Marcaban las 4:30 pm cuando a través de las redes sociales y la radio se dio a conocer una información que se viralizó al instante: Servando y Florentino abrirían una nueva fecha en Caracas a petición del público. Mañana habrá una tercera función de los hermanos Primera en la ciudad a la que llaman novia.
Mientras eso pasaba, en plena hora pico de un viernes que le daría paso al fin de semana, las colas en la capital parecían llevar a un solo lugar: el Centro Comercial Ciudad Tamanaco. El 1 de abril fue elegido por el dúo para dar inicio a su tour luego de 10 años de ausencia de los escenarios nacionales. Servando y Florentino estarían en vivo y directo en la terraza para cumplir su promesa: continuar haciendo historia a través de la música.
A pesar de la cantidad de carros que competían por entrar, no había muchas personas dentro del centro comercial, donde todo parecía transcurrir con normalidad. Sin embargo, la expectativa era palpable al reconocer el paso apurado de quienes buscaban, entre pasillos y confusiones, la entrada que los llevaría a reencontrarse con sus ídolos.
No una tarde cualquiera
«¡Es por aquí; sigan derecho por el autolavado!», se escuchaba de boca del personal de seguridad desplegado por toda el área. Fueron los vendedores ambulantes quienes asegurarían el camino correcto a quienes, desde temprano, disfrutarían de la Experiencia de Primera que el dúo prometió a la fanaticada.
Extrañamente, no se veían pancartas entre los asistentes, vislumbrando que este sería un show completamente distinto a aquellos días de Salserín cuando los letreros no dejaban ni ver el escenario. «Lleven sus camisas, bandanas y gorras. Que Servando y Florentino sepan que aún siguen siendo sus fans enamoradas», decían vendedores ambulantes ya ubicados en el asfalto, justo en la entrada del autolavado del CCCT que se ubicaba en la terraza.
«Camisas en $30, bandanas en $10 y gorras en $20. ¡Sean parte de la historia!», señalaban quienes las vendían. Por su parte, el público llegaba graneadito, observaba y agradecía el gesto con una sonrisa, pero sin atreverse comprar. «Están costosos»; «¿Cómo que $10 una bandana?», parafraseaban grupos de muchachas dirigiéndose a hacer la cola a través de los 6 carriles de metal que se dispusieron para darle la bienvenida los asistentes.
Los revendedores brillaban por su ausencia; sin embargo, hubo algunos que buscaban comprar entradas, «a cualquier precio», para ese primer día. «Quiero solo una; necesito verlos hoy», decía Jorge Correa, fanático de 33 años con ganas de cumplir su sueño. Paradójicamente, justo a 100 metros de distancia, se erigía una taquilla que comenzaba a vender las entradas para el domingo 3 de abril.
El legado de Servando y Florentino
De entrada, un grupo grande de protocolo serviría de guía para comenzar este viaje por la carrera profesional de los hermanos Primera.
«¿Qué hacemos primero: ir a la plaza o al museo?», se preguntaban emocionados quienes tenían la disyuntiva entre disfrutar de aquellos conciertos que no tuvieron la oportunidad de ver nunca o recorrer, desde el día 1, cada paso de la carrera de sus ídolos.
La plaza congregaba un grupo de cómodas mesas al frente de una pantalla gigante que saludaba a quienes preferían hacer tiempo antes de entrar; entre stands de alimentos y bebidas, quienes se inclinaban por esa experiencia formaron parte de los streamings realizados anteriormente por Servando y Florentino, pero en su máximo esplendor y en resolución 8K.
El museo, por su parte, hizo vibrar la fibra sensible y al recuerdo colectivo. Atravesar sus pasillos era sinónimo de un pasaje sin regreso. «Por favor, ingresar en orden. Y recuerden que, si entran, no pueden salir», exclamaba el personal de seguridad mientras escoltaba ordenadamente a quienes escogieron ese destino.
lleciRecuerdos de Alí Primera en el Museo de PrimeraUn enorme letrero de bienvenida daba inicio al recorrido, pero fue Alí Primera, padre de los muchachos, quien llamó la atención de los presentes. Un video de ellos acompañando a su progenitor en un concierto, fue el primer recuerdo que compartieron. Una clara oda a su herencia. Lo acompañaron con el cuatro favorito del padre, periódicos de la época que hacían eco de su talento, todos sus discos de vinilo, álbumes de fotos y hasta escritos con la firma del cantante, compositor y activista político fallecido en 1985.
Inmediatamente después, comenzaba el espacio que rendiría tributo a las tres décadas de carrera de los hermanos Primera; comenzando en 1988 con el borrador de la canción «Bella ladrona», que escribió Servando a sus 8 años. El resto: Salserín, miles de afiches de revistas nacionales e internacionales superpuestos por doquier, cintas de VHS con sus películas, la colección entera de sus CD’s, una pared abarrotada del oro y el platino de cada uno de sus premios y reconocimientos, videos musicales e incluso presentaciones en vivo entre las que destacaba el Festival Orquídea de 1995.
Lo que más destacó, sin embargo, fue el montaje de la habitación de una «fan enamorada» que diseñaron como agradecimiento para todas aquellas personas que, creciendo junto a ellos, se identificaron con cada canción y emoción vivida.
Recopilaron centenares de cartas de amor y apoyo recibidas a lo largo de los años, haciéndoles un espacio especial justo al final del recorrido; iluminadas por una simple lamparita, representaban «la luz al final del túnel» y la eterna inspiración de los muchachos.
Lo que está a la vista…
6:30 pm. No se sintió caos en ningún momento. No hubo tropezones, ni gritos o quejas. Reinaba la normalidad. Seguían ingresando personas a las inmediaciones del CCCT, pero sin ningún episodio que lamentar.
Entre stands de comida, en donde destacaban hamburguesas, perros calientes, cervezas y refrescos, hubo dos puntos tecnológicos que llamaban la atención y completarían esta Experiencia de Primera. Uno donde, gracias a una pantalla 3D, se podía bailar junto a Servando y Florentino en tamaño real, y otro donde un video y una foto instantánea inmortalizarían aquel momento.
En las colas para acceder a cualquier servicio, reinaba el público femenino. Mujeres jóvenes (la nueva generación) y adultas contemporáneas, predominaban en los alrededores. Podría decirse que la mayoría rondaba entre los 25 y 45 años; todas sonrientes, emocionadas y llenas de expectativas por lo que les tocaría vivir en algunas horas.
«Me gustan mucho, pero no soy fan enamorada… aún», recalcó Oriana Ramírez de 21 años de edad, quien estaba acompañada de su madre, de 41, quien sí era fanática. «Mi mamá los idolatra; era otra época. Yo no viví la locura de Salserín o de ellos al principio, pero me encanta su música y creo que hoy voy a salir de aquí más enamorada que nunca», resaltó.
No había muchos niños, exceptuando aquellos que acompañaban a sus padres a un concierto que probablemente no entenderían. Y en cuanto a los caballeros, muchos estaban acompañando a sus parejas; otros irían como chaperones de amigas o familiares. Sin embargo, destacaban pequeños grupos de entre 4 y 5 hombres quienes se irían solos a disfrutar del concierto simplemente porque eran fanáticos de los Primera desde muy pequeños.
Ninguno quiso dar nombres o dejarse retratar, pero de haberlo hecho, la emoción que sentían sería más que evidente.
“Es a las 9”
No habría telonero. «Los Primera lo no necesitan», respondían aquellos que tenían un afán porque comenzara, fuese como fuese, el espectáculo. «¿No se montaban a las 7:30?», clamaban otros. «No, la idea es que haya suficiente tiempo para que la gente pueda vivir la Experiencia de Primera como se debe», explicaba el personal de seguridad.
Sobre la terraza del CCCT más de 6.000 sillas, debidamente identificadas, estaban dispuestas para los presentes. Solo las secciones Platinium y VIP gozaban de mesas y servicio de mesoneros, pero eso no les restaba orden o importancia a las áreas Gold y General que también estaban bien ubicadas para disfrutar del concierto.
Las cervezas de vendían a $3, la ración de tequeños costaba $10, el combo de hamburguesas, papas fritas y refresco oscilaba entre los $6 y $8, pero también se encontraban servicios de sushi en $50 dólares (para 4 personas) o de bebidas como espumantes y whisky o rones de reserva.
8:30 pm. Lleno total. No cabía un alma más, pero reinaba el orden. Al ritmo de la música urbana transcurrieron 45 minutos en donde J Balvin, Karol G, Residente y un reguetón dominado por Don Omar, Wisin, Yandel y el Daddy Yankee del año 2000, llevarían la batuta entre gritos, coros e inesperados bailes del público.
9:15 pm. Un apagón que duró 1 segundo para que luego la tarima se iluminara, una avalancha de manos levantara sus celulares al mismo tiempo y gritos ensordecedores clamaran lo que ocurriría a continuación.
Todo estaba listo. Servando y Florentino estaban a punto de salir.
El concierto
Un narrador fue el protagonista de la historia por los siguientes 5 minutos, comandado por un «Alma Llanera» que salía por frases a lo largo y ancho de la tarima mientras el público coreaba sin reparo.
Un tributo especial a la venezolanidad tomó cada rincón del escenario. Desde Alí Primera hasta Oscar de León, Franco de Vita y Yordano, fueron enaltecidos con imágenes y una narración que le hizo justicia al talento criollo.
«Somos negros, blancos, indios y mulatos. La mezcla de todo; somos venezolanos», relató la voz.
El arte, la cultura y la actuación también fungieron como protagonistas; entre tanto, Yulimar Rojas, figuras de la Vinotinto, Elisa Vegas, Deyna Castellanos y la dinastía del beisbol venezolano -que aún sigue botándola de jonrón- aparecían uno tras otro.
«Ser venezolano es un estilo de vida. Somos gente que lleva la esperanza en el corazón», expresó el narrador. «Venezuela son ellos, pero sobre todo eres tú que estás ahí con tus hazañas diarias. Son 34 millones de corazones unidos. El país existe en cada venezolano que trabaja y cumple su sueño. Es de los que se fueron, pero también de los que se quedaron», finalizó para darle paso, al fin, a Servando y Florentino Primera.
Entre fuegos artificiales y descendiendo a la tarima en un rubic cube construido a base de centelleantes luces led, los chamos de El Valle comenzaron su tan esperado concierto en Caracas entre alaridos y brincos. Más de 6.000 corazones clamaban el regreso de ambos y coreaban la primera canción de la noche.
«Para parara parara, parara parara pará. Aquí llegó, están aquí. De Venezuela, los Hermanos Primera”. Y comenzó la función.
«Es una bendición arrancar esta gira desde Caracas», dijo Florentino al culminar esa primera canción. «Gracias por acompañarnos. Es una hazaña increíble lo que estamos logrando y todo es gracias a ustedes», rescató Servando. «¡Gracias por venir esta noche! Florentino es de ustedes y yo también… Al menos por hoy».
«Primer amor» y un medley de «Muchacho solitario», «Yo no me quería enamorar» y «Te regalo la luna», le siguieron musicalmente hablando a «Los hermanos Primera». La impresionante puesta en escena que acompañaba cada canción fue tan protagonista como el dúo.
Una de las imágenes más impresionantes fueron las lunas de Paraguaná, lugar de nacimiento de Alí Primera, cuando terminaron de cantar «Te regalo la luna». Siguió «Rumba en mi corazón» y los ritmos flamencos dominaron el espacio junto al fuego y los colores intensos que sobresalían de las pantallas. Una improvisación de sevillanas entre Servando y Florentino arrancó gritos, llantos y brincos entre las fanáticas que se encontraban en primera fila quienes, sin pena ajena, se dejaron llevar por la energía que se vivió durante el pegajoso tema.
«Con ella no» y «Alíviame» fueron laureadas en su máxima expresión y «Cada minuto», «Frenando el corazón», «Vete», «Una canción que te enamore» y «Estás hecha para mí» dieron por concluida la primera parte de este concierto.
It’s a wrap.
En tu cuarto
Una hora después de haber comenzado, entró en escena Yasmil Marrufo.
Era el mismo escenario que en el streaming, pero en vivo y directo. El ambiente se relajó y se dio inicio a un hilo de 7 canciones románticas que fueron escritas y coproducidas de la mano del eterno colaborador de Servando y Florentino.
«Dímelo», “Si yo fuera tú”, “Me vas a recordar”, “Me duele quererte”, “Bendita madre”, “Robando azules” y “Me enamoré” sirvieron para recordarle a Caracas que juntos componen no solo canciones sino masterpieces.
En el ínterin, Servando y Florentino invitaron a 3 afortunadas del público a subir al escenario. Las hicieron sentir como en casa, sentándolas en la cama que sirvió como centro para una serenata de la mano de los artistas.
Con “Bendita madre” afloraron más lágrimas y muchos de los asistentes llamaban a sus familias para dedicar el tema. Sin embargo, la interpretación de “Me enamoré” sirvió de plataforma para una pequeña improvisación en la que Servando exclamaría que estar enamorado “es lo mejor del mundo y solo ese sentimiento puede salvarnos”, mientras se lamentaba, entre risas, porque no podría usar su Instagram para proclamarlo pues le hackearon la cuenta.
Prelude
Con esa premisa, dejaron el escenario y Yasmil Marrufo se apoderó de la tarima para viajar musicalmente a través de “Dame tu consentimiento” y “Te quise olvidar”, emocionando a los asistentes quien, entre gritos, coreaban al unísono y sin equivocación alguna las letras de las canciones.
11:00 pm. Marrufo se despide de los escenarios. Servando y Florentino regresan haciendo un importante anuncio. «Un porcentaje de cada una de las entradas vendidas, irá directamente a ayudar a la Parroquia de El Valle», recalcó Servando. “Siéntanse orgullosos de poder colaborar también con un chamito de Guanare; el panita Sebastián, quien necesita apoyo con un tratamiento de salud importante. ¡Gracias por ayudarnos a ayudar”, destacó.
Y así arrancó nuevamente la fiesta. “Los cachos” sirvió de chiste interno entre las parejas y amigos, “Tengo un corazón” como dedicatoria. “Te encontré” y “Por haberte querido tanto” aseguraban que pronto culminaría esta presentación y “Una fan enamorada” fue el principio del final. La canción más coreada, hasta el momento, arrancó gritos ensordecedores e incontrolables saltos emocionados.
11:30 pm. Servando y Florentino desaparecieron sin más.
No es el final
“¡Otra, otra, otra!” coreaban insatisfechos los presentes. Las pantallas de la tarima también exclamaban: “Otra, otra, otra”. Un minuto después de estruendosos bramidos, los hermanos Primera regresaron al escenario.
Agradecieron a Dios por el presente y dedicaron la siguiente canción, “No es el final”, a aquellos que se fueron dejando huellas indelebles en nuestras vidas.
Luego, dieron inicio al medley más esperado: el de Salserín.
“No importa”, “Un amor como el nuestro”, “Yo sin ti” y, finalmente, “De sol a sol” fueron la cereza de la torta en este concierto que se paseó por la historia musical completa de Servando y Florentino, deleitando a los asistentes durante 2 horas y media.
Una lluvia brillante de serpentinas opacada solo por el juego de fuegos artificiales que dio por terminado el encuentro, resumió un primer día de conciertos colmado de satisfacción, ronquera, cansancio, sonrisas y comentarios como “quiero repetir la experiencia hoy, mañana y siempre”.
11:45 pm. Alrededor de 6.000 personas siguieron el protocolo de seguridad y salieron ordenadamente de las instalaciones. Algunos satisfechos, emocionados y enamorados… Otros, deseando volver a revivir el concierto una vez más.