La Escuela de Ballet-Arte se ha dedicado, durante más de 50 años, a formar venezolanos en el mundo de la danza clásica. Desde que Lidija y Gustavo Franklin la fundaron en 1968, la institución conocida inicialmente como Escuela Municipal de Ballet aprendió el valor de la resiliencia. 2020 desafió su capacidad para sobreponerse a las adversidades en un país sumido en una profunda crisis, que, además, desprecia la cultura.
La pandemia del coronavirus es el más grande desafío que ha enfrentado la Escuela de Ballet-Arte en su historia. Ubicada en el penthouse del conjunto residencial Tajamar, en Parque Central, Caracas, el aislamiento para evitar la propagación del covid-19 lo cambió todo.
A nivel administrativo y docente, la institución aplicó en los primeros meses una planificación orientada hacia el desarrollo de conocimientos teóricos. Pero, con la prolongación de la cuarentena, tuvo que retomar el entrenamiento de manera paulatina bajo la modalidad online en distintas plataformas.
Se tuvieron que enfrentar a las precariedades de un espacio digno para ejercer la labor formativa de la institución. El mayor reto era mantener un entrenamiento físico óptimo en espacios reducidos y no acondicionados para la danza. «Cada alumno debe trabajar en sus casas y esto limita el proceso y su posible desarrollo», señala Gloriant Herrera, directora de la institución.
No fue fácil seguir adelante. Se necesitaron seis meses de adaptación en los que realizaron encuestas para determinar la mejor forma de dictar clases a distancia. A pesar de no poder corregir la postura de los estudiantes y con dificultades para conectarse por las fallas eléctricas, los profesores siguieron adelante.
95 profesionales en total han pasado por los salones de la escuela que, durante la pandemia, han tenido que enfrentar otra realidad: el vandalismo y la violencia.
Campaña de apoyo
La Escuela Ballet-Arte es blanco del hampa desde el incendio que se produjo en sus espacios el 9 de marzo de 2015. «Cuando se nos permitió la entrada para recuperar nuestras pertenencias, gran parte de ellas no estaban. Piezas importantes para el funcionamiento de la escuela, como telas y máquinas de confección del vestuario desaparecieron», denuncia.
En la historia de la institución las pérdidas materiales son incalculables y este año se acentuaron. El aislamiento, los espacios vacíos y la falta de seguridad en la sede originaron nuevos robos. Los hampones se llevaron materiales imprescindibles para las clases, rompieron un candado y destruyeron las rejas.
«Nos despojaron de equipos de sonido, televisores, uniformes, material de oficina, equipos médicos para terapias, bombillos y hasta del material de limpieza. De las tres instituciones en esos espacios, solo nuestra escuela sufrió destrozos. Causaron daños importantes en todas las rejas de acceso», señala Herrera.
Las escuelas de Ballet Nuevo Mundo de Caracas, dirigida por Zhandra Rodríguez, y el Taller de Danza Caracas, dirigido por Yuri Cavalieri no se vieron afectadas.
Por ello, se acudió a los organismos de seguridad de Corpocapital, quienes se encargan de gestionar los espacios, y a la policía de Parque Central. Se hicieron las denuncias correspondientes, pero no han obtenido respuesta.
Ante el silencio de las autoridades, la Escuela Ballet-Arte decidió alzar su voz en redes sociales. Bajo el hashtag «Protejamos Ballet-Arte» buscan visualizar una situación que los dejó sin el material de oficina y equipos de servicio de fisioterapia que estaba destinado al servicio de sus bailarines.
«La situación de confinamiento hizo que tuviesen más libertad para tomarse el tiempo necesario para hacer ruidos y desalojar lo sustraído sin apuro», expresa Herrera.
La escuela busca sobreponerse ante las adversidades con determinación y constancia. «Estamos seguros de que con la ayuda podremos ir restaurando el lugar. Queremos hacerlo habitable nuevamente para nuestros niños y jóvenes. Sin embargo, nos preocupa que estos sucesos sigan ocurriendo y destrocen o roben nuevamente», comenta.
El talento
Mientras tanto, la escuela se mantiene en la red con una programación nutrida. Bajo el título Cuna de talentos se ideó un espacio para que los profesionales egresados hablen de la influencia de la Escuela Ballet-Arte en su desarrollo artístico.
«Los conversatorios inician con sus relatos como estudiantes. Hablan de su proyección actual a nivel nacional e internacional. También se realiza la ronda de preguntas de parte de los asistentes. Todo gira en torno a la excelencia de la Escuela Ballet-Arte y los que hicieron vida dentro», señala Herrera.
Los conversatorios surgieron por la necesidad de darle un espacio a quienes formaron parte de los más de 50 años de historia de la escuela. «Queremos dar a conocer al gremio que hoy desconoce la historia de la danza en Venezuela, nuestra historia como institución. Deseamos mostrar nuestra lucha y el aporte histórico, cultural y humano que brindamos a este país y que también es reconocido en el exterior. Esto demostrará por qué defendemos este legado», afirma la directora.
Entre los invitados han participado Emilio Piñango, quien realiza actualmente un posgrado en Gestión Cultural en la Universidad de Barcelona, España; Graciela Díaz, quien formó parte de la primera promoción de profesionales de la escuela; Yumelia García, graduada con honores en 2017 de la Universidad de Wisconsin en Comunicaciones y parte de la academia Joffrey Ballet; y Karina González, quien participó en la Gala International de Ballet en Tokio, entre otros.
Arte y vida
Para Gloriant Herrerra en Venezuela hay muchos niños, niñas, adolescentes y adultos con interés por la danza. Sin embargo, en el camino encuentran tantas dificultades y necesidades que deciden tomar un camino económicamente más sustentable.
«Queremos seguir luchando por esa población que cree y se entrega a esta profesión. Queremos demostrarles que, a pesar de que nuestra institución se enfrenta a la cruda realidad del asedio, seguiremos adelante», afirma.
Es increíble, para Herrera, que sea tan difícil mantener un legado histórico, cultural y artístico que beneficia a los futuros artistas y a Venezuela. «Es muy lamentable que entre nuestro propio gremio, no logremos contar con el apoyo», señala.
La escuela ha formado bailarines profesionales que fueron parte de la Fundación Compañía Nacional de Danza, Ballet Teatro Teresa Carreño, Houston Ballet, Tulsa Ballet, Joffrey Ballet entre muchos otros.
Además, es conocida por ser una de las instituciones que brindó enseñanza gratuita durante sus comienzos. Sin embargo, dada la difícil situación del país, cerró el periodo académico anterior recibiendo aportes de los representantes, que no superaban los 450 mil bolívares.
«En septiembre se sinceraron las necesidades. Debemos cubrir el arrendamiento, condominio y lo que se debe recuperar para iniciar a futuro las clases presenciales. Debimos ajustar ese aporte a la realidad económica», señala.
Aunque se cobre por asistir a clases, se continuará con el plan de becas para estudiantes de bajos recursos. «Constituyen 40% de nuestra población, no tienen posibilidades ni siquiera de costear sus implementos de trabajo. Así que solo les pedimos que respondan con la excelencia en su desempeño», comenta.
Y concluye: «La Escuela de Ballet-Arte seguirán luchando contra la violencia psicológica de quienes intentan perjudicar a niños que solo desean escapar de una ruda realidad. Seguiremos apostando por los que adoptan este arte como forma de vida».