Aunque a Pacho Flores le gustaría visitar San Cristóbal y pasar tiempo con su familia, no puede. El itinerario es ajustado. Su agenda se divide entre talleres, clases y ensayos. Pasa gran parte de sus días en Quebrada Honda, en la sede del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Allí –dice– se enclaustra en los fríos salones subterráneos de la institución, en los que la señal es inexistente, y desarrolla una tras otra, sin parar, sus actividades con los jóvenes músicos.
Al igual que en su última visita, en diciembre de 2021, Flores estará solo dos semanas en el país, de las cuales un fin de semana será para visitar a su mamá. «Esta vez voy a ir a Mérida porque ella está allá. Me está esperando», dice contento. El resto de su agenda está repleta de actividades. Por eso, el trompetista quiere aprovechar al máximo el poco tiempo que tiene para ensayar el concierto que tiene previsto este sábado junto a la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta, dirigida por Andrés David Ascanio, en el que será solista.
Para el recital, que tendrá lugar en la sala Simón Bolívar del Centro Nacional de Acción Social por la Música a las 5:00 pm, la orquesta interpretará El aprendiz y el brujo, de Paul Dukas, y El laberinto encantado, de Julio Landaeta. Flores interpretará Concierto para trompeta de Christian Lindberg y Albares, un concierto que Flores compuso para fliscorno. «Va a ser un repertorio muy ameno para el público porque van a escuchar dos obras de trompeta nuevas. Albares la estrené en 2022 con Christian Vásquez en Tenerife, está sería la segunda interpretación. Será su estreno en América, y la obra de Lindberg apenas se compuso en 2004, entonces es una obra relativamente nueva, no tiene ni 20 años», detalla el músico.
Además del concierto, algo que tiene entusiasmado a Pacho Flores son las clases y talleres que dictará a los jóvenes músicos de El Sistema, una forma de contribuir con su formación musical. «A veces no da tiempo de hacer todo, pero las clases magistrales siempre podemos atenderlas con mucha calma para responder todas las preguntas. Cada vez que tengo una clase magistral siempre hay más de 100 trompetistas; claro, no todos pueden tocar. Sin embargo, aunque solo puedan tocar dos o tres, todos aprovechan la sesión. El que está de oyente puede ver cómo un alumno va evolucionando o incorporando dentro de su forma de tocar nuevos elementos para que lo hagan subir el nivel un poco».
A diferencia del anterior, este regreso fue emocionalmente distinto para Pacho Flores. Antes de su visita en 2021, tenía nueve años sin regresar al país. Además, era su primera vez en El Sistema luego de la muerte del maestro José Antonio Abreu ocurrida el 24 de marzo de 2018. Para el trompetista fue extraño estar allí sin él. «Yo hablaba frecuentemente con el maestro Abreu y, en la distancia, le seguía pidiendo consejos en decisiones importantes que tenía que tomar. Él siempre buscaba tiempo y, a pesar de que su salud se fue deteriorando, me respondía a través de una nota de voz o cartas escritas. Fue muy fuerte el regreso sin él. Eso me pegó mucho. Yo siento que él está presente, es evidente. Es imposible no citarlo en cada ensayo, cada anécdota, cada tertulia con los afectos (…) Pero visitarlo en el cementerio fue un momento de realidad y, por fin, pude despedirme de él».
Algo que le agradece el trompetista al maestro Abreu son sus consejos siempre acertados. «Desde que tenía 11 años mi sueño era ser concertista. Yo se lo dije al maestro cuando tenía 14 años y él me dijo: ‘Me parece muy bien, pero tienes que pasar por una orquesta’. En ese momento yo no lo entendía, pero ahora, en perspectiva, ha sido un gran acierto. Primero, haberle hecho caso y, segundo, que él haya tenido esa visión porque te da una base mucho más sólida».
Pero Flores no abandonó su sueño. Al contrario, aprovechó toda la experiencia que adquirió y la usó a su favor. «Cuando estás en una orquesta eres parte de un proceso importante, cada director viene con una idea de interpretación de la obra diferente. Eso fue lo que me dejó mi formación dentro de la orquesta. Con 21 años, yo había hecho lo que un profesional de la trompeta no llega a hacer, ni con 55, a nivel de ensayos, de obras, de todo. Pero gocho, cabezón, terco con lo que busco, nunca abandoné mi idea de ser solista porque es un sueño que tenía desde niño y cuando hay personas que te marcan la vida, evidentemente, buscas ese camino».
En agosto del año pasado, Pacho Flores presentó su disco Estirpe, que incluye –además de piezas propias– composiciones de Arturo Márquez, Daniel Freiberg, Paquito D’Rivera y Efraín Oscher. Uno de sus proyectos más grandes a nivel logístico, dice. Sin embargo, este trabajo se remonta a 2010, cuando le encargó a Oscher hacer una obra que no fuese solo para trompeta. Así nació Mestizo, la primera pieza que da forma al álbum. «Fue el primer concierto en el que le dije a Efraín: ‘Quiero una obra en la que, por lo menos, se puedan utilizar tres instrumentos distintos’. A partir de ese momento nació un gran concierto para trompeta de un compositor venezolano-uruguayo. Cuando empecé a rodarlo por el mundo noté que era muy aceptado. Como artista, cuando ya has tocado mucho una obra, sobre todo, las grandes obras clásicas, llega un momento en el que necesitas hacer otras cosas. Entonces, por eso fue que le encargamos a Efraín este concierto y, a partir de ese momento, vi que gustaba mucho, lo programaban más y me lo pedían las orquestas».
Luego, con el tiempo, se fueron sumando las obras de Arturo Márquez, Daniel Freiberg y Paquito D’Rivera, que compuso especialmente para Flores Concerto venezolano para trompeta. «Me dijo: ‘Mira, Pacho, es la única obra que me han comisionado en toda mi vida como compositor que antes de escribirla ya le había puesto título’. Normalmente, ese es el dilema, tú compones una obra y después es que le pones nombre o, de repente, sobre la marcha van surgiendo ideas y ya todo va en ese proceso creativo», recuerda el trompetista.
Aunque para Flores todas las piezas que le dan forma a Estirpe son especiales, le tiene particular cariño a Concierto de otoño por la relación que tiene con Márquez. «No quiero que el resto de compositores me mate, pero es por la historia que tengo con el compositor. Él me llama sobrino, imagínate. Cuando escuché por primera vez ese danzón y, con 15 años, toqué el solo de trompeta en el Palacio de Bellas Artes con él dirigiéndome… Esas son cosas que te marcan la vida y, en ese sentido, le tengo un gran cariño. No estoy menospreciando el resto de las obras, para nada, sino que a la figura de Arturo Márquez le tengo un gran cariño», afirma
El disco se grabó con la Orquesta Sinfónica de Minería, pues el venezolano quería hacerlo con una orquesta latina. «Yo necesitaba fluidez. Este tipo de música es muy idiomática. Por ejemplo, hace mes y medio toqué con la Sinfónica de San Francisco el concierto de Márquez y me tomé un minuto para decirle una cosa a los músicos y cambiar el acento. Es que yo quería un mambo, no quería un ‘mambow’. Ellos no tienen la culpa, es como cuando interpretamos a Mahler o Brahms. En ese tipo de música hay ciertas cosas que uno estudia que no están escritas, pero es a lo que nosotros le llamamos el estilo y cada época de la música tiene su estilo particular».
Estirpe también incluye composiciones de Pacho Flores, como “Morocota”. Una faceta que al músico le interesaba explorar. «Estos conciertos de trompeta (los del disco) me inspiran a componer. Aprovecho el tiempo en los viajes, en los aeropuertos y en los hoteles para concretar algunas ideas que surgen. Siempre tengo mi computador conmigo y empiezo a escribir notas», cuenta.
Flores destaca la importancia de la trompeta en la música, tanto clásica como popular. «Es un instrumento con mucha potencia, da fuerza dentro de una sección, pero también puede aportar mucho color y brillo también. Eso también es necesario, tener toda la gama de colores de la música. Cuando llevamos la trompeta a un espacio sinfónico, en el que la música bebe de esa herencia universal, le aporta mucho; mientras que en la música popular, que muchas veces tiene esa herencia por legado oral, tiene más fuerza en los teatros. Los grandes compositores que han acertado han bebido de esa misma fuente. Nada nace por nada ¿Cuántas veces Arturo Márquez habrá estado en esas fiestas elegantes con danzones en las salas de Ciudad de México o en sitios como Jalapa o Yucatán, que se toca tanto danzón? Es inevitable no beber de ahí y los grandes compositores como Stravinski han bebido de la música popular», dice.
Al igual que en 2022, este año Flores tiene previsto un cronograma repleto de conciertos. Uno de los que más lo entusiasma es su presentación en el Hollywood Bowl, dirigido por Gustavo Dudamel. “Tengo muchos conciertos, gracias a Dios. Una colaboración preciosa va a ser en el Hollywood Bowl con Dudamel en julio. Este año también soy artista residente en la Orquesta de Liverpool y en la Sinfónica de Galicia. Estoy muy contento y con una agenda bastante full”.
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