No tuvo dudas. Paolo Bortolameolli siempre supo que quería ser director de orquesta, desde que quedó deslumbrado al escuchar la Quinta Sinfonía de Beethoven en un concierto cuando tenía 8 años de edad. Ahora tiene 36 y acaba de ser designado director asociado de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, una de las agrupaciones más importantes de Estados Unidos –según la crítica americana–, luego de trabajar como director asistente de Gustavo Dudamel, titular de la orquesta angelina desde 2009.
Estudió piano en la Pontificia Universidad Católica de Chile, pero nunca quiso ser pianista. Vio ese instrumento como un recurso personal para nutrirse de conocimientos con el fin de lograr su sueño. Pasó por la Universidad de Chile para cursar un diplomado en dirección de orquesta y lo perfeccionó con un máster en la misma materia en la Universidad de Yale. Fue en un concurso internacional de orquestas en Alemania donde comenzó su camino inesperado en la Filarmónica de Los Ángeles.
Deborah Borda, entonces directora ejecutiva de la Filarmónica de Los Ángeles, era parte del jurado del concurso y le gustó mucho la presentación del joven. Se lo hizo saber a Dudamel. Le ofrecieron dos meses de pasantías y no ha hecho más que ascender. Nunca pensó que ese tiempo se alargaría, ni mucho menos sería lo que es ahora.
Bortolameolli confiesa que le gusta trabajar con el director barquisimetano, la cara más reconocida del sistema de orquestas, por la química profesional, artística y humana que se gesta entre ambos. “Cuando digo ‘Gustavo Dudamel’ –abre las manos de par en par– es una imagen que simboliza muchas cosas. Pero cuando lo conoces como persona es solamente Gustavo, en un plano humano, que es el que a mí más me gusta, porque te das cuenta de que, al final, el artista sigue siendo una persona. Es un regalo ver que toda esa genialidad es un ser humano. Ha sido un gran apoyo y siempre es una inspiración. Me siento privilegiado de trabajar con él”, expresa el músico chileno sobre su mentor.
No se queja. Como director asistente dirigió muchísimo, y ahora, como asociado, asume más responsabilidades en una orquesta que, para él, es la mejor y no duda en destacar que es la más importante de Estados Unidos, y quizás del mundo, porque está revolucionando el concepto de lo que debe ser una orquesta en el siglo XXI: presentar nuevos formatos para llegar a audiencias ávidas de innovación.
Una noción de la música que comparte y que desarrolla en su proyecto educativo “Ponle Pausa”. A través de cápsulas publicadas en Youtube, el chileno despierta el interés de cualquier público por la música clásica. El año pasado fue invitado a dar una charla TED en Nueva York en la que explica el juego de expectativas que se genera al escuchar música: el cerebro genera patrones que pueden o no ser satisfechos. Al final, para Paolo Bortolameolli se trata de comunicar: “Ese es el futuro de la música clásica. Si nos quedamos en las cuatro paredes de un teatro, tarde o temprano vamos a perder audiencia, porque el mundo está hiperactivo y ávido de novedad y de inventiva (…) Nosotros sabemos que la música en vivo es irremplazable. Pero eso la gente no lo sabe, sobre todo las nuevas generaciones. Ir a un concierto es como ver una obra de teatro, es lo que sucede allí, en ese instante, en ese escenario con esos actores. La música hay que vivirla en el mismo instante en el que ocurre”.
Ante 17.500 personas debutó como director asociado de la orquesta angelina el 11 de julio, en el espectáculo Falla & Flamenco a cargo de la compañía de la bailaora venezolana Siudy Garrido. Un concierto al aire libre en el Hollywood Bowl donde se presentó la versión de la coreógrafa de El amor brujo de Manuel de Falla. Admite que de adolescente no le gustaban los conciertos de ese tipo porque los consideraba un irrespeto hacia el compositor. Ahora piensa todo lo contrario: a la música clásica hay que llevarla a las calles: “El Hollywood Bowl es algo maravilloso que tiene Los Ángeles. La gente va y es entusiasta. Y, en una época en la que la gente no va a conciertos, es un milagro que todas esas personas hayan decidido ir a escuchar música clásica en el verano. Es para aplaudirlos”.
Llegó a Caracas el lunes y no ha parado. Los días pasan entre los ensayos con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y la Orquesta Juan José Landaeta, del sistema de orquestas, a quienes dirigirá este viernes, a las 4:00 pm, y el domingo a las 11:00 am, respectivamente. Y, cuando tiene tiempo, escucha The Beatles, The Doors, Led Zeppelin y Pink Floyd.
Con la Bolívar prepara la Sinfonía N° 7 de Dmitri Shostakóvich, que dirigirá por primera vez. Una pieza que fue compuesta entre 1941 y 1942, cuando la Alemania nazi emprendía una acción militar para apoderarse de Leningrado (hoy San Petersburgo, Rusia). En cuatro movimientos, el pianista y compositor ruso retrata ese momento histórico en el que la ciudad vivió una hambruna en medio de múltiples bombardeos. Pese a la invasión que llevaba a cabo Hitler, Karl Eliasberg estrenó la obra el 9 de agosto de 1942 con solo 15 miembros de la antigua orquesta de la Radio de Leningrado. La obra fue escuchada a través de los altavoces que se colocaron por toda la ciudad. Un símbolo de resistencia frente a los totalitarismos.
La suite Scheherazade de Nikolái Rimski-Kórsakov, basada en el libro de cuento de la cultura árabe Las mil y una noches, y la obertura Romeo y Julieta de Tchaikovski, inspirada en la tragedia de William Shakespeare, ambas piezas del romanticismo, serán interpretadas por la Juan José Landaeta.
—¿Cómo surge la invitación para venir a dirigir en el Sistema?
—Después de la primera experiencia con la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela, el año pasado, la relación con el Sistema y con los músicos fue muy bonita. Muy linda la experiencia. También por el interés del mismo Gustavo de que viniera a trabajar con las otras dos orquestas. Fue orgánica; salió espontáneo de esa primera experiencia tan bella.
—¿Cómo se escogió el repertorio?
—Fue común. Yo tenía muchas ganas de dirigir Leningrado desde niño. Fue la primera sinfonía de Shostakóvich que conocí y una de mis primeras obsesiones con el compositor. El aspecto humano de esta sinfonía es muy potente. Ese es el punto que siempre me cautivó. Shostakóvich fue un cronista de un instante complejo de la guerra durante la invasión alemana. Haber escrito esta música mientras eso ocurría y, al mismo tiempo, transformarse en una radiografía, en un mensaje de esperanza y de levantar los ánimos y lograr la victoria, la hace ser una obra muy especial y bastante única. No hay tantas piezas de las que uno pueda decir eso.
Con el también director Jesús Uzcátegui seleccionó el repertorio que se interpretará el domingo: “Surgió Scheherazade, donde el lucimiento orquestal es gigante y muy virtuoso. Es ideal desde el punto de vista de la inspiración que trae los sonidos, la orquestación, la variedad; es una obra maravillosa. En una orquesta joven también es un desafío muy lindo, el nivel de la Juan José Landaeta es altísimo. Entonces, por qué no. Y Romeo y Julieta nació porque había que buscar un complemento a Scheherazade. Son obras que salen de la fantasía. Una de una tragedia, como es la obra Shakespeare, y la otra de Las mil y una noches. Todo viene del mundo literario y de la imaginación”.
—¿Qué significa el arte, la música, en tiempos oscuros y difíciles?
—La música, el arte en general, lo veo como un mantra, es realmente el idioma universal. Y la prueba de aquello es que, desde que existe humanidad, un instinto propio del ser humano es encontrar una forma de expresar lo que es inexpresable a través de recursos abstractos. La música es un arte, para mí, de los más sublimes que existen, justamente porque si estábamos hablando de la capacidad mágica que tiene el ser humano de expresar emociones desde lo abstracto, imagínate desde la música; la música es lo más abstracto que existe, son solo sonidos; desde un punto de vista acústico son estímulos y por alguna razón inexplicable nos emociona por igual a todos, en todas partes: te llega, cautiva, te impacta. Sean tiempos fáciles o difíciles, recurrir a la música es mirar nuestra alma, nuestra voz más interna.
Durante esta semana los compositores favoritos de Paolo Bortolameolli son Shostakóvich, Kórsakov y Tchaikovsky. La razón es simple: serán de ellos las piezas que dirigirá este fin de semana en Caracas: “Mis autores favoritos son los que trabajo para un momento determinado. No me imagino no entregando todo a la obra que tengo delante”.
El lunes partirá a México, donde participará en la gira de la Orquesta de las Américas. Luego pasará por Argentina y Chile para seguir siendo lo que deseó desde niño: un director de orquesta.
Leningrado. Orquesta Sinfónica Simón Bolívar
Centro Nacional de Acción Social por la Música, Quebrada Honda
Viernes, 4:00 pm
Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta
Centro Nacional de Acción Social por la Música, Quebrada Honda
Domingo, 11:00 am
Entradas: a partir de 7.000 bolívares en Ticketmundo y taquillas del Centro Nacional de Acción Social por la Música.