Sin trabajo y sin perspectivas de volver a los escenarios por la pandemia, los músicos se resisten al silencio en Colombia y algunos llevan la orquesta entera a la calle para mostrar su arte, alegrar la vida y recibir donaciones que les permitan seguir adelante.
Lo que comenzó como alternativa económica para unos artistas tomó forma y ya hay grupos enteros que buscan adaptarse a la «nueva normalidad» del mundo del espectáculo, habituado a público numeroso y generalmente en recintos cerrados, algo impensable por ahora.
Entre los que recorren las calles de Bogotá está La 4K, orquesta de salsa formada por 11 músicos venezolanos que hace 2 años comenzaron a abrirse camino en Colombia pero cuando estaban empezando a cosechar éxitos la pandemia los obligó a replantearse el futuro.
«Debido a lo que está pasando nos tocó salir a las calles debido a que no hay trabajo en las discotecas, entonces decidimos hacer algo de calle para mantenernos activos e ir creciendo como orquesta y no quedarnos en la casa», dice a Efe Carlos Pacheco, director de La 4K.
Pacheco es uno de los 1,8 millones de venezolanos que se establecieron en el país vecino en los últimos años huyendo de la crisis, y aunque reconoce que su destino final era Ecuador cuando pasó por Bogotá decidió quedarse un mes para disfrutar de la música de Colombia. «Resulta que ese mes ya se ha convertido en dos años», señaló.
Conciertos de fin de semana
Los viernes, sábados y domingos la orquesta recorre barrios de Bogotá con sus instrumentos y equipos técnicos a cuestas para improvisar un escenario en las aceras de conjuntos residenciales donde les permiten conectarse a la red eléctrica para hacer funcionar la amplificación.
«Estamos haciendo este tipo de eventos y da resultado, a la gente le gusta mucho lo que hacemos y por eso seguimos mientras se normaliza lo que está pasando en el mundo», indicó Pacheco, oriundo de Guatire, estado Miranda, rodeado por sus compañeros de migración y de oficio, que llegaron a Colombia de regiones tan diversas como Zulia, Táchira, Falcón o Vargas.
Con el escenario montado, La 4K da rienda suelta a la fiesta con clásicos de la salsa, espectáculo al que la gente, la gran mayoría encerrada en casa desde mediados de marzo, responde con aplausos, pasos de baile improvisados en los balcones y donaciones de dinero que lanzan desde los apartamentos como muestra de apoyo y de agradecimiento.
«La gente se lo disfruta muchísimo, traemos un repertorio bastante variado en cuestión de salsa, tenemos muchos clásicos como Richie Ray & Bobby Cruz, Héctor Lavoe, Grupo Niche, Joe Arroyo, Oscar D’León, el Gran Combo», afirma el director.
Después de interpretar canciones como «Un verano en Nueva York», «Cali Pachanguero», «Tú me recordarás», «Noche de arreboles» o «La pantera mambo», la orquesta, como en cualquier concierto, con frecuencia tiene que hacer el bis para responder a los coros de «otra, otra» de los vecinos.
Pese a que el escenario muchas veces es una acera estrecha, la calidad de la presentación es indiscutible como quiera que se trata de una orquesta que antes de que llegara el covid-19 actuaba en lugares de salsa emblemáticos como Quiebracanto, Galería Café Libro y El goce pagano. Además, preparaba la grabación de un disco.
Al igual que Pacheco, los demás miembros de la orquesta eran músicos en Venezuela y por cosas de la emigración coincidieron en Bogotá, donde han tenido buena acogida con su proyecto de conciertos callejeros, hasta el punto de que a veces regresan a algunos sectores.
«Le puedo decir que ha sido increíble como las personas nos aceptan, los balcones se han convertido en pistas de baile», expresa Pacheco. Y añade: «Hemos hecho, aparte de clientes, muy buenos amigos, ya las personas nos toman en cuenta como parte del sector donde estamos (y a veces) sale un vecino con una taza de café, sale una vecina con una galleta, es un compartir».
Como ellos, hay centenares de artistas, desde bandas de distintos géneros hasta solistas y cantantes líricos que cuentan con la solidaridad de la gente para mantenerse.
Calles compartidas
A pocas calles del sector Unicentro, donde se presentaba La 4K, un conjunto de cuatro músicos vallenatos inundaba el ambiente con las notas del acordeón y clásicos como «Mañanita de invierno» o «Matilde Lina».
El cantante del grupo, Rafael Soto, nacido en San Diego, en el departamento del Cesar, dice a Efe que llevan mes y medio presentándose en las calles como «una alternativa de trabajo» porque no tienen ayuda oficial de ningún tipo.
«Somos un gremio que estuvo desprotegido en medio de esta pandemia, entonces nos hemos visto en la necesidad de salir, de venir a rebuscarnos de esta manera para subsistir porque uno no tiene un salario fijo y no cuenta con ningún apoyo», manifestó.
Según la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (Sayco) y la Asociación Colombiana de Interpretes y Productores Fonográficos (Acinpro), más de 15.000 artistas y productores musicales están afectados por la paralización de la industria del entretenimiento causada por el coronavirus.
Pero así como las grandes estrellas de la música se valen de Internet para mantenerse activos con conciertos virtuales, los músicos que buscan hacerse un nombre o simplemente sobrevivir no están dispuestos a abandonar su oficio y hallaron en las calles el escenario para seguir trabajando a pesar del coronavirus.
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