Hace siete meses, mientras Georges Biloune desayunaba en el patio de un restaurante, dos caritas infantiles le hacían señas detrás de unos arbustos para que les pasara un pedazo de pan. Él no lo hizo. Los invitó a entrar al local para que se sentaran a comer en su mesa. “En mi casa no habrá grandes lujos, pero como buenos árabes siempre ha habido abundancia en la mesa y un plato más para quien llegue. Hay cosas a las que me puedo negar, pero si alguien me pide comida, no puedo no compartir”. Él y sus invitados conversaron tanto como duró la ocasión. Así conoció la cara más vulnerable de la indigencia y se dio cuenta de que tenía que hacer algo. En esos días, mientras trataba de llegar a un acuerdo comercial con esa cadena de restaurantes, decidió pedir como parte del trato que le aprobasen un monto mensual en comidas del que pudiese disponer libremente. Poco a poco comenzaron a aparecer en las redes quiénes eran sus nuevos comensales: niños de la calle que compartían con él historias y sonrisas.
Así, el exanimador de Portada’s decidió aprovechar sus habilidades de comerciante y comunicador social para buscar formas de beneficiar a los menos privilegiados, entre ellas, las crónicas en Instagram de sus encuentros con madres que se concentran con sus niños en el basurero de un centro comercial, para hurgar en las bolsas de comida. Su consentida es una pequeñita que hace poco cumplió cinco años, y consiguió –con la ayuda de empresas y seguidores conmovidos– donativos de ropa, globos, una muñeca, una torta decorada y visitas a un parque de atracciones para ella y su familia. La meta de Biloune es reinsertar a esos niños en la escuela y conseguirles empleo a las madres para que no tengan que recurrir al basurero. Su iniciativa ha servido para inspirar a otros, que también han decidido participar en sus comunidades con gestos similares.
“Mi campaña se llama ‘Paga tu impuesto moral’ porque creo que todos tenemos una deuda moral y humana que debemos pagarle a este país. Cada quien la puede canalizar a su manera. Con las redes he logrado sensibilizar a marcas importantes que dan su aporte material para gente que lo necesita, y si yo puedo ser un mediador para generar bienestar, por qué no hacerlo”, argumenta. “Lo hago por conciencia, no por corazón, porque esa gente tiene tantas necesidades que no puede esperar a ver cómo nos sentimos nosotros para recibir ayuda. Hay que desapegarse del egoísmo. Lo veo como una responsabilidad humana; algo que tienes que hacer más allá de cómo te sientas, así como pagar la luz o ir a trabajar. A medida que lo haces, educas el corazón y la voluntad… Ya no me cuestiono por qué lo hago, sólo sé que es algo que me llena espiritualmente”. Admite que no siempre fue fácil. “Para ser sincero, al principio luchaba con el rechazo de que me abrazara alguien con olor a basura, pero con el tiempo fue entendiendo que ese olor no les pertenece ni los define. Que es circunstancial, y que el día que ellos logren salir de esa situación, van a oler como lo que son, como niños”.
Hay quien lo critica por divulgar sus buenas obras o lo acusa de paternalista. A él le resbala. “Decir que darle un pan al que tiene hambre no le resuelve el problema es tan egoísta como decir que calmarle el dolor a un enfermo no lo cura por completo. Para una persona que no ha comido nada en todo el día, ese pedazo de pan hace una diferencia enorme, y si la mano derecha sabe lo que hace la izquierda, juntas hacen más”, señala. “En la Venezuela que sueño hay justicia. A pesar de la corrupción y del abandono social, este país es tan noble que aun así ha seguido dando frutos. Sueño con ciudadanos conscientes, con cultura de desarrollo, para que por fin se aprovechen esos recursos que por viveza criolla no se han manejado bien”. Mientras tanto, se resiste a hacerse la vista gorda. “Más allá de que logre resolverles el problema o de que solo les deje un bonito recuerdo, me gusta que esos niños tengan acceso a lo bueno para que sepan qué es lo que pueden conquistar”.
“Necesitamos la voluntad de entender que las alarmas de este país se encendieron y que todos debemos trabajar en el rescate social. Es duro, pero siempre podemos influir y ayudar”