Corre el año 1955. Susana Duijm acaba de convertirse en la primera venezolana en ganar el concurso internacional Miss Mundo y en la peluquería Caracas BeautyParlor suenan los versos del tema «Mama Eu Quero» de la cantante brasileña Carmen Miranda. En las paredes del establecimiento, donde hay sillas aterciopeladas para las clientas y revistas de moda, destaca la foto de la reina. El día apenas comienza y la joven Beatriz, hija de la dueña del local, María José, se prepara para otra jornada de trabajo en el salón.
La historia comienza en esta peluquería en la que, una a una, van entrando las nueve mujeres que protagonizan la pieza escrita por la dramaturga y guionista Karin Valecillos . Cada una de ellas, con lentes de sol y vestidos de época, expresan, desde el primer momento en escena, el conflicto que guiará esta tragicomedia: el asesinato de El Coronel. Tras fallecer en su casa como consecuencia de tres disparos, estas mujeres revelarán qué relación guardaban con él y qué secretos a voces se ocultan en una sociedad donde nada parece cambiar a pesar de que en el aire se respira la sensación de que todo será distinto.
La primera en entrar es Silvia, la vecina de El Coronel y el centro de atención en un primer momento por ser la única que escuchó los disparos durante el suceso. A pesar de ser una testigo clave del hecho, Silvia se ahorra los detalles y desvía la conversación para hablar de su marido, un hombre que está constantemente de viaje de negocios. A Silvia no le da tiempo de regodearse en los regalos que le trajo su esposo de Brasil cuando entra Elena, una actriz que alcanzó la fama recientemente en profundo luto por la muerte de El Coronel.
Justo cuando se está lamentando por su trágico fin, entran en escena las próximas tres clientas del Caracas BeautyParlor: Cecilia, viuda de la víctima; su hija Consuelo y Dolores, hermana de Cecilia. Ninguna quiere arreglarse demasiado porque les parece de mal gusto tener las uñas pintadas cuando están de luto. Poco parece dolerles la muerte de El Coronel, en especial a su esposa, quien afirma que él se murió sin quedar debiéndole nada. Así que nada lamenta.
La conversación entre las mujeres comienza. Se menciona a Susana Duijm y su coronación como Miss Mundo 1955. Hasta Marcos Pérez Jiménez la felicitó a través de un telegrama. Con algo de humor negro, chistes y comentarios ingeniosos que intercambian entre ellas, la conversación cambia cuando llega Mariana, la segunda hija de Cecilia. Acude al lugar seguida de cerca por Juana, la criada de la casa que se muestra desesperada después de que la policía acusara a su hijo Jesús por el asesinato. Las nueve mujeres comienzan a discutir sobre lo sucedido tratando de esclarecer quién asesinó a El Coronel. Solo así el hijo de Juana, de quien está enamorada Mariana, podrá salir libre. Sin embargo, no todas están dispuestas a revelar lo que saben para salvar de la cárcel a un inocente.
Déjame como Susana Duijm comenzó su temporada en la Sala Espacio Plural del Trasnocho Cultural el pasado 4 de agosto donde se presentará hasta el 27 con funciones los viernes a las 7:30 pm, y sábado y domingo a las 7:00 pm. Dirigida por Nakary Bazán, es el primer montaje del grupo D’mentes Creativas. La pieza cuenta con un elenco conformado por Verónica León, Sandra Moncada, Margarita Morales, Marielena González, Verónica Arellano, Anabella Giménez, Nerea Fernández, Oriana Santos y Muriel Tremont.
La necesidad de transformarse
Karin Valecillos escribió Déjame como Susana Duijm en 2010 por un encargo que le hizo un amigo director. Cuando la llamó para pedírselo, le comentó que quería una pieza en la que se pudieran juntar varias actrices venezolanas. “Imagínate una historia donde estén todas las SuperStars de Venezuela”, le dijo como requisito. En ese momento, Valecillos estaba en Argentina cursando un taller de escritura de thriller policial. Ante la solicitud y la coincidencia del taller, la dramaturga vio que unir ambas cosas podría resultar perfecto. Decidió contar la historia de muchas mujeres alrededor de un crimen por resolver.
“Pensé en cómo sería una historia así narrada por mujeres porque en general, cuando uno lee historias como estas, en ese momento de 2010, todo lo policial siempre estaba muy marcado por lo masculino”, cuenta la egresada de Letras de la Universidad Católica Andrés Bellos (UCAB), de 45 años de edad.
Lo siguiente que se preguntó Valecillos fue cómo sería armar un thriller dentro de la estructura y las formas en las que las mujeres se comunican. “Ese fue el origen y a partir de allí surgió esta obra de teatro. El elemento femenino más lo policial, de allí partí”, explica. Tras plantearse esto como premisa para la pieza, lo demás empezó surgió poco a poco. Valecillos quería una obra en la que ningún discurso se pareciera o repitiera. Sabía que serían muchas mujeres las que intervendrían en la obra, no quería que ninguna se pareciera ni en conflicto ni en personalidades. Ese fue su reto.
Comenzó a escribir buscando que cada una de las protagonistas tuviera un tono, un deseo distinto, que cada una representara un tipo específico de mujer. A su vez, necesitaba que todas tuvieran razones creíbles y entendibles para hacer lo que hacen. “No quería que en ningún momento se sintiera que alguna de ellas era una suerte de villana, sino que cada una tuviera una razón perfectamente justificable para actuar de esa manera”, comenta. Así decidió que las nueve estarían vinculadas con algo que una mujer busca. “Hay quienes buscan estabilidad, libertad, el amor, cada una de ellas tiene una necesidad muy femenina. Como la necesidad de protección, de la compañía; cada una tiene algo que representa parte de este universo femenino”.
El título Déjame como Susana Duijm llegó por una anécdota divertida. Como una mujer de pelo rizado, Valecillos conoce de cerca la necesidad de las mujeres de alisarse el cabello. “Siempre me llamó mucho la atención esta cosa de que a las 6:00 am en Venezuela todas las peluquerías están abiertas”, confiesa. En una oportunidad estaba en una peluquería haciéndose las uñas cuando entró una muchacha y dijo: Me dejas igualita a Shakira. “Pensé: qué loco que entres a un lugar y pidas que te dejen como otra persona. Luego comencé a pensar como quién nos gustaría que nos dejaran a nosotros los venezolanos. Susana Duijm, nuestra primera gran miss venezolana”.
Susana Duijm, explica la dramaturga, fue quien inauguró en 1955 ese ideal de mujer venezolana, la idea de ser una mujer hermosa pero fuerte. El título surgió de esa necesidad de parecerse a algo, de cumplir con esos ideales que a veces se convierten también en una presión y en una cárcel. “La necesidad de transformarse para ser aceptada y la importancia de la imagen que termina siendo unos parámetros impuestos por otros y una narrativa impuesta y que se transforma en una prisión para muchas mujeres”, comenta.
Capas y mujeres
Para Valecillos, Déjame como Susana Duijm es una pieza que tiene varias capas así como varios mensajes sutiles que pueden pasar desapercibidos por medio del humor. La historia tiene relación con la situación política del país: “Se muestra esa sensación de que a veces las cosas cambian pero quedan igual. Este eterno darle vueltas a unas mismas estructuras, cuando parece que el país se va a transformar o cuando parece que va a cambiar, volvemos a lo mismo. Creo que eso es parte de esta idea”.
En la historia, a las nueve mujeres les sucede algo que puede transformar sus vidas pero se niegan a que eso pase, a perder la estabilidad, el estatus, lo que han construido. “Y si para eso deben trazar o deben olvidarse de la justicia o de los demás están dispuestas a hacerlo. Habla del miedo a perder lo que has conseguido, el miedo a que las cosas realmente cambien”.
Hay, además, una capa en la que se abordan las relaciones de las mujeres y cómo hay violencias que las rodean constantemente y no se registran como tales. Valecillos ejemplifica destacando entre ellas el guardar silencio, el no tomar en cuenta las opiniones de la mujer, el asumir o aceptar situaciones que son psicológica y emocionalmente violentas. Todo está ahí, en las capas que muestran las mujeres de la pieza.
“Lo que me parece más oportuno del texto es todo lo que ha pasado en relación con la mujer. Estamos hablando de una obra previa a la era del #MeToo, no había todo este pronunciamiento y necesidad de cambiar narrativas, de revisarnos”, destaca Valecillos . Es una obra que se escribió antes del gran estallido mundial de denunciar las violencias que sufren las mujeres. Al igual que en la pieza, en la que todo parece cambiar aunque sigan las mismas estructuras, Valecillos considera que en la actualidad algunos aspectos de la situación de las mujeres cambiaron, pero otros no. “Hay muchas mujeres que seguimos allí, presas en el BeautyParlor. Lo hablaba con una amiga que quería montar Casa de muñecas y me dijo ‘eso ya fue’. Le respondí: ¿ya fue? No sabes cuántas mujeres viven todavía en su casa de muñecas todavía”.
Hay un sentir, continúa, de que las cosas están cambiando porque en redes sociales se sigue a personas que piensan similar. Pero, cuando se sale a la calle, se nota que todavía hay cosas que permanecen igual. Todavía hay muchas mujeres que están viviendo quizás las mismas vivencias y hasta peores que las mujeres del 55. “Sí hay voces y cambios, pero hay un mundo que también se resiste a este cambio”.
Un llamado del teatro
Karin Valecillos considera las tragicomedias como Déjame como Susana Duijm su elemento. Aunque no descarta el melodrama, porque en sus orígenes escribió televisión y se alimentó desde niña con la televisión abierta. “He visto mucha telenovela, escribí telenovelas, estudié Letras, entiendo el mecanismo de defensa que tenemos los venezolanos de usar el humor como precisamente mecanismo de defensa”. Es un mecanismo que también percibió en México, donde reside, y adonde emigró en 2020 para trabajar con Netflix en Luis Miguel, la serie.
“Cuando estás entrando en profundidades inmediatamente buscas la manera de revertirlo a través de la ironía, el humor, el chiste. Es como no tocar eso que duele o ir de dos extremos muy grandes. Es como ir del melodrama, que es la explosión del sentimiento, al humor, que es la evasión de ese sentimiento”. Para ella, esas dos vertientes son muy latinoamericanas, extremadamente venezolanas y por eso sintió que funcionaban a la hora de escribir la obra. Como resultado logró una pieza que tiene un gran trasfondo social con un drama muy fuerte y momentos de ruptura a través del humor porque, cree, es la manera del venezolano de enfrentar la realidad.
Luego de culminar el proceso de escritura, como suele pasar con muchos proyectos teatrales, la historia nunca se terminó de montar. El texto, sin embargo, no se quedó engavetado: Karin Valecillos lo entregó, como hace con todas sus obras, para que la leyeran en la UCAB o en los talleres de formación que hacía Matilda Corral. La historia, afirma, siempre ha estado rondando por allí, por eso es que la directora Nakary Bazán llegó a ella.
“En ese sentido ofrezco muchas de mis obras para trabajar, para lecturas, para los cursos de teatro. Nakary llegó a la obra y me dijo que quería hacerla y para mí mejor. Me pareció interesante que siendo una escritora mujer, en un universo de puras mujeres, lo dirigiera también una mujer. Ella hizo una lectura por zoom primero y el año pasado me dijo que estaba decidida a montarla. Es su estreno oficial”, destaca.
No participó en el montaje, no suele intervenir cada vez que algún director quiere trabajar alguno de sus textos. Eso es algo que hace desde que comenzó a escribir para la agrupación de teatro de la que es fundadora, Tumbarrancho Teatro. El exdirector de la agrupación, el ahora fallecido actor y director Jesús Carreño, siempre tuvo libertad absoluta para hacer con sus textos lo que quisiera.
“Siempre lo he vivido así, es la mejor manera para que la persona encuentre cosas que tú no ves. Eso me quedó de una anécdota que contó Juan Carlos Gennet alguna vez. Él siempre dirigía sus obras y la primera vez que le tocó ceder una para que otro director la dirigiera se dio cuenta de que ese director había encontrado el subtexto de lo que él quería decir”, revela. Para ella, eso es lo importante: que la obra se transforme al darle la libertad a otra persona de encontrar lo que le mueve y le interesa. La escritora añade: “Es su trabajo encontrar qué de allí le pertenece”.
Saber que Déjame como Susana Duijm está en escena es para Valecillos un llamado del teatro, su raíz. Tras vivir la “avalancha” de lo que implica migrar y buscar estabilidad en otro país, Vallecillos considera que es fácil olvidar a veces esos orígenes, esos lugares de dónde viene. “Me siento muy agradecida por todo lo que puedo hacer en México y las oportunidades que he tenido, pero esto fue un llamado para volver al teatro. Lo necesito”.
Por temas de acuerdo de confidencialidad, la guionista no puede revelar mayores detalles sobre los proyectos en los que está. Sin embargo, sí puede comentar que a finales de este año se estrenará la segunda temporada de Papás por encargo para Disney Plus, donde participó como cowriter. “También estoy trabajando para Paramount Plus, Apple TV, pero así en misterio”, comenta.
Lo que sí puede adelantar y asegurar Karin Valecillos es que actualmente está en un proyecto junto con Daniel Ferrer, creador de Dramáticas. “Espero que esa sea una posibilidad de regresar al país un rato. Me encantaría poder hacer teatro y cine en Venezuela”.
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