4:23 pm. Faltan pocos minutos para que el ensayo general para la prensa e invitados especiales del clásico Casa de muñecas, del dramaturgo y poeta noruego Henrik Ibsen. En la sala Teatro del Centro Cultural Chacao (CCCH) los presentes hablan, se toman fotos y guardan puestos para aquellos que todavía no han llegado. El público está tan concentrado en conversar animadamente sobre la pieza estrenada en 1879, que pocos se percatan de lo que sucede en el escenario. Por el pasillo central tres jóvenes con una cámara, un cable y un micrófono con una larga pértiga para grabar el sonido directo suben a escena sin acaparar la atención.
Al principio, el trío pasa desapercibido aunque se mueve sobre el escenario para coordinar con la actriz Bárbara Mijares, quien interpreta a la ama de llaves Mariana en la historia, dónde ubicar sus implementos. El grupo enciende una televisión pantalla plana que está en la mesa de la escenografía, hace las conexiones pertinentes y comienza a mostrar imágenes grabadas durante los ensayos de Casa de muñecas. El público, finalmente, muestra interés por lo que sucede en el escenario.
El trío continúa haciendo su trabajo mientras se mueven sobre la escena conformada por sillones de terciopelo azul, una mesa de centro y un comedor. Comienzan, entonces, a hacer pruebas de iluminación y tomas hasta que, finalmente, se da la bienvenida oficial al teatro. Tanto los técnicos como el público ya están listos para disfrutar de la obra que se estrenó el jueves.
La primera en entrar a escena es Nora, interpretada por Daniela Alvarado, quien se comporta como una niña perfecta que sonríe constantemente. Esposa y madre de tres hijos, la mujer luce, camina y se peina como una muñeca: bonita y alegre. Su esposo Torvaldo, interpretado por Rafael Romero, aparece luego dispuesto a complacer a su “ardillita” y a su “alondra” en todos sus caprichos. Nora es bastante derrochadora.
En apariencia es un matrimonio perfecto, abundan las risas y alegrías materiales. La pareja está feliz porque Torvaldo ha sido nombrado director del banco en el que trabaja. A finales de año asumirá el cargo, una posición que además de otorgarle estatus mejora sus ingresos económicos. Nada parece, en un primer momento, perturbar a la familia. Nora, en más de una ocasión, aprovecha el amor que se tienen para pedir dinero, que guarda frenéticamente entre sus prendas. Ambos muestran una relación que se irá transformando por el peso del secreto que oculta Nora y el riesgo que corre el honor y la reputación de Torvarlo por sus acciones.
Por sólo tres funciones, un elenco también conformado por Carolina Torres como Cristina y Paul Gámez en el papel de Krogstad, dirigida por Orlando Arocha, la propuesta reconectará al público con un gran clásico del teatro moderno. Las funciones serán este 8 de septiembre a las 7:30 pm y el 9 y 10 a las 5:00 pm como parte de los 10 años de La Caja de Fósforos.
Una telenovela en el teatro
En ningún momento la camarógrafa, su asistente y el microfonista abandonan la escena. Son parte de la propuesta del director. No interfieren con la historia. Solo Mariana, la ama de llaves, interactúa con ellos entre las transiciones. Estas se suceden en cada uno de los tres actos que conforman la pieza, la primera de Ibsen que causó tanta expectación como polémica en la sociedad del siglo XIX. En cada una de estas transiciones, la camarógrafa apaga la cámara y se sienta en el comedor. El microfonista disfruta de los sillones de terciopelo y la asistente conversa con la ama de llaves. Incluso se atreven a fumar un cigarrillo para marcar el paso al siguiente acto de la pieza. Todo ocurre en tiempo real con una propuesta que une la dinámica teatral con el proceso de grabación de una telenovela.
“Queríamos hacer un recorrido de esa línea que viene del romanticismo, pasando por el drama hasta la telenovela. También queríamos distanciar un poco al público del melodrama para que pudiera entender y comprender que en la puesta hay algo más que una historia sentimental. Es la historia de una sociedad que tiene que revisarse completamente. Todos debemos revisarnos: los hombres y las mujeres por igual”, explica Arocha.
Como parte de su propuesta, los actores presentan al público la historia de Ibsen como si los tres técnicos no estuvieran con ellos sobre las tablas. La cámara, que en más de una ocasión se acerca al rostro de los intérpretes, muestra en el fondo del escenario la retransmisión en vivo de sus actuaciones. La propuesta es, en síntesis, ver una obra de teatro mientras se graba una telenovela en tiempo real.
“Lo primero fue montar la obra, luego enfrentamos un proceso para traerla a la escena de la forma más natural que se pudiera. Queríamos mostrarla lo más humana posible. Después de eso vino el problema con las cámaras que fue otro proceso mucho más complejo”, cuenta Arocha.
Tras tener ensayos con el elenco, en el que también participa Jesús Das Merces como el doctor Rank, ensayaron con la cámara. Fue un proceso entrenar la conciencia espacial para entender que los actores no están solos en escena en ningún momento y que sus facciones y gestos quedarían amplificados por la cámara.
¿Quiénes somos?
La historia de Nora, la mujer atrapada en una casa de muñecas donde juega con sus hijos y consiente a su esposo y hace lo que sea para mantenerlo contento, no ha perdido vigencia. A juicio de Arocha, no solo las mujeres en la actualidad siguen atrapadas en su propia casita de muñecas. También muchos hombres y hasta niños. En general, dice, todos tienen su propia versión de la casa que describió Ibsen. “He visto muchos seres humanos así, todo tipo de personas, hombres, niños y todos vivimos en una casa de muñecas. Es importante detenerse y preguntarse si no estás viviendo en tu propia versión de Casa de Muñecas”, reflexiona.
La historia del dramaturgo noruego causó polémica en su época y sirve ahora para hacer un llamado de atención al público. En la pieza, Nora oculta algo que puede arruinar la reputación de su marido si se llega a descubrir. En las fiestas decembrinas pareciera que nada pondrá en riesgo su secreto, hasta que llega a la ciudad su amiga Cristina, a la que no ve desde hace 8 años. Viuda y desempleada, Cristina le pide ayuda a Nora para que le ayude a conseguir un puesto en el banco. Por intercesión de Nora, Torvaldo accede y toma la decisión de despedir a Krostag, a quien considera fraudulento e inmoral, para darle el puesto a la amiga de su mujer.
Esta decisión cambia la vida de Nora, quien, en un momento de confidencias y revelaciones, le cuenta a su amiga lo que hizo y cómo ahora su perfecta vida podría estar en riesgo si se llega a descubrir. “No se lo puedo decir a Torvaldo, lo haré cuando ya no me ame tanto y no le guste tanto que me disfrace y baile. O no le guste tanto verme hacer piruetas”, dice Nora en escena. En algún momento de la conversación, la mujer se llega a preguntar si realmente sirve para algo más profundo que solo lucir bonita y entretener a su marido.
Es esa la reflexión que a Arocha, como director, le interesaba traer a escena. Esa duda existencial y necesaria que lleva a todo aquel que conozca la historia de Nora a preguntarse si no está en su casa de muñecas. “Lo que más me interesaba mostrar con esta pieza es la necesidad que tenemos todos los seres humanos de preguntarnos quiénes somos. Esa necesidad de preguntarnos qué lugar ocupamos dentro de la sociedad. Se trata, sin duda, de una pregunta filosófica básica que tenemos que tener todos los seres humanos”.
En la pieza son precisamente esas preguntas las que hacen a Nora tomar una resolución drástica. En la época de Ibsen la historia causó gran conmoción. El dramaturgo puso en duda el modelo familiar, las costumbres del matrimonio y las creencias de la sociedad.
“Creo que tenemos que reconectarnos con los clásicos, con el gran teatro. Eso es una gran necesidad para el público venezolano. Es necesario mostrarle al público que estos autores hace tiempo que no se montan, se dejaron de montar. Es necesario reconectar con ellos. Por eso esta obra”, dice Arocha. Como parte del aniversario, además de Casa de muñecas, también se celebrará la IV edición del Festival de Teatro Contemporáneo Estadounidense hasta el 26 de noviembre. “Después de eso, en diciembre descansaremos. Ya lo que viene será en 2024”.