La mítica actriz italiana Gina Lollobrigida, una de las grandes estrellas de la historia del cine, murió este lunes.
Musa indiscutible de la cinematografía italiana y coronada como icono de la belleza mediterránea, tenía 95 años de edad y había sido internada recientemente en un clínica de Roma tras sufrir una fractura de fémur en septiembre pasado.
Lollobrigida tuvo una vida de película, empedrada por joyas y glamour, pero culminada por un sainete sentimental que empañó sus últimos días.
Gina Lollobrigida, «privilegiada y refugiada»
Luigina Lollobrigida nació en Subiaco el 4 de julio de 1927 en el seno de una familia acomodada que perdió su patrimonio en la Segunda Guerra Mundial. En 1947, con 20 años, se mudó a Roma, donde comenzó a estudiar Bellas Artes.
Según explicó en su biografía, ella era la «privilegiada» en una familia de «refugiados» que malvivía en una adusta habitación y comía «lo poco que lograba recoger».
El trampolín al mundo del espectáculo se produjo a su llegada a la ciudad, cuando acabó en el escenario del certamen Miss Roma. Quedó segunda y posteriormente fue invitada a la final de Miss Italia, en la que finalmente triunfó Lucía Bosé, señaló La República.
Poco a poco, logró entrar en los estudios romanos de Cinecittà, interpretando pequeños papeles, hasta que recibió una oferta del millonario productor Howard Huges por la que tomó un avión para volar a aquel Hollywood efervescente.
Sin embargo, tardó poco en arrepentirse, al darse cuenta de que solo podría trabajar en producciones de su mecenas. Fue entonces cuando decidió regresar a su Roma para iniciar una carrera que la consagraría como una de las actrices más aplaudidas en Europa.
Italianidad al 100%
Sus primeros éxitos llegaron a las órdenes de Luigi Zampa, con cintas como Campane a martello (1949). En 1952 protagonizó junto al divo francés Gérard Philipe Fanfán La Tulipe, del realizador francés Christian-Jaque; una película premiada en Cannes y en Berlín, lo que le dio gran visibilidad en el continente.
Fue el comienzo de una trayectoria en la que interpretó más de 60 cintas, además de otras tantas piezas teatrales o papeles en series televisivas.
Todos los directores de los años 1950 la querían, pero fue Luigi Comencini quién la impulsó a su máximo esplendor en Pane, amore e fantasia (1953), con la que ganó su primer premio, el Nastro d’Argento, gracias a un recordado papel junto a Vittorio de Sica.
En aquella época trabajó en grandes producciones internacionales, como Beat the Devil (1953), con Humphrey Bogart; Trapeze (1956), con Tony Curtis, o Notre-Dame de Paris (1956), junto a un Anthony Quinn jorobado.
Quizá una de sus trabajos más emblemáticos sea la producción de título premonitorio La donna più bella del mondo (1956), junto a Vittorio Gassman, en la que incluso cantó fragmentos de la Tosca de Giacomo Puccini.
Asentada como uno de los grandes iconos de la «italianidad», Lollobrigida fue poco a poco separándose del mundo del cine, en el que conquistó numerosos galardones, a excepción del Óscar.
Vida privada en llamas
En 1949 se casó con el médico yugoslavo Milko Skofic, con el que tuvo un hijo, Andrea, y del que se divorció en 1971. Y recordada es su relación con el empresario español Javier Rigau, 34 años más joven que ella.
La actriz terminó denunciándolo por estafa y falsedad documental por el matrimonio «por poderes» que contrajeron en 2010. El esposo fue finalmente absuelto en marzo de 2017 y anulado también el casamiento por mano del mismísimo papa Francisco.
Aquel año se la pudo ver en el Tribunal de Roma en un aparente buen estado, con su icónico cardado, una capa de un rojo intenso, botas de tacón, sus inseparables gafas de sol y acompañada por dos asistentes.
Gina Lollobrigida de cerca
Gina vivía en una villa de la vía Appia Antica de Roma y contó con la ayuda de su asistente Andrea Piazzolla, a quien Rigau y la familia de la estrella denunciaron recientemente, acusándole de manipularla y de dilapidar su fortuna.
Lo cierto es que en los últimos años la estrella, sobre la que pesaban indicios de demencia senil, se vio obligada a subastar su imponente joyero. Parte importante de su patrimonio, como los muebles de su mansión, acabaron en un depósito custodiado por orden del juez, después de que la familia iniciara su ofensiva contra el manirroto Piazzolla.
El joven de hecho no esconde su elevado nivel de vida y se le ve con frecuencia llegando a los mejores locales de la capital con coches de lujo y todo tipo de ostentaciones.
Finalmente, se le recordará también porque se presentó a las elecciones en Italia por un partido antisistema a los 95 años. Buscó un escaño en el Senado en las últimas elecciones porque aseguraba estar cansada de «los políticos que solo discuten y no llegan a nada».