Por la sangre de Mónica Montañés corren la risa y la franqueza. No hay duda. En su carrera como guionista, dramaturga y escritora se ha hecho evidente y, también, en su manera de hablar. En Los distintos, libro infantil publicado por la editorial Ekaré a finales de 2020, habla de la inmigración, la guerra y la posguerra con sutileza, pero con la suficiente seriedad como para que niños entre 8 y 10 años lo entiendan. La autora, quien vive en Madrid desde 2017, se inspiró en la historia de su padre y una tía: un par de niños que huyeron de la dictadura de Franco a Caracas. La migración, no tiene dudas, es el tema más importante de este siglo.
Socorro tiene 7 años de edad y Paco 9. Son muy diferentes entre sí y con los demás. A través de narración e ilustraciones, el lector podrá acompañar a este par en su aventura, que comienza en la lúgubre España de Franco y termina en la luminosa Venezuela de 1950. Si bien toca temas difíciles, la obra también celebra los logros y triunfos de los pequeños. Para la escritora es un libro dedicado a las personas que han dejado todo, metieron su vida en una maleta y emigraron a otro país.
Mónica Montañés nació en Caracas, tiene 54 años de edad y ha dedicado su vida profesional a la escritura y al periodismo. Escribió telenovelas como Voltea pa’ que te enamores, Válgame Dios y Para verte mejor. Es la autora del célebre monólogo El aplauso va por dentro (1997), su ópera prima, que llevó a las tablas Mimí Lazo; Sin voz (1997), Caí redonda (2000) y Yo, tú, ella (2005). Y en literatura cuenta el libro de cuentos Veintitantos amores y pico, las novelas Perlas falsas (2005) y Desconocidos (2009), y los libros infantiles Tres cuentos en rima para niños y niñas de hoy en día (2017) y Los distintos (2020).
Sobre su nuevo libro, la autora señala que publicar con Ekaré era un sueño que siempre había tenido porque de esa editorial son algunos de sus cuentos favoritos. «Cuando Ekaré me pidió el libro fue como ¡guaaaaau!», dice. Junto con Montañés trabajaron las editoras María Francisca Mayobre y Mercedes Palomar, la directora de arte Alejandra Valera y la ilustradora Eva Sánchez. A finales del año pasado, el libro fue seleccionado por la New York Public Library como uno de los libros notables de 2020 para niños con edades entre 0 y 12 años. «Este era su momento. Ha sido, en medio de tanto rollo, una alegría», señala sobre su más reciente publicación.
Corría octubre de 2016 cuando Montañés fue invitada a la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC) para hablar sobre su tía, la bibliotecóloga Amparo Montañés. En aquel discurso, la escritora se refirió a la vida de la tía desde una perspectiva más personal e íntima; tarea que le resultó sencilla, pues años atrás la había entrevistado, y a su padre también, para recoger testimonios y anécdotas que le permitieran armar las memorias de sus abuelos. Este proyecto lo guardó para ella y su familia.
Pero fue en la FILUC cuando María Francisca Mayobre, editora de Ekaré, escuchó la historia de la bibliotecóloga y le pidió que escribiera un libro para niños sobre la migración; un tema inusual en la literatura infantil, pero que en la realidad es un proceso al que millones de niños alrededor están expuestos. Mónica Montañés aceptó de inmediato el pedido y se dispuso a hablar nuevamente con su tía y con su padre para que le contaran sobre el viaje que hicieron desde España hacia Venezuela cuando eran niños.
A pesar de que la historia es una sola, la experiencia, los puntos de vista, los miedos y anhelos son diferentes. Por eso el libro está narrado por la voz de Socorro y la de Paco de manera intercalada: un capítulo él, uno ella. De hecho, las entrevistas a su padre y tía las hizo separadas. «Nos tomamos no sé cuántos cafés. Con uno y con el otro. Aparte. Porque si se juntaban empezaban con que ‘no, eso no es así’, y tal. Y fue muy sabroso. Para uno como periodista y escritor es muy rico que cada entrevistado te dé una parte distinta de la historia», dice Montañés.
Socorro y Paco son hijos de un rojo (título peyorativo que le daban los franquistas a los republicanos durante la Guerra Civil española). Vivían en Valencia y eran diferentes a los demás niños de su edad. «La vida te puede cambiar de pronto y sin avisar. Lo sé porque a mí me ha ocurrido», comenta Paco justo antes de contarle al lector que su padre ha debido marcharse y que le ha encargado ocuparse del hogar, ser el hombre de la casa.
En el colegio, los pequeños tenían miedo de que sus compañeros se enteraran quién era su padre. En casa los problemas aumentaban: la comida escaseaba y la tarjeta de racionamiento se las quitaron por ser opositores al régimen de Franco. La dificultad de conseguir alimentos desesperaba a la madre; a Paco le preocupaba porque siempre tenía hambre y a Socorro le fastidiaba porque no quería comer.
«No quería contar nada que estuviera fuera de lo que de verdad ve un niño, nada que me pareciera a mí importante como adulto. Como muestra temas tan fuertes como la guerra, posguerra o el hambre, que hoy en día nos suena muy familiar a nosotros los venezolanos, quería contar solo lo que preocupa a niños pequeños: rollos con la comida, los compañeros, los juegos, cómo era invitar amigos a la casa y cosas así. Por eso decidí narrar en primera persona, en dos voces, para que no hubiera ninguna interferencia mía o alguna reflexión filosófica, sino un cuento de niños que están pasando por cosas que no deberían, pero las viven, lamentablemente», explica la autora.
La historia de Paco y Socorro continúa. Y entre más cerca de América se encuentran, más cálidas y brillantes se transforman las ilustraciones. Al principio estas eran de colores pasteles fríos y oscuros. En Caracas, a pesar de que ambos seguían siendo distintos por venir de otro país, ya no estaban en peligro y podían comenzar una nueva vida sin miedo a la guerra. Para Socorro la felicidad fue reencontrarse con su padre y para Paco sabía a pan con mantequilla.
Montañés sabe que la experiencia migratoria es difícil. Pero también asegura que la disposición que se tenga frente a la vida es indispensable para adaptarse. «La verdad fue muy bonito porque mi familia, particularmente, era una muy agradecida por todo: el clima, los mangos, lo bonito que era este país y lo bondadosa y chévere que era la gente. Yo no fui criada con el llantén del inmigrante y procuro hacer lo mismo con mis hijos. ¡Hasta el frío he aprendido a disfrutarlo! Si te pones en actitud de queja, todo te molesta. Pero si asumes disfrutar, lo disfrutas todo».
En diciembre de 2016, Montañés y su familia viajaron a España de vacaciones. Pero en enero decidieron quedarse. «Nos trajimos solo lo que cupo en la única maleta que permitía Air Europa en clase turista. Una maleta en la que por cierto no había certezas», escribió el 4 de enero la guionista en su Instagram para hablar sobre su cuarto año en España. Una vez en Madrid, ya el libro estaba en proceso de edición y ella con su familia se adaptaba a una nueva etapa. Caracas había quedado atrás.
«Agradecí mucho esos cuatro años porque coincidió con venirme a Madrid y aunque tenía que trabajar en cosas diferentes de lo que yo soy, es decir, escritora, aquí no me conocía nadie y me sirvió mucho pensar ‘bueno, pero sigues siendo escritora porque hay un libro que está en camino, ya va’. Me aferré a ese libro como si fuese una ramita de esperanza, de verdad que sí. Y ahora que lo veo me parece bellísimo. Lo reviso y lo reviso y no tiene una coma que no me guste. Me fascina, es superbonito y las ilustraciones son increíbles».
Los distintos sería presentado en marzo durante la Feria del Libro de Madrid. Sin embargo, debido a la pandemia de covid-19, fue postergado. Finalmente, el 27 de noviembre, tuvo una presentación de manera virtual y presencial. Mónica Montañés estaba en la librería Los Pequeños Seres, en Madrid, y el resto del equipo de la editorial Ekaré conectado vía telemática. Allí la autora firmó varias ediciones y compartió, brevemente y por grupos de 5 personas, con los lectores.
Desde que el libro salió a la venta en España ha recibido comentarios positivos sobre su obra y espera que llegué pronto a Venezuela. Además, recuerda que una periodista del diario El País la entrevistó y le comentó que la historia de Los distintos estuvo durante muchos años silenciada en España, pero que gracias a su obra muchas familias pueden compartir sus anécdotas. También señala que varios libreros le han dicho que es una narración muy leída entre abuelos y nietos.
«Hay gente que me ha dicho que quedó con ganas de más. ¿Transformarlo en serie? En este momento no tengo esa posibilidad, pero sí podría ser. A mí me gusta mucho que sea un tema que normalmente no es para niños, pero en la que están porque en la vida real les toca vivirlo. Incluso, en noviembre hubo una feria virtual sobre libros que se llamó De eso no se habla, en la que hubo encuentros con editoriales que publicaban cuentos infantiles con temas que no eran para niños. Ahí estaba el mío. Estaba feliz. Les parecía importante que el papá, mamá o la maestra pudiera leer el cuento con los niños y luego hablar sobre él», agrega la guionista.
25 años de aquel aplauso
Este año, El aplauso va por dentro cumple 25 años desde su estreno en las tablas venezolanas. Ya para 2017 se habían realizado más de 5000 funciones tanto en el país como en escenarios internacionales. Actualmente, Mimí Lazo presenta la pieza desde plataformas digitales y para la escritora resulta alucinante, dice, ver la obra por Zoom cuando ya se ha presentado en tantos lugares.
Para Mónica Montañés resulta extraordinario que el monólogo presentado por primera vez en 1996 siga teniendo vigencia. La puesta en escena trata sobre Valeria, una mujer con dos hijos, divorciada, angustiada por cumplir 40 años de edad y con una carrera exitosa, que decide ir al gimnasio por primera vez en su vida. Desde allí cuenta sus experiencias, sus temores, sus frustraciones.
«Hay cosas que siguen siendo problemáticas, otras no. Y me parece maravillosa la excusa que tenemos para escuchar a Valeria. ¡Está cumpliendo 40 años! Eso era un temazo, era como que tu vida se dividía en dos y había una cantidad de cosas que cambiaban y te daban pánico como mujer. Hoy en día se oye tan cuchi que eso sea un problema… y me parece fantástico porque quiere decir que hemos evolucionado muchísimo como sociedad y en particular las mujeres. Porque ahora una mujer de 40 es, prácticamente, una carajita. Incluso, si le subiéramos 10 años, a la mujer de 50 años le queda media vida por delante, está estupenda y al carajo que no llamó lo manda a la mierda», enfatiza Montañés.
Puesto que la edad no es sinónimo de decadencia, para la dramaturga sería difícil ponerle una edad que le genere angustia a Valeria si tuviera que readaptar la obra. Sabe, sí, que le agregaría una maleta y le crearía una cuenta en Instagram. Por otra parte, los problemas sobre los que habla, como la diferencia de sueldo, oportunidades y el maltrato, siguen vigentes hoy día. Asimismo, comenta que, paradójicamente, los venezolanos conocen las injusticias desde hace años y que ella ha escrito varias telenovelas sobre mujeres empoderadas, incluso antes de que se acuñara el término.
Mónica Montañés ejemplifica lo que es tener 50 años y ser una mujer que busca reinventarse y replantear su vida: «Yo me siento a gusto en todos mis roles», asegura. Cuando llegó a España no tenía un plan definido hasta que un día se le ocurrió hacer una maestría y consiguió una beca para el máster Artes y Profesiones Artísticas del Círculo de Bellas Artes de Madrid. «Fue lo mejor que pude hacer. Estuve buscando qué estudiar y en este conseguí la posibilidad de aprender de todo: narrativa, teatro, cine, danza, música, creación sonora, intervenciones e instalaciones. Yo hice todo, todo gocé», puntualiza.
«He aprendido a disfrutar y aceptar mi vulnerabilidad y abrazarla. Nunca me había sentido tan vulnerable desde que me vine, pero al mismo tiempo dije ‘ok, las mujeres de mi generación, sobre todo las venezolanas, nos creemos supermujeres. Podemos hacerlo todo, puedo con todo, no necesito de nadie y nada’. Eso es muy como la Valeria de El aplauso va por dentro, y ahorita estoy en un proceso de quitarme la capa de supermujer y decir no. No puedo con todo y necesito mucha ayuda. La vulnerabilidad no te hace débil, te hace más fuerte y eso ha sido uno de los aprendizajes más importantes de la inmigración», confiesa Montañés.
En Madrid, la autora de Voltea pa’ que te enamores ha conocido a otros inmigrantes que le han contado su historia y, asegura, son mucho más fuertes que la de ella. Por ello, agrega, los migrantes deben levantar la mirada y ver alrededor: «El drama del inmigrante es el gran drama de la contemporaneidad, el mundo se hace el loco con eso, pero tenemos que ver la migración como el tema de este siglo». Además de escuchar otros testimonios, el de su abuela la inspira. «Si ella salió adelante, yo también puedo».
Ya antes había viajado a España y el proceso de adaptación se le ha dado con naturalidad durante estos últimos años, pero no ha podido ejercer su profesión. «Lo que más extraño es a mí misma. Es decir, extraño la Mónica que yo era allá. Me gustaba mucho mi vida y pienso que a los que no les gusta su vida, les resulta más fácil dejarla. A mí me gustaba mucho mi trabajo, mi casa donde la gente iba y se reunía», confiesa.
Si bien le encantaría volver a Caracas, por ahora Montañés se concentra en vivir un día a la vez. La pandemia de covid-19, que ha tenido un impacto significativo en España, le ha ayudado a reflexionar y a convertir su hogar en el lugar más bonito posible. «No es una cárcel, es un refugio», dice entre risas. El futuro no se extiende mucho más allá de algunos meses, pero trabaja actualmente en varios cuentos y una serie que, espera, se pueda realizar. «Es una lección universal no pensar en el futuro porque da pánico y eso no es bueno», añade.
En su cuenta de Instagram, @monicamontanesc, la escritora publica constantemente imágenes con textos que explican cómo está o qué hay de nuevo en su vida. «Tengo montones de seguidores, y eso que no me sé las reglas de Instagram, y una de las cosas que la gente más aprecia es la honestidad. Porque cuando estoy jodida también lo digo y es bonito, de esos posts la gente se atreve a contar sus historias personales que son parecidas a las mías. Instagram es un instrumento que se puede usar para más cosas que postear solo el éxito y las cosas buenas que te pasan», finaliza.