Qin Feng es probablemente uno de los artistas chinos más reconocidos internacionalmente en la actualidad. Nació en la provincia de Xinjiang en 1961, antigua parada dentro de la llamada «ruta de la seda», y por tanto una región multicultural en esencia, donde se mezclan orgánicamente diferentes lenguas, culturas, tradiciones…
Qin absorbió desde muy joven este ambiente de pluralidad y diálogo cultural. Siguiendo su sensibilidad innata, se formó como artista especializado en pintura mural de inspiración clásica, en la Universidad de Arte y Diseño de Shandong. Esta formación determinó su dominio técnico y su elección de medianos y grandes formatos para sus piezas; sin embargo, su camino como artista estaba destinado a transcurrir en otras direcciones.
En 1996 se marchó a Berlín, donde se desarrolló y potenció la vocación sincrética de su obra. Este precisamente es el rasgo predominante en su obra: el diálogo fluido, imaginativo y sensible entre dos polos culturales tan diferentes en su historia, lenguajes, tradiciones y manifestaciones artísticas. El factor común entre ambos, muy a pesar de las diferencias de toda índole, es la cualidad trascendente del arte, siempre fruto de la sensibilidad humana. El propio artista ha explicado, en relación con su proceso creativo, que antes de comenzar a dibujar o pintar, tiende a manchar o empapar intencionalmente sus papeles con té y/o café. Este es probablemente su elemento metafórico más sutil y a la vez expresivo: el té es tradicionalmente una bebida oriental, mientras el café es un símbolo del mundo occidental. Al unirlos, ya está propiciando un intercambio o confrontación figurada en toda ley.
La caligrafía tradicional china, implica una dualidad esencial, su utilidad comunicativa como lenguaje escrito, y al mismo tiempo su valor estético, que es el que determinó con el paso de los siglos su práctica extendida, el estudio y entrenamiento de sus cultivadores y su categoría como manifestación artística. La tradición caligráfica realizada a partir de técnicas milenaria en tinta, tiene un predominio visual en las piezas de Qin Feng. Lo cual él integra con el lenguaje del informalismo o expresionismo abstracto, particularmente en artistas como Robert Motherwell (Estados Unidos, 1915-1991), Franz Kline (Estados Unidos, 1910-1962) o el propio Jackson Pollock (Estados Unidos, 1912-1956), influencias apreciables en su obra, sobre todo después de radicarse en los Estados Unidos en 1999.
Un ejemplo de dicha integración de influencias es su pieza Abstract Ink Work, No. 1, del año 2005. Sobre la superficie de mediano formato de papel, previamente manipulado como explicaba antes, se desarrolla una verdadera danza con tinta Sumi. La estructura general de la pieza parte conceptualmente de un meticuloso trazo caligráfico chino, sin embargo, la gestualidad suelta y espontánea informalista domina la composición. El pincel ha dejado una huella negra que recuerda los pasos de un bailarín que se desplaza virtuoso y silente sobre un escenario, dejando en su trayectoria una huella de puntos, manchas, superposiciones en las áreas por donde volvió una y otra vez: esta imagen define poéticamente el propio procedimiento creativo de su autor, desplazándose sobre el papel, dejando una marca armoniosa, grácil y sobre todo expresiva. La contemplación de esta pieza puede generar infinitos estados de ánimo, desde la serenidad absoluta hasta la euforia, invita en iguales proporciones a la introspección y a la acción.
Qin Feng es un artista cuya obra quisiera invitar a seguir, por su belleza intrínseca, su técnica impecable y su visión del mundo como un espacio de inspiración único y fluido, donde las diferencias culturales son entendidas como riqueza y no como fronteras.
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