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Rafael Arráiz Lucca: La historia nunca se repite

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La cuenta de Anchor de Rafael Arráiz Lucca es como una enciclopedia.

Hasta la fecha ha colgado 200 episodios de su programa Venezolanos, que transmite Unión Radio, en los que habla de, por mencionar apenas algunos, personajes como Arturo Uslar Pietri, Juan Germán Roscio, Francisco de Miranda, Antonia Palacios, José Antonio Ramos Sucre, Ricardo Zuloaga, Hanni Ossott, Teresa de la Parra o Elizabeth Schön.

Pero también hay seriados que contemplan varios capítulos, como Venezuela: 1728-1830. Güipuzcoana e Independencia, período de 102 años en el que el territorio venezolano pasó de ser una provincia sin unidad jurídico-administrativa a convertirse en una República.

Y así tantos otros temas o momentos históricos del país: el período colonial, el siglo XIX, la banca, los ferrocarriles, el petróleo.

Venezolanos, donde Arráiz Lucca es acompañado en la producción por Inmaculada Sebastiano y Fernando Camacho en la dirección técnica, se transmite desde 2015 por Unión Radio luego de que Enrique Gómez Lollett, vicepresidente del circuito y alumno del historiador, le sugirió llevar a la radio sus clases en la Universidad Metropolitana. Posteriormente, tres jóvenes le recomendaron presentarlo como podcast.

“Yo les dije que no sabía hacerlo.  Ellos vinieron un día a mi casa y muy amablemente me enseñaron a montarlo, y así empecé a subirlos poco a poco. Ese es el origen del podcast, la amabilidad de tres jóvenes de 30 años que me hicieron la sugerencia y les hice caso”, contó el también poeta, ensayista y profesor universitario, que publicará en noviembre, con el sello Alfa, La democracia en Venezuela: un proyecto inconcluso.

Debido a la pandemia Arráiz Lucca no ha podido grabar nuevos episodios, pero en Unión Radio están transmitiendo programas repetidos los sábados al mediodía y los domingos a las 10:00 am. Actualmente está al aire una serie sobre hipismo. Entre los  proyectos pendientes del historiador se encuentra una serie que se titulará Militares que incluirá a Miranda, Simón Bolívar, José Antonio Páez y Carlos Soublette, entre otros.

—En el programa nos encontramos con largas historias o divididas en varias partes en las que nos cuenta con detalle la vida de un personaje o hecho histórico. ¿Cómo ha sido la experiencia del podcast?

—Alucinante. Esos podcast fueron montados en octubre del año pasado, han pasado 11 meses y han sido escuchados 84.000 veces. Y cuando me meto en la página de Anchor me dicen cuántas personas en el mundo están conectadas en ese momento, por lo general la cifra está entre 350 o 400. Además, la página me dice desde qué lugar escuchan, si son hombres o mujeres o personas no binarias. Es algo verdaderamente increíble lo que ofrece. Estoy muy contento. Es una manera de divulgar conocimiento útil.

—¿Qué opina de esta manera de difundir la historia?

—Fíjate, esos programas están basados en mis libros. Es llevar las investigaciones a otro formato. Los reportes que recibo a diario son de gente que me dice que sale a caminar todos los días oyendo un podcast, o gente que los escucha haciendo mercado. Estoy contento, la verdad. Siento que estoy prestando un servicio público.

—Y además la gente interactúa con usted en las redes sociales, le hace recomendaciones.

—Muchísimo, muchísimo. Me preguntan cuándo saldrá un programa sobre ciertos temas. Es muy bonito, es una cosa verdaderamente bonita la interacción en las redes a partir de estos podcast. Recibo muchos comentarios. Y tengo la costumbre de que al despertar busco la efeméride del día, y si sobre el tema tengo algún programa, lo comparto. Lo importante es que sepan que la información está allí; es un instrumento pedagógico también, lo uso mucho con mis estudiantes.

—¿Por qué es importante hablar de las figuras históricas venezolanas?

—Para uno amar necesita conocer. Lo que tú no conoces no lo amas. Lo que ignoras no lo amas. Y el amor al país es algo fundamental. No hay un país sobre la tierra que se haya desarrollado si su gente no lo ama.

—¿Hay más gente interesada en la historia de Venezuela?

—Abrumadoramente, de una manera impresionante. Te lo pueden decir todos los editores: el área del conocimiento que más se vende en Venezuela es la historia.

—¿Por qué cree que pasa eso?

—Porque hay un interés de la gente. Se ha comprendido que buena parte de lo que nos ha ocurrido se debe a que ignoramos nuestro pasado. Eso lo entiende la gente, por eso miles de personas se han interesado en el conocimiento histórico. Además que es una pasión grandísima, es algo bonito, reconfortante. Te da explicaciones que de otro modo no tienes. La ignorancia es espantosa. Es lo peor. Eso lo decía Buda, la ignorancia es la fuente de todos los males. Entonces todo lo que podamos dejar de ignorar es bueno.

—¿Qué le puede aportar la historia al país?

—Un mejor conocimiento, mejores instrumentos para el análisis del presente, mejores instrumentos para vislumbrar el futuro. Una manera de amar, de ser consciente de la realidad. Porque el conocimiento histórico te saca de la ingenuidad, es como salir de la infancia y pasar a la adultez. El que ignora su historia es una suerte de niño que de alguna manera no sabe lo que está pasando.

Usted ha sido un defensor de seguir haciendo desde el país y ha rechazado la premisa de que “Venezuela ya no existe”. Eso le generó críticas también. ¿Cree que superaremos pronto ese debate entre el que se fue y el que se quedó? 

—Creo que es un debate que hay que dar, no hay que eludirlo. Pienso que los que estamos en Venezuela tenemos que comprender a los que se fueron, su situación, sus dificultades, su nostalgia, y los que se fueron tienen que comprendernos a nosotros también, que estamos aquí, trabajando acá, soñamos en Venezuela. Todos somos venezolanos y hay que tender puentes entre los que están en la diáspora y los que estamos aquí. Eso hay que hacerlo, es una tarea de todos los días.

—¿Por qué se queda? ¿Por qué quedarnos?

—Bueno porque yo amo a Venezuela. Este es mi país, es donde está mi trabajo, donde ha estado toda mi vida. Mi objeto de estudio es Venezuela y América Latina. Me siento muy bien aquí, soy caraqueño. Esta ciudad para mí es el paraíso terrenal absoluto: el clima, la altura, el cielo, el cerro. No hablo de la ciudad y sus males sino topográficamente. Y además aquí está mi memoria. La psique está hecha de memoria y mi memoria está aquí. Tengo 61 años, nací en Caracas, en El Paraíso. He vivido fuera varias oportunidades, pero siempre vuelvo porque estoy atado a este país y a la historia.

Hay un consenso que dice que la situación actual del país es inédita. ¿Usted se atrevería a compararla con algún momento de nuestra historia? Pienso en la Guerra Federal. 

—Mira no la compararía. No creo que tenga punto de comparación esta situación de los últimos 20 años. Pienso que es inédita, de modo que no es factible compararla con momentos del siglo XIX y mucho menos coloniales.

El pasado 24 de julio, natalicio del Libertador, resurgió el debate alrededor de Bolívar, sus aportes, su comparación con Miranda. ¿Lo dejaremos tranquilo algún día?

—Creo que no lo vamos a dejar tranquilo nunca y eso me parece bien. Porque discutir y debatir sobre figuras históricas está muy bien, forma parte de la vida, de una nación; es bueno revisar el pasado, los análisis de personajes históricos, la cultura de fenómenos del pasado. A Bolívar no lo vamos a dejar tranquilo porque forma parte de nuestra vida.

Un problema con la historia es que se suele caer en la ideología al hablar de ella. Pasa con los venezolanos.

—Pero eso no es solo con los venezolanos. En el Perú hay grandes discusiones sobre Bolívar y San Martín. En Colombia las hay sobre Santander y Bolívar. En todos los países, los que se crearon hace poco tiempo, es decir, hace 200 años, hay una discusión histórica abierta, presente. Lo que ocurre es que 200 años es muy poco tiempo. La gente no entiende eso. Si fueras francés y te dicen que 200 años es mucho tiempo sería absurdo. Si fueras italiano, griego, imagínate que a un griego le dijeras que 200 años es una eternidad ¡por favor! Si la ciudad-estado griego es de hace 2.600 años. 200 años no es nada en términos históricos. Entonces los venezolanos pareciera que no entendemos eso. La gente dice: ¿pero por qué se ocupan del pasado? Pero es que el pasado es ayer, en términos históricos. Es ingenuo pensar que la gente dejará de hablar del siglo XIX si eso está ahí, en el caso de Venezuela, Colombia, en toda América Latina. La gente finalmente tiene una fascinación por la historia, eso también ocurre, aunque pareciera que no es así, sí ocurre.

¿Cuál es su percepción de la pandemia? ¿Cómo la vive? ¿Qué podemos aprender de ella? 

—Para mí ha sido muy duro. Soy muy feliz dando clases en la Unimet y en la UCAB, con mis programas de radio, las conferencias que doy en muchos sitios, y vivir encerrado en mi casa la verdad es que me ha afectado. No ha sido fácil. Ha sido una prueba dura para el espíritu. Esperemos superarlo. La pandemia creo que nos ha obligado a mirar hacia dentro. Nos ha hecho domésticos. Eso está bien, tiene su aspecto favorable, ser más doméstico que callejero. Tiene algunas ventajas. Pero creo que ya es suficiente. Ya es hora de que nos aproximemos al final de esto y volvamos a ser callejeros y domésticos, las dos cosas a la vez.

Y para el autor, usted que es tan prolífico, ¿el encierro no podría ser positivo?

—Lo que pasa es que mis rutinas de escritor están vinculadas a la Unimet. Llego temprano allá, escribo dos horas diarias y después empiezo a dar clases todo el día. Ahí tengo un horario y disciplina que no tengo en casa. Me ha costado trabajo. Es decir, tengo que acostumbrarme, es una realidad que es diferente, diría que ha sido exigente. Quizás un aspecto positivo es que he leído mucho, me he dedicado a releer grandes libros, esas segundas y terceras lecturas que han sido extraordinarias para mí. Por ejemplo, releí Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, Cien años de soledad con un placer gigantesco, El amor en los tiempos del cólera con enorme placer, La última escala del Tramp Steamer de Álvaro Mutis, que es una joya breve. Estoy releyendo El Aleph y Ficciones de Borges. Estoy realmente dándome grandes placeres, ese sería el aspecto más positivo.

Hace 100 años hubo la pandemia de la gripe española y ahora tenemos la del coronavirus. Una pregunta lugar común: ¿la historia es cíclica? 

—No, para nada, la historia nunca se repite, jamás. Los hechos históricos siempre son nuevos. Se parecen en algo, por supuesto, pero una cosa es parecerse y otra repetirse.

¿Se atrevería a comparar a Maduro y a Guaidó con dos personajes de la historia universal?

—No, no, son personajes demasiado recientes.

¿Qué nombre le pondría al capítulo que hemos vivido los venezolanos en las dos últimas décadas de chavismo-madurismo?

—Anacronismo. El chavismo es un anacronismo. Es algo que se intentó en otros lugares del mundo, en otras épocas, y fracasó.

¿Borraría algún capítulo de la historia de Venezuela?

—No, ninguno. Porque la historia y los hechos son los hechos. Y lo que uno tiene que hacer con los hechos es aceptarlos y analizarlos.

Un personaje para recordar por lo que ha hecho en estos últimos 20 años, bueno o malo.

—Estamos muy cerca, hay que tener más distancia para ubicar a los personajes históricos de estos últimos 20 años. Hay que dejar que pase un poco más de tiempo. Ahora, para responderte, sin duda Chávez es un personaje histórico, no hay duda.

Quisiera preguntarle por las series. ¿Qué ha visto últimamente y cuál recomendaría?

—Hay un documental maravilloso sobre Chavela Vargas extraordinario. Hay una serie danesa que se llama Algo en que creer que es algo único. Una serie catalana que es una joya es Merlí. Otra finlandesa que se llama Atrapados que es una maravilla, algo más que un policial. De modo que sí, también me defiendo mucho viendo series y películas, no puedo pasarme todo el día leyendo y trabajando.

¿Vio Bolívar? ¿Qué opina de ella?

—Por disciplina empecé a verla. El problema central de esa serie es que es ahistórica. Es decir, ponen a Bolívar cuando es un muchacho como si Miranda fuera un subalterno de él; eso es absurdo, ridículo. Tienen que trabajar las series con criterios históricos. Bolívar se va haciendo poco a poco. En la serie parece que nació como un genio, como si fuese mágico, es algo que no tiene sentido. Ahora, esa es la crítica que hago. Lo favorable que puedo decir es que acerca a la gente al personaje, a la historia, y eso lo celebro.

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