Félix Allueva aseguró que en el peor momento del país, él y su equipo realizarán una edición del Festival Nuevas Bandas que podrá ser calificada como una de las mejores.
Son momentos desfavorables; el entusiasmo está cada vez más decaído y todo proyecto tiene que superar, antes que nada, la pesadumbre de un contexto poco alentador para objetivos ambiciosos. No obstante, hoy comienza el festival, que durará siete días, cinco más que la edición anterior. Además, se han programado conversatorios, talleres y presentaciones de libros.
«Tenemos que fortalecer a las nuevas generaciones. Por eso nos arriesgamos a multiplicar los espacios para conectarnos con todo ese público juvenil del pop y el rock que carece de sitios para desarrollarse», afirma el presidente de la Fundación Nuevas Bandas.
–Cuando da la impresión de que todo se viene a menos, la movida musical no ha muerto
—-¡Para nada! Los músicos se han dedicado a producir, a crear, a inventar. Todo ese potencial lo veremos acá.
—¿La gestión cultural sin apoyo del Estado está marcando pauta?
—Sí. Lamentablemente el gobierno, no el Estado que es algo mucho más amplio, ha monopolizado la actividad cultural. Si no entras en la línea del gobierno, desapareces. Nosotros, me refiero a esta industria cultural independiente y alternativa, hacemos referencia a nuevos productos. La gerencia monopolizada por el gobierno no frece nada nuevo, no produce nada. ¿Puedes nombrar a dos artistas importantes de la revolución? ¡No hay! ¡No tienen!
—Algunos que han tenido cierto reconocimiento, ya se han desvinculado.
—Sí. La cultura oficial muta porque ellos saben que no tienen vida. Es un proyecto político que murió hace mucho rato. Lo que vemos es el cadáver flotar sobre el río.
—En las semanas recientes también se han anunciado festivales de lectura. Hay una gestión cultural que prosigue. ¿Cuáles considera que son los aciertos?
—Está la gestión oficialista y la que yo llamo alternativa. Es un momento difícil, porque todo lo llevamos a cabo en medio de una dictadura de nuevo cuño, inédita. Es la dictadura del siglo XXI que usa el sistema democrático para instalarse en el poder. Entonces, la gerencia cultural alternativa e independiente sufre un doble ataque. El primero, el de los costos de producción. El otro, la vigilancia constante sobre lo que estás haciendo. Si se escapa un detalle que afecte a algún reglamento, que en otro momento de la historia de Venezuela se hubiese resuelto fácilmente, ahora te lanzan una sanción que fractura tu cometido.
—¿Cómo se ha tenido que reinventar la fundación?
—Sentándonos a analizar cada contexto. Somos un equipo en el que funciona la democracia y la pluralidad. Tenemos desde radicales anarco punks hasta visiones teóricas cercanas a una centroderecha. En ese sentido, definimos qué tipo de espectáculo vamos a desarrollar, qué se puede decir y qué no, y dónde buscar los recursos. Este año ampliamos la búsqueda de recursos no solo a las pocas empresas que aún le apuestan al patrocinio, sino a aquellas de corte institucional, bien sea estadal o internacional.
— ¿Ha habido autocensura?
—Una de las características de la dictadura del siglo XXI es que te lleva a la autocensura. Uno piensa constantemente en las consecuencias de lo que se va a decir o a hacer. A menudo revisamos si lo que vamos a decir puede perjudicar un espectáculo o afectar una promoción en radio. Definitivamente, en Venezuela todos sufrimos la enfermedad de la autocensura. El gran logro de la dictadura es instalar el miedo.
—Sin embargo, en los festivales ha habido mensajes críticos.
—¡Claro! Pero tienes que tener en cuenta que el proceso autoritario ha ido in crescendo. En la medida en que han aumentado la protesta y la resistencia cultural, los organismos represivos del gobierno se han intensificado. En la radio cada vez vigilan más. Hace cuatro años atrás, la fundación podía decir ciertas cosas. Ahora, aunque indudablemente nos mantenemos en resistencia, tenemos que tener mucho cuidado. Si bien hay que conservar los espacios alcanzados en los años de democracia, nos obligamos a adaptar el discurso y a desarrollar mecanismos de defensa porque además venimos del ámbito rockero de la contracultura.
—Ha dicho que la situación actual tiene similitudes con 1985. ¿Por qué?
—A medidos de los ochenta el rock venia de un momento bueno con el heavy metal. Había desarrollado tribus urbanas fuertes que podían llenar un Poliedro. Había programas de radio, un liderazgo claro de Alfredo Escalante y varias agrupaciones que representaba un sonido. Pero eso decayó por diversas razones. A su vez, comienza la movida que generaría la renovación: el new wave y especialmente el post punk. En ese momento entro en la gerencia musical y me encuentro un desierto, pero estaban pasando ciertas cosas como Sentimiento Muerto, por nombrar una referencia. Costó aproximadamente 10 años reconstruir la escena. Cuando en 1995 La Puta Eléctrica ganó el festival, la empresa privada empezaba a apostar por la movida y surgen otras iniciativas de la fundación, hay producción de discos. Luego a mediados de la década pasada revientan bandas como Viniloversus, La Vida Bohème, Los Mesoneros, Rawayana, Okills, Famasloop, que fueron la acumulación de esa fuerza de los años anteriores. Nos convertimos en una referencia en la movida indie. Pero luego, en un año, perdimos casi todo. Las bandas se fueron, los locales cerraron, las actividades al aire libre prácticamente desaparecieron. De hecho, los equipos están siendo sacados del país a lugares como Panamá.
—Las bandas que surjan en este momento también se pueden ir.
—Es una decisión personal que no condeno. Yo me quedo acá, no me voy. Quiero ver el resurgimiento de este trabajo cultural. Sé que lo veré porque el cambio se aproxima. ¿Qué podemos hacer? Sería ideal que las bandas se sumaran a la idea de la reconstrucción.
Una semana ambiciosa
Desde hoy hasta el domingo 22 se realizará la edición 2017 del Festival Nuevas Bandas con la participación de las agrupaciones Casona Fletcher (Acarigua), Chinelo (Caracas), Colibrí (Puerto Ordaz), Frankenstein V8 (Caracas), Gran Radio Riviera (Caracas), Kurarex (Caracas), Kurikos Suin (Valencia), Le Cinema (Caracas), Musanostra (Puerto La Cruz), Paisaje Local (Maracaibo) y V.P.H. (San Cristóbal).
El domingo 22 será el cierre con las presentaciones de las bandas concursantes en la plaza Altamira sur, a partir de las 10:00 am. También se rendirá tributo a Dermis Tatú por sus 25 años y al Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Bandpor sus 50 años. Este acto estará a cargo del proyecto Henry the Horse. A partir de hoy se desarrollarán conversatorios y talleres en la librería Lugar Común y en el Banco del Libro.