Una niña de 7 años de edad, vestida con leotardo negro y mallas blancas, gira sobre sus puntas en el suelo de granito. Su risa infantil cesa al escuchar las palabras de su maestra: “¡Sobre este piso no! Te puedes golpear. ¿Dónde está mamá?”. Acto seguido, la maestra Nina Novak se dirige a la madre y también la regaña. Le explica por qué es importante tener cuidado y mantener el orden en el lugar.
La severidad de la reprimenda contrasta con la dulce sonrisa que esboza la misma profesora dentro de la sala de ensayo minutos después. Charlotte Lagreca, una de las bailarinas más pequeñas de la Academia de Ballet Clásico Nina Novak, vuelve a sonreír y, ahora sí, practica sus giros dentro de la Sala H del Teatro Teresa Carreño, donde un grupo de más de 30 artistas se prepara para el homenaje a una mujer que se ha convertido en un ícono de la danza clásica nacional.
Mañana, en el Teatro Teresa Carreño, se ofrecerá un espectáculo que rinde tributo a la bailarina, coreógrafa y maestra de ballet polaca, quien se residenció en Venezuela en 1963 y ha forjado varias generaciones de artistas nacionales que llevan el título de primeros bailarines en la compañías de ballet clásico más destacadas.
Camina lento, con paso firme, pero desde el momento en que pone un pie en la sala le impregna un aura de orden y disciplina. Todos corren a sus lugares y comienzan a prepararse, aunque no dejan de saludar a su maestra con un beso o un abrazo.
“El ballet tiene leyes que no se pueden dejar de lado”, indica Novak y no teme en definir su técnica de enseñanza como un régimen. “Las nuevas generaciones no son tan estrictas. La educación rígida es necesaria porque la musicalidad, las líneas y las formas no se aprenden de un día para otro; yo tardé 15 años es dominar un conjunto de piezas. Cuando de verdad se ama algo, se sacrifica mucho y yo lo di todo por la danza. Primero estaba mi trabajo, después mi familia”, agrega.
Novak comenzó a bailar en su natal Varsovia cuando tenía 8 años de edad y jamás se apartó de sus zapatillas de punta. “Yo llegué a Venezuela con el Ballet Ruso de Montecarlo y nunca pensé que me iba a quedar a vivir aquí”, relata y añade que el calor del Caribe no fue lo que la impulsó a establecerse en el país sino la modernidad en ciernes. “En ese tiempo había una gestación de nuevas formas aquí. Estaba naciendo el modernismo y eso influyó en el ballet, pero yo nunca dejé lo clásico de lado”.
En una de sus primeras visitas a Venezuela, Novak se presentó frente a un público que incluía un gabinete lleno de militares y al presidente Marcos Pérez Jiménez. “En aquel tiempo también había problemas para conseguir dinero porque lo clásico es muy costoso. Ahora también es difícil porque las zapatillas y demás implementos son caros. Lo único bueno es que por estos días las muchachas no tienen tanto dinero para comprar chucherías y pueden mantener una buena alimentación”, expresa.
Artistas que interpretan Giselle, El cascanueces o La Fille Mal Gardée alrededor del mundo relatarán cómo es recibir clases de una maestra que ha sido condecorada con la Orden Franciscode Miranda, el Premio Nacional de Danza y la Orden Andrés Bello.
En la Sala Ríos Reyna del Complejo Cultural Teresa Carreño el público disfrutará de las piezas Les Sylphides con música de Frédéric Chopin, el pas de deux de El lago de los cisnes con música de Piotr Ilich Tchaikovsky y la Paquita Divertimento con música de Ludwig Minkus, todas con coreografías de Marius Petisa.
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