Hace 50 años, un 6 de marzo pero 1970, salía al mercado «Let It Be», sencillo que daría título al último álbum de la banda más importante de la historia de la música en el siglo XX, The Beatles.
Considerada a día de hoy una de las mejores canciones de todos los tiempos, tras su proceso de gestación se hallan los últimos coletazos de un grupo que, a comienzos de los años setenta, pondría fin a una trayectoria que en apenas 10 años revolucionó y reinventó no solo el mundo de la música, sino la cultura popular en su totalidad.
En el documental de título homónimo dirigido por Michael Lindsay-Hogg, que únicamente pretendía dar cuenta del proceso de grabación del álbum, quedarían registradas sin embargo las discordias entre los integrantes del grupo que terminaron por poner fin a su historia.
El máster del sencillo se grabó el 31 de enero de 1969, con la idea de que formase parte de un álbum que llevaría por nombre Get Back, pero que terminó por ser bautizado con el título del single. McCartney puso la voz y el piano, Starr la batería, Lennon el bajo y Harrison la guitarra eléctrica; Billy Preston tocaba el órgano Hammond y Linda McCartney reforzó los coros de Harrison y Lennon.
Se cuenta que el descontento de Paul McCartney, autor de la canción, con los arreglos que del productor Phil Spector de cara al producto final, fue la gota que colmó el vaso. Los Beatles tocaban para entonces a su fin.
Por todo ello la importancia de «Let It Be» trasciende la propia canción al articularse como símbolo de un ocaso; último destello de unos McCartney, Lennon, Harrison y Starr que contaban ya con motivaciones bien distintas y necesitaban tomar rumbos diferentes.
Y es que había sido McCartney quien, convencido aún de la posibilidad de darle vida a los Beatles, insistió en librar aquella última batalla en un tiempo en que cada miembro de la banda se encontraba en un punto vital y profesional muy distinto.
El misticismo de George Harrison, el descontento de Ringo Starr por su papel menor dentro de la banda y la entrada de Yoko Ono en la vida sentimental de Lennon fueron los principales desencadenantes de esa desfragmentación de la que da cuenta el documental de Lindsay-Hogg.
El 30 de enero, en conmemoración del cincuenta aniversario del legendario concierto en la azotea de los Apple Corps de Londres, se anunció que el realizador Peter Jackson llevaría a cabo una revisión de todo el material videográfico rodado entonces a fin de realizar un nuevo documental.
55 horas de metraje bruto a las que el cineasta neozelandés, autor de la trilogía de El señor de los anillos y de filmes de culto como Bad Taste o Braindead, se encargará de dar forma y fondo, situando el periplo final de la banda bajo una nueva luz que permita acercarse al fenómeno «beatle» desde un prisma si acaso aún más revelador.
Sin datos definitivos al respecto, se especula con que este nuevo trabajo vea la luz cuando se cumpla el cincuentenario del estreno de Let It Be, el film de Michael Lindsay-Hogg que llegó a las salas el 13 de mayo de 1970.
Se prevé que el documental de Jackson amplíe las grabaciones en la azotea del Apple Corps y muestre más momentos de intimidad durante la grabación del álbum mítico.