Desde el 13 de marzo del año pasado, las salas de cine en el país permanecen cerradas. Todo como parte de las medidas de salud pública que dictó Nicolás Maduro -en cadena nacional- para frenar la pandemia de covid-19 declarada por la Organización Mundial de la Salud. Ahora, diez meses después, los proyectores volverán a encenderse. El pasado miércoles, Maduro anunció que el sector cultural (cines, teatros y museos) podrá integrarse al método 7+7, durante las semanas de flexibilización, a partir del lunes 25 de enero.
Este anuncio no tomó por sorpresa al gremio cinematográfico en el país. El sector ha mantenido conversaciones, durante los últimos diez meses, con el Ministerio de Cultura, Salud, Comercio y el Centro Nacional de Cine (CNAC) para evaluar cómo sería retomar sus actividades. “No fuimos advertidos, pero siempre hemos estado a la espera. Entonces, en ese sentido, no fue sorpresivo”, dice Abdel Güerere, presidente ejecutivo de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas (AVEP).
“Esta era la consecuencia lógica de un trabajo que habíamos hecho para la reapertura de las salas de cine”, agrega sobre el anuncio.
Aunque el regreso a las salas será a partir del lunes 25 de enero, esto dependerá de cada complejo de cines. Sin embargo, el gremio ha advertido en otras oportunidades que podrían pasar unos 15 días adicionales, a partir de que se diera el anuncio, para retomar las actividades. Todo para que los cines puedan hacer adecuaciones internas en las instalaciones. “En la medida que cada una de las empresas tenga más avanzados sus planes, dentro de estos 15 días se irán produciendo reaperturas paulatinas, progresivas y entusiastas”, explica Güerere. Esto quiere decir que sería a partir del 8 de febrero.
En los últimos diez meses, los cines estuvieron en un proceso de “hibernación activa”, dice el presidente de AVEP, que consistía en realizar labores de limpieza y mantenimiento interno de los equipos de proyección y de sonido, además de mantenerse en contacto con los distribuidores de películas y con el público en general. “No fue que cerramos las salas y antes de ayer dijimos ‘vamos a abrirlas’. No. Hemos mantenido activa la infraestructura, el equipamiento, el personal, la programación y el público con la esperanza de la reapertura”, asegura.
Los protocolos
En junio del año pasado, AVEP y el CNAC redactaron y aprobaron un protocolo para todas las salas de cine del país. En noviembre re reunieron con representantes del Ministerio de Cultura y de Salud para discutir nuevas ideas afín de fortalecer las medidas de bioseguridad. Finalmente, el día que se anunció incorporar al sector cultural en la flexibilización, Ernesto Villegas dijo que habían redactado otro protocolo que, hasta ahora, desconoce el gremio cinematográfico.
“Estamos a la espera de conocer lo que se disponga en ese reglamento y esperamos que sea concordante con las propuestas que se habían hecho y que permitan garantizar la bioseguridad de nuestros espectadores, empleados, proveedores y la sustentabilidad de la sala”, indica Güerere.
Sin embargo, el gremio ya tiene un camino avanzado y hay varias medidas de bioseguridad que seguirán las salas de cine cuando abran: tomar la temperatura al entrar, dispensar gel con alcohol, distanciamiento social en las zonas de expendio de comida, mantener las puertas de las salas semiabiertas para permitir la ventilación, el uso de mascarilla en las instalaciones será obligatorio, excepto al momento de comer.
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“Hay unas particularidades sobre el disfrute en las salas de cine que reducen un potencial impacto: todos están sentados y mirando hacia el mismo sitio, todos están en silencio, no se realizan actividades físicas dentro de la sala. Esto contribuye a una mayor tranquilidad y seguridad”, asegura el presidente de AVEP.
Sobre el aforo, que debería estar contemplado en el protocolo del Ministerio de Cultura y de Salud, Güerere dice que en la propuesta que hizo AVEP era de 40% de la capacidad de la sala. Sin embargo, aún hay que esperar para conocer el reglamento oficial. En cuanto a la disposición de las personas dentro de esta, familias o amigos podrán sentarse juntas, siempre teniendo butacas vacías a ambos lados, al igual que delante y detrás. Se dejaría una fila de por medio sin espectadores. “Habrá un distanciamiento social saludable, como establece la norma y un poco más”, afirma.
El horario entre funciones, de salas distintas, no coincidirá para evitar aglomeramientos de personas. Solo habrá dos al día de lunes a viernes y tres los fines de semana.
Oferta de películas y ajuste de precios
Por ahora, los cines recurrirán a películas importantes que ya habían estrenado el año pasado. Sin embargo, cuando se regularice la situación volverán al flujo habitual de estrenos que resulten atractivos para el público.
“En este momento están activas las conversaciones con los distribuidores de películas para conseguir una programación atractiva y contemporánea, puesto que hay películas importantes de 2020 y las que se van a estrenar este año”, indica Güerere.
Sobre la boletería, el gremio prevé un ajuste de precios, que dependerá de cada cadena, en vista de los meses en que los cines estuvieron cerrados. “Esto se realizará siempre bajo la consideración general de que debe ser un monto que resulte atractivo para los espectadores y que favorezca la rentabilidad de las salas, para así poder ampliar el número de salas activas”, dice el presidente de AVEP.
Para motivar y generar confianza entre las personas, el gremio ha preparado una campaña en redes para informar al público sobre los protocolos sanitarios que se tomarán en las salas, como ya hizo Cines Unidos. Todo con el objetivo de que los asistentes se sientan seguros y cómodos. “El resultado final de la seguridad epidemiológica depende tanto de las medidas que tomen las empresas como de la responsabilidad personal, familiar y colectiva de los asistentes. Por eso para nosotros es tan importante divulgar entre los espectadores las medidas que tomaremos y que deben cumplir”, afirma.
Desde hace años el sector cinematográfico del país está sumido en una grave crisis, a la cual ahora se sumó la pandemia. De acuerdo con cifras de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas, en 2015 se vendían 30 millones de entradas, cifra que se redujo a 19 millones al año siguiente, y que, debido a la crisis eléctrica y la hiperinflación de 2017 y 2018, terminó con 11.7 millones de entradas en 2019. Es decir, una reducción de 61% en cuatro años.
Para Abdel Güerere, en estos últimos diez meses, la pérdida más grande que sufrió la industria cinematográfica en el país, más allá de lo económico, fue que más de 10 millones de espectadores no pudieran disfrutar de una buena película en la gran pantalla. “El impacto más triste ha sido la incapacidad de disfrute del público en las salas”, finaliza.
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