Durante la Revolución Francesa, la catedral de Notre Dame se consagró temporalmente al culto laico de la Razón. Muchas de sus imágenes de la Virgen María se sustituyeron por la «Diosa de la Libertad», y las de 21 reyes bíblicos de Israel, confundidas con monarcas franceses y decapitadas.
Pero uno de los principales símbolos de París quizás nunca estuvo tan en peligro como en 2019, cuando casi la destruyó el incendio que ardió durante más de 15 horas en la tarde del pasado 15 de abril. Una de las imágenes más dramáticas del año que termina.
«La catedral hoy no está fuera de peligro», declaró Patrick Chauvet, decano del templo católico de casi 9 siglos de historia, en una entrevista a la agencia AP. «Solo lo estará cuando hayan sido retirado los andamios que permanecen a su alrededor. Podemos decir que solo hay 50% de probabilidades de que la mayor parte de su estructura se salve. El edificio todavía es muy frágil», lamentó el padre Chauvet.
Por primera vez en 216 años, París pasó una Navidad sin misa de gallo en Notre Dame. La última vez que ocurrió fue en los tiempos de Napoleón Bonaparte, que tuvo un conflicto con el Vaticano. El servicio se trasladó temporalmente a la iglesia de Saint Germain l’Auxerrois, a un kilómetro de distancia, que se ha convertido en «catedral sustituta» luego del incendio y celebra cada domingo la misa que preside el arzobispo de la ciudad, Michel Aupetit.
Mucho tiempo y muchos millones
La catedral estaba siendo sometida a una restauración cuando comenzó el incendio del 15 de abril, que devoró el techo de madera y derribó la aguja del templo, aunque no afectó las dos torres principales de su emblemática fachada. También se salvaron el altar principal, los órganos de tubos y sus tres rosetones del siglo XIII.
Un total de 50.000 tubos de andamios, con un peso de más de 50 toneladas, rodean la parte posterior del templo. Algunos de estos tubos también se deterioraron con el fuego, por lo que se retirarán uno por uno con una grúa gigante, en una especie de juego de palitos chinos en escala monumental.
Esta intervención, en principio, comenzará en febrero de 2020, y luego habrá que revisar la solidez de las bóvedas, explicó el arzobispo Aupetit en una entrevista al diario Le Parisien.
Solo después podrá establecerse un calendario para las obras de restauración de la catedral, que, de no ocurrir algún inconveniente mayor, apenas comenzarán en 2021. Además del riesgo de que caiga parte de la estructura, el fuego también liberó toneladas de polvo tóxico, que también debe retirarse.
El presidente francés Emmanuel Macron expresó el propósito de inaugurar la catedral en la primavera de 2024, año en que París recibirá los Juegos Olímpicos, pero la fecha luce demasiado optimista para algunos expertos.
Sólo en la fase de consolidación se van a gastar 85 millones de euros en la catedral. Por ahora se han recibido promesas de donaciones de 900 millones de 110 países y siguen llegando, según Chauvet.