Inspirado en trabajos de Stanley Kubrick, en la mítica película The Wall de Alan Parker y Pink Floyd, y en recientes trabajos de Beyoncé y Frank Ocean, Juanes lanzó el tan nombrado álbum visual Mis planes son amarte.

“Romper el molde y llevarlo a otro nivel” se propuso el artista y parece que no fueron solo promesas. En un día laboral, el martes pasado, el cantante paralizó Medellín cuando emprendió junto con el alcalde Federico Gutiérrez un recorrido en metro, tranvía y metrocable que lo llevó desde la estación Poblado, en el sur de la ciudad, hasta Villa Sierra, en el oriente. Un trayecto de 10 kilómetros, de los 73 que cubre todo el sistema, que recibe a más de 1 millón de pasajeros cada día.

Todo este esfuerzo es más que significativo: Mis planes son amarte representa el regreso a las grandes ligas de un artista que se ha codeado con los Rolling Stones, Metallica y los más grandes del rock. Son doce canciones que ya suenan en la radio y que se dividen entre la inspiración más popular de “El ratico”, los ritmos urbanos en “Fuego” y la sofisticación de temas como “Ángel”, que tiene una mezcla electrónica digna de cualquier estrella del pop mundial.
Las canciones y la película, dirigida por el puertorriqueño Kacho López Mari, fueron presentadas oficialmente en los talleres del Metro de Medellín, con un evento al que asistieron más de mil fervorosos invitados. Antes de la proyección, Juanes agradeció a colegas como Carlos Vives, a quien “culpó” de su carrera por ser un modelo que deseaba imitar, y a Fonseca, que canta en una balada del nuevo álbum titulada “Alguna vez”.
En la cinta, Juanes es a veces un astronauta y otras un arqueólogo en busca de respuestas. Su personaje se llama Javier y comparte con dos compañeros de trabajo una travesía entre Veracruz (México) y Medellín, en la que hacen pequeñas apariciones amigos como J Balvin, Fonseca, Juan Pablo Ángel y artistas más jóvenes como Carol G y Piso 21.

El crítico David Fricke, de la revista Rolling Stone, describe así el resultado de ese proceso: “Un balance entre energía y color, en el que la ágil fusión de reguetón, rock & roll clásico de los sesenta y poderosas baladas –provenientes de la cumbia y la música popular de su niñez y luego del metal noventero de Ekhymosis– se vuelve más personal, refinada y valiente”.
A su vez, el propio Juanes destaca varios elementos: uno indígena, ancestral, que se refleja en una escena de la película, en la que un chamán le da una bebida especial al protagonista; y uno más moderno y optimista, que permea toda la producción, pero en particular el final del filme y un corte específico, titulado “Actitud”. 


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