Un joven entusiasta se pierde en una estación de trenes de un país olvidado por el resto del mundo. Aturdido y ansioso por retomar su camino, deambula en ese lugar, rodeado de personas que no entienden su idioma. De repente, un soldado da el anuncio del cierre de la estación. El joven, preocupado, acude a él en busca de ayuda, pero no logran entenderse. Aparentemente, no hablan el mismo idioma. A través de gestos y señas, el guardia le retiene su pasaporte.
El viajero queda despojado de su identidad, un acontecimiento que solo le traerá más problemas cuando el coronel de la milicia lo encuentra deambulando en la estación de trenes. El problema de comunicación se muestra de manera simpática, como una comedia absurda en la que el joven termina privado de su libertad. El soldado y el coronel lo creen terrorista, razón por la cual lo hacen renunciar a sus derechos humanos.
Este es el conflicto que Gustavo Ott planteó en Passport, obra venezolana que se estrenó por primera vez en 1991 en la Sala Cuarta Pared. Con una trama premonitoria de la situación actual del país, la pieza participa en el VI Festival de Jóvenes Directores Trasnocho con la dirección de Danny Cruz.
El director de 34 años de edad escogió este texto por lo atraído que se siente hacia el tema de la incomunicación en las relaciones humanas. Para Cruz es necesario reflexionar sobre cómo dos personas pueden hablar el mismo idioma y aun así no entenderse. Esto se refleja en la pieza: el soldado afirma que comprende lo que dice el joven cuando en realidad interpreta sus palabras a su conveniencia. De esta forma, se aprovechan del viajero sometiéndolo a constantes humillaciones y maltratos.
«Lo golpeé fuerte para que descansara un rato», dice el militar, interpretado por Ángel Pelay, en un momento que escenifica, con la típica camaradería venezolana, el abuso de poder por parte de los miembros del Ejército. El coronel, interpretado por Antonio Delli, propicia este tipo de comportamiento. «Dólares, ¿sabías que están prohibidos? Sin pasaporte e intentando destruir nuestro país y juventud con divisas y drogas. Soldado, encárguese», dice su personaje.
Luego de días de abusos, el joven recuerda quién es realmente. Su nombre es Eugenio, residente de ese país que creía extraño y del cual emigró en busca de nuevos caminos. Interpretado por Jeizer Ruiz, su personaje demuestra cómo el hecho de emigrar puede convertir en extranjeras de su lugar natal a las personas.
«El que se quiera ir, que se vaya»
Para Danny Cruz, Passport es una premonición de la situación actual de los millones de venezolanos que emigraron en busca de un mejor futuro. «Soy un amante de la dramaturgia de Ott y me enganché con Passport. Todos los problemas actuales de la diáspora venezolana se fueron incrementando cuando yo ya había escogido esta pieza para el festival», señala.
Y añade: «Después de 28 años aproximadamente este tema se mantiene vigente con nosotros, porque cuando Ott lo escribió no era un tema que nos afectaba directamente. En ese entonces no teníamos esos problemas de emigración. Pero ahora sí nos afecta».
Los personajes de la historia no solo hablan idiomas diferentes, también tienen ideales distintos que acentúan su conflicto. Los soldados fueron entrenados para defender a la patria, mientras que el joven decidió irse en busca de otras alternativas. «Yo nunca he tenido problemas con la ley ni el Ejército. ¿Puede quitarme la venda de los ojos? Prometo no ver nada», dice Eugenio.
La pieza refleja las distintas visiones sobre la migración. Están los que se quedan y están los que se van. «Yo no me voy. Yo sí me quedo aquí con mi carretera llena de huecos, con mis plazas. Con mi gente, con mi clima, con mi cargo aquí. El que se quiera ir, que se vaya», dice el coronel.
Passport es el hecho de hablar con otra persona y no entenderse. Así define la pieza Cruz, quien tuvo que afrontar como director los altos y bajos del montaje, los ensayos y el engranar el proceso actoral con la producción. «El hecho de producir para el Trasnocho hizo que yo quisiera ir con todo e ir más allá. Quería superarme con esta pieza», afirma.
El también licenciado en Física, que ha trabajado en más de 15 obras de teatro desde 2017, no le teme a la censura con esta obra. Todo lo contrario. «Si el arte no cumple con su propósito de hacer reflexionar y dejamos que nos quiten los escenarios, ¿dónde lo vamos a decir? El artista tiene la obligación de tomar las riendas y decir lo que está pasando, así lo silencien», concluye.
Passport
Del 28 de febrero al 8 de marzo
Viernes: 7:30 pm, Sábado 7:00 pm y Domingo 6:30 pm
Entradas 200.000 Bs. Disponibles también aquí
@AlbaFreitasG