En pleno auge de su carrera profesional la vida le colocó la dolorosa prueba de enfrentarse a un cáncer terminal, batalla que le reveló la llave maestra para encontrar la felicidad. Libre de la enfermedad y con una energía avasallante, se dispone a incursionar como empresaria de la cosmética, regresar por la puerta grande a la televisión venezolana, presentar su libro y ampliar la familia.
Un ritmo de vida que para cualquier persona pudiera ser envidiable. Saboreaba las mieles del éxito y los aplausos de una carrera labrada con tesón, aunque siempre a prisa, las responsabilidades de la maternidad, los compromisos profesionales y los deberes familiares. “Creo que tenía un año o dos en una búsqueda interna que no comprendía, me desvelaba hasta las tres de la mañana, no entendía por qué y pensaba ‘quiero dormir, quiero descansar, tengo muchas cosas que hacer como para desvelarme’. Yo estaba sufriendo mucho porque no tenía en cuenta hacia dónde iba y lo que quería. Mi cuerpo venía muy cansado y algo me decía ‘para, despierta y continúa’. El cuerpo es como una bomba de tiempo que explotó a ese llamado que no entendía y se enfermó”.
El 17 de octubre de 2016 es una fecha que Josemith Bermúdez recuerda como el día en que comenzó una fiebre que no paró. Un diagnóstico que, aunque claramente explicado por el médico especialista, indagó en el buscador de Google apenas llegó a casa. Lo que comenzó como un quiste en un ovario resultó en un cáncer metastásico de fase 4. “¿Pero, qué significa ese nivel, será que esto llega hasta el 10, sobre qué tabla se mide? Cuando me doy cuenta, la fase 4 era la etapa terminal de la enfermedad. Fue muy duro, doloroso. Muchas preguntas se dispararon en mi cabeza, algunas ni siquiera se las dije al doctor, lo único que hice fue preguntarme ¿y ahora, qué hago?”.
Los miedos la arroparon totalmente, la depresión llegó acompañando la noticia. “Creo que te derrumbas muchas veces, pero me preparé para todo, incluso para morirme, aunque no recuerdo quién me dijo que no nos preparamos nunca para eso”. Un mes antes de iniciar las sesiones de quimioterapia, comenzó una búsqueda espiritual en la montaña de Ciudad Fresita, un recóndito poblado en la ciudad de Mérida, donde encontraría las respuestas que tanto había anhelado. “No quiero hacer una apología del cáncer, pero a mí me llevó a apartarme de cosas que no son favorecedoras, no porque sea malo o bueno sino porque no es tu camino. Es aquello que escuchamos siempre, que todo está dentro de ti, es deslastrarte de la basura que los demás inconscientemente quieran echarte a ti y no te pertenece y que lo único importante en la vida eres tú, para poder incluso trascender hacia los demás porque si no te salvas, no puedes salvar a nadie…”
El poder del amor. Todo sumó en la búsqueda de la sanación. Dejar de discernir y simplemente confiar y apartar todo cuanto pudiera perturbar. Fue fundamental el apoyo de familiares y amistades que permanecieron a su lado incluso en las largas madrugadas en las que atacaba la fiebre. “Para mí fue revelador saber que esta gente sufría con el corazón, cuidándome, ver a mi hermana arrodillarse ante mí, mi madrina, mi mamá. Yo pude sentir ese amor. La gente estaba sufriendo conmigo, sentía cómo dejaban la vida en cada visita. Es cuando pensé que no tengo nada de qué quejarme. Lo he tenido todo aquí sin saber, hay tanto amor a mi alrededor y yo siempre pendiente de querer hacer más y más proyectos y planes, cuando realmente todo está aquí”.
Un equipo de 13 médicos –entre nutricionistas, alergólogos, infectólogos, cirujanos y oncólogos- se dedicó a detectar y exterminar esa lesión esparcida por el cuerpo de Bermúdez, un proceso doloroso y duro en el que debió ser sometida a varias cirugías, la más complicada de ellas de tipo exploratoria, que la llevó a cuestionarse en cuáles condiciones seguiría viviendo. “La medicina es incierta. Puede funcionar o no. En algún momento me dije ‘así no quiero vivir, porque esto causa no solo dolor en mí, sino a toda la gente me que ama. Esto no es bueno ni para mí ni para mis afectos”.
Una última operación posterior a la sesión de quimioterapia de la que se recuperó muy rápido y satisfactoriamente, antecede a los resultados de su más reciente biopsia, confirmados por su médico oncólogo Sergio Plotnikov: “Quiero que sepas que todo salió negativo, favorable para ti. Esto es un milagro, estamos muy felices por tu empeño’, me dijo. Yo lloré, lloré, lloré y lloré, agradecí y al mismo tiempo me preguntaba ‘y ahora qué hago con tanta salud”, sonríe.
Ha transcurrido al menos un mes desde que la animadora recibiera la buena nueva y ya, con su particular energía contagiosa, se dispone a poner en marcha muchos de los proyectos esbozados durante los meses de su tratamiento, entre ellos el lanzamiento para el mercado estadounidense de una línea de cosméticos llamada Josemith’s Cosmetics, de labiales y esmaltes. También prepara un stand up comedy, escrito por el comediante Reubens Morales, que le permitirá hacer una gira por varias ciudades de Venezuela. Además, se enfila a su regreso a las pantallas de Televen con un programa de variedades producido por su inseparable compañero de aventuras, Luis Olavarrieta; planea un campaña constante de prevención en alianza con la Sociedad Anticancerosa de Venezuela y se prepara para presentar su primer libro: un diario escrito durante la convalecencia con el que busca compartir su experiencia y transmitir el poder del empoderamiento.
A mediano plazo piensa viajar a España para una cirugía destinada a tratar una condición genética que la predispone a recaer en el cáncer, tratamiento del que espera salir victoriosa para regresar a Venezuela y cristalizar su sueño de adoptar dos niños y ampliar su familia. “Es un final muy bonito, pero yo siempre sugiero no entrar en una batalla como ésta, la mejor batalla es la que se evita. Mi reflexión es, definitivamente, atendernos a nosotros primero que nada, que la naturaleza sana, lo más simple sana, y que nos despeguemos de todo lo que nos pueda hacer daño para empezar a construir y entregar. La manera más bella de sanar es entregándote, después todo viene solo…”
“Creo que estuve preparada para irme porque sentía que necesitaba descubrir algo que la vida ya no me iba a dar. La gente me motivaba a luchar y yo pensaba que seguir luchando, compitiendo, ir contra natura del tiempo, en contra de todo, nadando contra la corriente constantemente, eso no puede ser la vida, no se puede venir a sufrir. Si se llama vida es porque tienes que vivirla. Me decía ‘si esto es así, siento que estoy lista para partir de este mundo”
“Nunca me sentí tan amada como cuando entré en ese túnel tan duro y vi tanta gente a mi alrededor sufrir lo que yo estaba sufriendo. Para mí, fue revelador”
“Sigo en una búsqueda porque creo que cuando te encuentras es muy fácil separarse otra vez de quien eres, por los preceptos de la vida, por los prejuicios con los que estamos acostumbrados a lidiar y con todas las conductas que hemos aprendido. Esto es un trabajo diario: limpiar tu mente para abrir tu corazón”
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