El trompetista venezolano Pacho Flores asegura en una entrevista con EFE que es «importante desarrollar los instrumentos para desarrollar el repertorio» y que la música clásica está en Hispanoamérica «todavía por explotar».
Flores, quien ofrecerá un concierto en el marco del Festival Casals en Puerto Rico, que comienza esta semana, explica que los instrumentos de viento metal de hace 20 años ya están «totalmente fuera de orden», como ocurre -compara- con los automóviles.
«Los propios conciertos de trompeta que yo toco ahora no son posibles con trompetas normales de hace 20 o 10 años ¿Por qué? Porque no tienen el recurso, no tienen la posibilidad de expandir el repertorio», detalla.
El músico venezolano toca instrumentos fabricados exclusivamente para él por la prestigiosa Casa Stomvi, ubicada en Valencia (España), donde reside, y participa activamente en los desarrollos e innovaciones de sus instrumentos.
«Vamos desarrollando con los instrumentos de metal la parte técnica del instrumento, haciéndole más confortable la interpretación al artista, el rendimiento, pero al mismo tiempo también se están explorando otras posibilidades para el repertorio», subraya.
Un concierto con siete trompetas
Para su interpretación en el Centro de Bellas Artes de San Juan, que tendrá lugar el 1 de junio junto a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico (OSPR), Flores va a tocar una variedad de trompetas y un fliscornio.
Este último instrumento, el fliscorno, le hace «muy feliz» a Flores, ya que logró desarrollar una línea de cuatro pistones, en vez de tres, que es lo normal.
«Esto lo que hace es que me da un rango de registro mucho más amplio, y es por eso que todos estos compositores se enamoran del proyecto que he pretendido crear a través de la nueva música, de las nuevas obras», señala.
Formado en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, obtuvo el Primer Premio del Concurso Internacional Maurice André, la competencia para trompeta más destacada del mundo, así como también el galardón principal del Concurso Internacional Philip Jones.
Aunque ha tocado en tres ocasiones con la OSPR, se trata de la primera participación de Flores en el Festival Casals, fundado en 1956 por el maestro y violonchelista español Pablo Casals.
El principal evento de música clásica del Caribe, que el venezolano considera «una referencia», se celebra del 25 de mayo al 8 de junio.
Concierto de otoño para trompeta de Arturo Márquez, Historias de flores y tangos de Daniel Freiberg, y la Sinfonía 7, Elegía, de Roberto Sierra, que es un estreno mundial, son las obras que componen el programa del concierto, con un enfoque en Latinoamérica y los ritmos de la región.
Traer ritmos caribeños a la trompeta clásica
La función de la trompeta en la música clásica ha ido evolucionado. De ser -comenta Flores- «totalmente acompañantes» durante el clasicismo y el romanticismo a tener un auge a finales del siglo XIX.
«Con la implementación del pistón ya empezamos a hacer notas cromáticas, lo cual nos daba todo el registro y se empezó a experimentar mucho más con las trompetas (…) y luego a ser instrumentos solistas», detalla.
A su juicio, en la música del Caribe, el sonido de la trompeta es «mucho más virtuoso y mucho más atractivo», por lo que Flores aboga por llevar esos sonidos a la música clásica.
«Mi sonido es vamos a llamarlo culto, trompetísticamente hablando, pero con una vena y un ADN que entiende mucho de estos ritmos (caribeños)», subraya el trompetista, cuyo último álbum Estirpe ganó el Grammy Latino a Mejor Composición Clásica Contemporánea.
Para traer ese repertorio, Flores ha comisionado en los últimos cinco o seis años más de 24 obras para trompeta, de las cuales tres ha compuesto él mismo.
«Creo que la música clásica todavía, sobre todo en Hispanoamérica, está por explotar. Se puede ver también muy influida por otro tipo de ritmos más locales», apostilla.
Después de trabajar con la música latina desde 2019, Flores regresa ahora a sus «orígenes» del barroco, clasicismo y romanticismo, con un nuevo álbum que se publicará este 2024 y que rescata música «que no había sido grabada y que estuvo en el olvido durante 200 años».