirma, para aumentar los ingresos en taquilla deben decantarse en algunas oportunidades por filmes comerciales.

La afluencia de público se ha mantenido y crece mes a mes. Programas realizados en conjunto con embajadas como los festivales de cine y los diversos usos del Espacio Plural, en el que ofrecen charlas y conciertos, atrajeron a 28.057 espectadores en marzo.

En cuanto a los géneros preferidos en el teatro, Barazarte indica que la comedia es la reina, mientras que el drama normalmente decae hacia final de la temporada. No ofrecen stand up, pero los jueves de Improvisto es un lleno de sala seguro. La reposición de Los hombros de América, clásico del teatro venezolano escrito por Fausto Verdial, ha agotado las funciones desde su estreno hace pocas semanas.

“Muchas de las producciones teatrales que hemos tenido últimamente han surgido de eso que llamamos el método de la nevera: ver qué consigo, qué tengo y con eso monto mi escenografía”, dice Barazarte para explicar cómo logra disminuir los precios de producción.

El Centro Cultural Chacao ha adoptado la forma de la coproducción para afrontar la inflación. “Ofrecemos la sala, pues el alquiler pasó de 10 millones a 30 millones de bolívares diarios”, afirma el nuevo director del lugar, Ricardo González. “El porcentaje que establecemos es de 35% para gastos operativos del centro y 65% para los productores”.

A pesar de los esfuerzos, asegura que es necesario el apoyo de las embajadas y de la empresa privada. Así sucedió con la temporada de zarzuela, en la que se presentó el espectáculo Los Gavilanes, que hasta ahora ha sido lo más visto del año y que agotó sus tres funciones.

Douglas Palumbo, coordinador general del Teatro Premium de Los Naranjos, señala que el punto focal de la programación es especialmente infantil. En cuanto a las obras para adultos el estilo predominante es el stand up. “Casi siempre las noches son de comedias Cuando incluimos obras que no son de humor el público no acude en gran cantidad”, agrega.

No es una tarea sencilla cubrir los gastos, por eso cada dos semanas, aproximadamente, se incrementa el precio de las funciones. “Todo está dolarizado. Y cuando vas a vender las entradas no puedes llevar el precio a dólar”, expresa.

La afluencia de público es variable, durante una semana pueden agotar todas las funciones y luego cae 20% o 30% la venta de entradas. “Es muy irregular, excepto honrosas excepciones. Las temporadas no pueden ser tan largas y los productores necesitamos que lo sean para recuperar la inversión. No escapamos a la realidad de la devaluación y la hiperinflación”, dice Palumbo.

La directora de Teatrex El Bosque, Susana Baserva, cree que el trabajo de un centro cultural es sacar a la gente de sus casas. “El criterio para escoger los espectáculos que se presentan está planteado para vencer la desesperanza del venezolano”, afirma. Sin embargo, asegura que la crisis económica ha afectado la programación de espectáculos por diversos factores. “Me atrevo a decir que lo que nosotros hacemos es casi una labor social porque esto no es un buen negocio”.

El año pasado fue interrumpida la programación por los disturbios que se registraron entre abril y julio en contra del gobierno de Nicolás Maduro. “Este año se ha duplicado la presencia de espectadores con más de 14.000 personas”, informa Baserva.

Para mantener los espacios Teatrex fija 50% entre las salas y el productor. Mientras que para producciones musicales el porcentaje de la sala es menor de 40%. “Los montajes musicales y conciertos son los más caros y como los productores tienen tantos gastos, en estos casos se quedan con un mayor ingreso”, aclara la directora.

Agrega que el centro de El Bosque se ha visto en la necesidad de replantear su programación. “Antes realizábamos temporadas de 8 a 10 semanas, y ahora hacemos únicas funciones”, revela. “La razón principal ha sido la diáspora de talentos, pues se nos ha dificultado tener un elenco sólido durante un largo período de tiempo”, añade. Por esta misma razón, han disminuido las ofertas de producciones clásicas; pero, a su vez, han abierto las puertas a artistas emergentes.

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