La escena artística en París se agita con la llegada del Art Basel, gran operador internacional de ferias, y con el desafío del criptoarte, que choca de frente con la reglamentación francesa.
La capital francesa sigue siendo un imán para los coleccionistas de arte, y sus enormes espacios públicos, un objetivo tentador para las multinacionales del sector, como el grupo suizo MCH.
Ese grupo controla la gran feria internacional que se celebra cada año en Basilea, Art Basel, que tiene sus versiones regionales en Miami y en Hong Kong.
El desembarco de Art Basel hace un mes causó sensación en París, siempre en pugna por sobresalir ante Londres y Nueva York.
Art Basel presentó su candidatura en noviembre pasado para retomar la gestión de la feria de arte contemporáneo (FIAC) que se celebra desde hace casi medio siglo, en el Grand Palais, una enorme y bella estructura del siglo XIX en los Campos Elíseos.
El consejo de administración del Grand Palais no dudó demasiado ante los 12 millones de dólares que Art Basel se comprometió a desembolsar en los próximos siete años, y le adjudicó la gestión en enero.
Al mismo tiempo, París ha visto aterrizar «una decena de galerías» extranjeras y francesas en menos de dos años, a pesar del covid-19, explica la neozelandesa Jennifer Flay, que dirigió la FIAC hasta 2021.
Más que la creación artística, que ya no tiene un centro mundial claro, lo que tiene París son museos, y esos grandes espacios vacíos que tienen que ser alquilados parcialmente para darles rentabilidad, como el Grand Palais.
Los últimos grandes museos inaugurados en la ciudad son proyectos privados: la fundación Louis Vuitton (2014), del magnate Bernard Arnault, y la Bolsa de Comercio, reconvertida e inaugurada el año pasado para albergar la colección del otro gran empresario del lujo, Bernard Pinault.
«A ojos de los estadounidenses, los chinos o los alemanes, París es extremadamente rica y deseable», asegura Kamel Mennour, importante galerista parisino.
«Detrás de Nueva York», precisa Chris Dercon, presidente belga de la Reunión de Museos Nacionales-Grand Palais, que optó por autorizar el desembarco de Art Basel.
Sin embargo, los movimientos de concentración no solamente afectan a París.
La feria Photo London acaba de anunciar la venta de 25% de su capital a World Photography Organization, que gestiona la feria de fotografía de Shanghái.
El desafío del criptoarte
París, que fue la capital del arte mundial durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, tiene al mismo tiempo otros desafíos por delante, como el criptoarte.
En Francia la ley no permite vender obras de arte digital sin un soporte físico (como una pantalla de televisión), lo que plantea interrogantes para la comercialización de NFT (acrónimo en inglés por los ficheros informáticos con los que se registran las obras digitales).
Una modificación está siendo debatida actualmente en el parlamento francés.
La galería Charlot organizó una venta de obras de criptoarte, y de sus correspondientes NFT, hace tres semanas, con un éxito discreto: solo se vendió una obra.
Otra galería, FauveParis, pionera en el campo del criptoarte, fue convocada por la autoridad que regula las subastas en Francia porque se disponía a organizar una venta de criptoarte sin ese soporte físico.
«Me prohibieron la venta», explicó a la AFP Lucie-Eléonore Riveron, responsable de la galería.
Tras aceptar que debía vender esas obras con un soporte físico, la galería planea ahora la subasta para el 10 de marzo, con fotografías de esas obras.
Francia está en cuarto lugar mundial en término de volumen de subastas, por detrás del Reino Unido, China y Estados Unidos, con 409 millones de euros en 2021, poco más de 450 millones de dólares.
A título de comparación, las ventas de criptoarte superaron los 4.000 millones de dólares tan solo en el mes de enero, según la plataforma Cryptoslam.
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