En 2012 el diseñador gráfico Pedro Fajardo se fijó una meta: quería ganar la categoría Mejor Diseño de Empaque del Grammy Latino. Ese año el diseñador venezolano Miguel Vásquez (MASA) se llevó el gramófono por el arte de Cambié de nombre, el tercer disco de la banda de rock Viniloversus. El momento le quedo grabado en la memoria y no lo veía tan lejano. Ocho años después la Academia Latina de la Grabación le concedió el anhelado reconocimiento por el trabajo de Soy puro teatro – Homenaje a La Lupe de la venezolana Mariaca Semprún en su edición 21, celebrada la semana pasada.
Ya estar nominado para él era suficiente. El mes previo a la ceremonia estuvo marcado por los nervios y la revisión de los trabajos de los otros nominados en la categoría: Jinetes del apocalipsis, de Alejandro de la Garza, Lado A, de Alerta Rocket, MSDL – Canciones dentro de canciones, de Vetusta Morla y Salto al color de Amaral. Incluso tenía su favorito, el de la banda española Vetusta Morla. “Es increíble ese trabajo. Tenía bastante miedo, pero se lo dejé al destino y a la Academia para que lo interpretaran”, dice desde Miami, donde vive desde hace 4 años.
De pequeño, cuenta, le gustaba colorear, recortar y realizar trabajos manuales. “Hacía carteleras en el colegio”, recuerda entre risas buscando los recuerdos en su infancia y adolescencia que lo llevaron a matricularse en la licenciatura de Administración de Empresas de Diseño en la Universidad de Nueva Esparta, en Caracas. Trabajó como director de arte de la revista Urbe y luego en Complot Magazine. Hizo latas de Cocacola, encabezó el arte de la campaña “Hay un camino” de Henrique Capriles Radonski, incluso la del Revocatorio 2016. Pero también, y poco a poco, fue acercándose al mundo musical, que era donde quería trabajar: hizo el arte del último disco de Tomates Fritos en 2016, que llevó el nombre de la banda; del sencillo “Mi vicio” de Victor Muñoz, y también trabajó con Karina, Nacho, Chino y Nacho y Mau y Ricky.
Aun así, quería especializarse, realizar toda la propuesta gráfica de un artista, la imagen de los covers, las visuales de los conciertos, el material POP. Pero en Venezuela la industria musical, como todo el país, estaba en crisis, así que, en busca de mejoras en su calidad de vida, tomó su portafolio y se estableció en Miami.
Se desempeñó como director de arte en una producción de Nickelodeon. Y haciendo un trabajo de hormiguita comenzó a ampliar su trabajo con artistas, hasta que Mariaca Semprún le tocó la puerta. Ya se conocían desde antes. Trabajaron juntos en una productora y mantuvieron el contacto: a veces él iba a sus obras o se encontraban en reuniones de amigos en común. Llegó la propuesta para hacer todo el arte del disco, se reunieron y se puso manos a la obra.
“El diseño para este disco fue una tesis”, dice entre risas. “Investigué muchísimo sobre La Lupe. Yo tenía referencias de ellas por mis padres y mi familia que ponían alguna de sus canciones más conocidas en la casa, como ‘Qué te pedí’, pero no conocía su historia. Descubrirla fue impresionante: la primera latina que cantó en el Madison Square Garden, se pensaba que ella venía del futuro”, explica.
Agrega: “Trate de interpretarlo por las dos vertientes de su vida: la santería y la música. Me enamoré de los altares a sus santos y de los instrumentos que usaba para tocar y todo confluyó en un collage entre esto y fotos de Mariaca. Un balance entre el homenaje a esta artista cubana y la interpretación de Mariaca como artista. Estoy increíblemente agradecido con ella de que me diera carta libre para interpretar su música”.
El álbum Soy puro teatro – Homenaje a La Lupe nació del musical que realizó Semprún sobre la vida y obra de La Lupe en 2013. En julio de este año se tenía previsto que se reestrenara la obra en Miami y hacer el lanzamiento del disco. Pero por la pandemia de covid-19 no se pudo.
“El disco iba a ser un vinil que se iba a vender en el musical, pero no se pudo lograr. Una de las ideas era que la gente lo tomara y se quedara viendo lo que hay ahí, su composición y sus elementos. Se hizo para impresión sin pensar mucho en lo digital. Tiene seis postales que van por dentro y cada una identifica las canciones del disco y las explica a través del collage”, añade Fajardo.
Para él los álbumes son objetos con sentido. “Creo que los artistas han entendido que si se va a imprimir un disco vamos a hacerlo como una pieza y un objeto que sea coleccionable, que realmente la gente lo pueda usar. Es como un plus para ellos, es el cómo se lo presentas al público”.