ENTRETENIMIENTO

Nella Rojas cantó, bailó y lloró en su regreso a Caracas

por Avatar Isaac González Mendoza (@IsaacGMendoza)

Es habitual que los artistas preparen un par de canciones más para el final de sus shows, cuando la energía del público está en el clímax y piden alguno de sus temas favoritos.

En el concierto de Nella Rojas, en la sede de El Sistema, en Quebrada Honda, fue así: justo después de que interpretó “Se muere por volver”, de la banda sonora del filme Todos lo saben, dirigido por el oscarizado Asghar Farhadi.

Aunque no fueron solo aplausos y gritos. Los asistentes, al ver que habían apagado las luces del escenario, iluminaron con sus celulares la Sala Simón Bolívar para decirle a la ganadora del Latin Grammy: falta una canción.

“¡Me llaman Nella!”, gritaban en el público, desde donde se escuchaba también un espontáneo “¡te amo!” o un “¡viva Margarita!”, isla en la que nació la cantante y a la que ha dedicado una gran parte de su trabajo. No es de gratis que su segundo disco, lanzado con el sello de Sony Music Latin, se llama Doce Margaritas.

Nella sale de nuevo mientras que la mayoría de las 888 butacas de la sala se llenaban de luces del público. Está conmovida. Ya lo había advertido al principio del concierto. “Estoy viviendo todo a flor de piel. No es bonito cuando lloro. Es un desastre”, dijo riéndose, luego de interpretar “Volaré”.

Las lágrimas llegaron justo después de ese tema, cuando cantó “Tonada de Luna llena” de Simón Díaz, no sin antes subrayar que no hay escenario que pise sin rendir tributo al lugar donde nació. “Se me hace difícil escoger una canción venezolana para los conciertos. Escogí una con la que todos crecimos”. El público la aplaudió de pie, incluidos familiares de Simón Díaz, a quienes saludó.

“Les dije que el maquillaje…”. No terminó la frase intentando contener las lágrimas, y siguió entonces con “Solita”, uno de los temas de Doce Margaritas, del que cantó también “Pa’fuera”, “Nada”, “De vez en cuando”, “Ahí”, la mencionada “Volaré” y “Otro beso”.

En el escenario Nella Rojas es la Nella que canta, la que interpreta con su rostro las historias de sus canciones, la que baila y la que se conecta con la gente.

En “De vez en cuando”, una balada de despecho que sugirió a sus fans grabarla para que la enviaran a sus exs, asumió una posición de tristeza y rabia y hasta, jugando, la cerró con un firme “estúpido”, como hablándole a un viejo amor.

Mientras que con un tema como “Ciudad perdida”, dedicada a un amor necesario en medio de una metrópolis, apoyada en un ritmo de batería y guitarra, Nella se paseó por el escenario bailando.

Nella lo explica en una breve entrevista después del show, producido por Ventura Producciones. “Me encanta bailar, así como me encanta ponerme súper seria para cantar ‘Fin de fiesta’. Me gusta un perro caliente y me gusta el caviar. Creo que los dos son válidos”.

En el camerino, Nella tiene todavía toda la energía que dio en el concierto y recibió del público cuando se le acercan algunos seguidores, entre ellos un señor de unos 60 años que le entrega una canción que escribió para ella con una carta. Recibe el sobre manila, agradecida, y luego se dispone a comer un dulce que parece gelatina. Puertas afuera, hay gente esperando para hablarle o felicitarla.

“Te confieso, como le confesé al público, que vine por primera vez a esta sala (la Simón Bolívar) el día anterior al concierto y me llevé una gran sorpresa por lo majestuosa e impactante que es. Pero también por el talento que tuve la oportunidad de ver”, dice, dejando a un lado el dulce para responder.

Cuenta que pudo disfrutar de una muestra de música popular y de la Big Band que la dejaron impactada, aunque, subraya, no porque dudaba, sino porque no había estado presente antes. “Fue súper emocionante. Me sentí súper inspirada y orgullosa. Creo que eso me dio muchísima inspiración para el día del concierto”.

Para Nella, Venezuela será siempre el mejor lugar para cantar. Incluso, ante el público, dijo que los aplausos de los venezolanos son incomparables. “Yo creé mi carrera en Estados Unidos, me fui de aquí simplemente con estudios. Entonces, el haber formado aquí un seguimiento, y que haya inspirado a un montón de niños que se me acercan cantándome ‘La negra Atilia o ‘Me llaman Nella’, es lo más bonito que hay”.

Reconoce que debido a la pandemia Doce Margaritas ha sido un disco difícil de promocionar, son canciones que todavía tienen que ser “regadas; en eso ando”. Ya tiene planes para su tercer álbum, uno en el que quiere componer mucho más. Quiere inspirarse y alimentarse de otros artistas. Está enfocada en crear.

No se cierra a ningún género después de su canción “Volaré” con Pedro Capó. Lo importante, explica, es que la canción tenga un mensaje, un sentido, que conecte con la gente. Su esencia, de todos modos, va a estar allí, Nella, la de la voz quebrada. “No sé qué pasará en este tercer álbum. Mi forma de componer es muy folk, creo que todo eso se va a apreciar en el siguiente”.

En cuanto a la banda con la que gira ahora, recordó que antes trabajaba con un formato de guitarra, bajo y percusión, pues el primer disco lo grabó con Israel Suárez “Piraña”, “uno de los mejores percusionistas cajoneros que hay en  el mundo”.

Y luego, para Doce Margaritas, el sonido se volvió más fuerte, entonces se reemplazó la percusión por la batería. “Mi banda en Estados Unidos es la misma, batería, bajo y guitarra. El guitarrista es de Israel, los otros dos son de Brooklyn, y luego pa qué más latina si estoy yo. Ellos traen todo este sonido afro que me encanta y complementa la música”.

El concierto de Nella en la sede de El Sistema cerró, tras las peticiones del público, con “La negra Atilia”, que interpreta a capella, y “Me llaman Nella”, que todos corearon. Su emoción, la misma del día antes del show, cuando conoció la sala, seguía ahí, y la dejó saber con un expresivo “¡guao!” al ver las luces de los asientos encendidas y la gente aplaudiendo de pie.