La reapertura de la catedral de Notre Dame el sábado tiene varias etapas litúrgicas, una de ellas es el «despertar» del gran órgano del templo, mediante un «diálogo» con el arzobispo de París, explicó a la AFP uno de los intérpretes del instrumento, Thierry Escaich.
Organista y músico de 59 años, Escaich interpretará la música junto a otros tres colegas.
La ceremonia arrancará tras la solemne apertura de las puertas del templo.
—¿Cómo procederán para «despertar» el gran órgano?
—Despertar un órgano es algo que se hace prácticamente en cada inauguración de un órgano que ha sido restaurado o es nuevo. A menudo se dice que el órgano es un poco el alma de la iglesia.
El gran órgano estuvo en silencio durante más de cinco años; fue desarmado, limpiado, armonizado, y ahora hay que devolverle la vida y reintegrarlo en esta nueva catedral, con su frescura.
Hay que hacer que este nuevo instrumento y su nuevo sonido se escuchen, y eso empieza con esta bendición.
Concretamente, el «despertar» es un diálogo con el arzobispo. En ocho ocasiones, él se dirigirá al órgano. Comenzará diciendo: «Despiértate, órgano, instrumento sagrado, entona la alabanza de Dios».
Cada vez que se termine la invocación, responderemos improvisando, con una especie de versículo (musical) que comenta lo que se acaba de decir. Hay un total de ocho invocaciones.
Mis tres colegas y yo tocaremos por turno. Responderemos con nuestro propio estilo, nuestra propia energía, nuestro propio lenguaje.
Hemos planeado improvisar, cada uno, versículos de un minuto y medio. Eso es lo fascinante de la improvisación: el pensamiento musical debe emerger en ese breve tiempo.
—Para el público general, será el descubrimiento de un nuevo instrumento…
—Intentaremos hacer escuchar sus diversas sonoridades, porque no se han oído desde hace mucho tiempo.
En un órgano, los registros corresponden a diferentes instrumentos de orquesta. Este órgano es especial por el color inimitable de sus registros y por su densidad sonora. Cuando tocas registros como trompetas o metales, tienes la impresión de estar frente a una orquesta wagneriana.
Cuando improvisemos, por ejemplo, haremos descubrir registros de fondo u otros colores, como los cornetes (con un timbre similar al oboe). En el momento de la invocación de la gloria del Padre, intentaré hacer escuchar las trompetas del Apocalipsis.
—Ya han podido practicar. ¿Qué han sentido?
—Desde hace un mes hemos podido, con mis colegas, comenzar a trabajar y probar todos los registros del instrumento. El sonido sigue siendo magnífico. Como ha sido limpiado, quizás resplandezca aún más que antes dentro de la catedral.
Cuando fuimos la primera vez, solo una parte de los registros estaban armonizados, el resto lo imaginábamos. Fue emocionante.