EFE/ Juan Herrero

El cineasta Hayao Miyazaki rompió su habitual silencio y envió un breve video de tan solo 26 segundos para agradecer desde Japón el Premio Donostia que le entregó el Festival de cine de San Sebastián (SSIFF).

El director del Festival, José Luis Rebordinos, destacó la singularidad de este gesto «extraordinario», ya que el director japonés no solo no acude a ningún certamen a presentar sus películas (el último plantón al pasado Festival de Cannes donde precisamente presentaba El chico y la garza, película que el viernes abrió la 71 edición del festival), sino que nunca graba videos.

En este caso, el octogenario leyó una brevísima nota en japonés, sentado ante una mesa y vestido con ropa informal, en la que agradecía «el prestigioso premio» que le otorgó el Festival, y comentó que se encontraba trabajando en ese momento en los Estudios Ghibli, donde desarrolló la mayor parte de su trabajo.

Rebordinos pidió, además, que se respetara el deseo del cineasta que enviaba el video solo para los ojos de los asistentes a la gala de inauguración del festival, en el auditorio del Kursaal, y no se grabase con teléfonos móviles; aunque la gala, que presentaron la cómica segoviana Eva Hache y el actor donostiarra Gorka Otxoa, se retransmitía en directo por la 2 de TVE.

Ya en 2002, Miyazaki dio de qué hablar por no acudir a recoger el Oscar que ganó su película El viaje de Chihiro, en aquella ocasión, dijo que como protesta por la guerra en Irak. Tanto en Cannes, como ahora en Donostia, los allegados al octogenario remitieron a su edad para disculpar su ausencia.

Este Donostia —el segundo que recibe un japonés tras el cineasta Hirokazu Kore-eda, en 2018— es el reconocimiento a «su extraordinaria aportación al mundo del cine» y le reconoce como autor de obras que «quedarán para siempre en la historia».

Miyazaki cofundó Studio Ghibli en 1985 con Isao Takahata, y ha dirigido 12 largometrajes desde entonces, entre ellos El castillo en el cielo (1986) o Mi vecino Totoro (1988), la obra con la que le conoció Rebordinos y que aún le acompaña en sus reflexiones sobre el cine, «cuánta sabiduría hay en sus películas», dijo en euskera.

Se acordó también de Nicky, la aprendiz de bruja (1989), de Porco Rosso (1992) y, por supuesto, de La princesa Mononoke (1997).

Además, El viaje de Chihiro (2001) batió todos los récords de taquilla en Japón y cosechó numerosos premios, no solo el Oscar, sino otros importantes como el Oso de Oro de la Berlinale de 2002.

Aunque en España muchos le recordarán por las series animadas de Heidi y Marco, que pasó Televisión Española a mediados de los años 70.

Nacido en Tokio en 1941, hizo pública su intención de retirarse del cine mediante un comunicado leído por Koji Hoshino, presidente actual de los Estudios Ghibli, tras presentar la polémica The Wind Rises (El viento se levanta) durante la 70 Mostra de Venecia. Era septiembre de 2013.

Pero solo unos años más tarde, el mago del anime decidió que estaba preparado para volver, y empezó a trabajar en El chico y la garza, que le llevó más de siete años terminar.

El maestro del anime es también escritor y poeta. Ha publicado varios libros de ensayos y dibujos y ha diseñado varios edificios, entre ellos el Museo Ghibli de Mitaka, inaugurado en 2001.

Esta noche, la gala de inauguración del Zinemaldia ha sido la más vascas de las que se recuerdan, con prácticamente todos sus participantes hablando euskera en algún momento; de hecho, empezó con un “irrintzi” a viva voz.

Y se anunció que, a partir de este año, las películas de la Sección Oficial se subtitularían en euskera.

Tras la gala, se proyectó El chico y la garza, la cinta con la que se inauguró hoy el Zinemaldia 2023, y que es un profundo y conmovedor homenaje a la vida, la muerte y la creación, un cuento crepuscular y calmado en clave autobiográfica, una licencia del cineasta ante la que, probablemente, sea su última obra cinematográfica.


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