El nuevo formato prometido por la Organización Miss Venezuela y Venevisión para el concurso 2023 no se entendió. O, como quedó en evidencia entre comentarios y análisis a través de redes sociales y entre los asistentes al show, fue cuestionable. Se prometió un cambio en la producción para adaptarse a los nuevos tiempos pero no ocurrió. Y pasó lo de siempre: un show largo y sin sorpresas.
Aquella monumental producción con sede en el Poliedro de Caracas no era lo que se buscaba repetir este año. Andrés Badra, gerente general del canal, lo advirtió en entrevista con El Nacional: «Cuando las personas no entienden que no estás haciendo un espectáculo para los que están sentados en el público sino para la televisión, hay algo que debemos revisar. ¿Un show de 5 horas? ¡No! Debe ser de dos horas, máximo».
#MissVenezuela2023 El Director viendo como todo el mundo está haciendo lo que les da la gana, porque nadie entendió el "nuevo formato" @venevision pic.twitter.com/P0GHekulfV
— 🐺Maribel Marchán Gómez🌸 (@MaribelMarchanG) December 8, 2023
No fueron dos. Fueron tres horas y treinta minutos. Una hora y media menos que el formato original, pero cuya reducción pasó inadvertida entre quienes, desde sus casas, fueron testigos de la coronación no de la favorita en las quinielas, Miss Anzoátegui, sino de la primera madre en ser coronada como la reina de Venezuela, Miss Amazonas, Ileana Márquez.
«Por primera vez en mucho tiempo, tendremos un espectáculo corto. Preciso. Desde un espacio que sea suficientemente plástico para tener una buena recepción de gente pero que tengamos un muy buen programa de televisión, no un magno evento. Mis referencias para el Miss este año son los Premios MTV o los Golden Globes”, subrayó Badra.
El recinto plástico al que se refería el directivo se tradujo en el Espacio Caracas, mejor conocido como el anfiteatro del Centro Comercial Líder, ubicado en El Marqués, donde el aforo de más de 10 mil personas al que el Miss Venezuela estuvo acostumbrado en sus mejores tiempos se redujo a 5.500 que, en teoría, asistirían al espectáculo celebrado el jueves 7 de diciembre a partir de las 8:00 pm.
La barra estaba muy alta, y algo quedó claro: los televidentes tendrían un espectáculo muy planificado; ¿pero, y el público presente?
El antes
El llamado fue a las 5:30 pm. Tanto los asistentes, familiares y amigos de las concursantes, como medios de comunicación, debían llegar con un par de horas de antelación. Con esto, se buscaba evitar el mínimo de desorganización, algo inevitable pues a esa hora, tanto el estacionamiento como los pasillos del centro comercial estaban plagados de vestidos de gala y esmóquines que, a paso veloz, buscaban ascensores y escaleras que los llevarían a su destino.
Así fue como telas en negro abrillantado, plateadas y doradas, con vuelos y tules y mucha pedrería, incluyendo los trajes de los caballeros, se abrieron camino hasta llegar al Nivel Entretenimiento, el del cine, donde estaba ubicado el acceso al Nivel Espacio Líder, donde se llevaría a cabo el concurso.
Largas colas iban formándose con niños, jóvenes y personas adultas, quienes esperaban pacientemente a que les dieran entrada. El escenario fue el mismo para las acreditaciones de prensa. El proceso fue engorroso, porque entre boletos y brazaletes, hubo confusión entre las áreas en las que se debía –o no– dar permiso para ingresar.
«No se puede grabar. Si siguen, les quitamos el teléfono», decía el personal de seguridad a quienes intentaban hacer imágenes de lo que ocurría. En el área aún estaban haciendo el montaje de la alfombra roja mientras luces iban y venían, así como cámaras y personal de producción ultimaba detalles. «¿Será que les dará tiempo? Están súper crudos, supongo que son cosas normales en televisión», se escuchaba.
“Ellos están acostumbrados a este estrés. No es algo nuevo”
Una marea de sillas y mesas metálicas perfectamente alineadas recibieron a quienes ingresaron al espacio donde se llevaría a cabo el Miss Venezuela. Una vez dentro, las segmentaciones estuvieron claras: solo sillas para el público general, dining tables para los que tenía boletos VIP y quienes, solo con asientos, podían disfrutar del show al pie de la tarima. En un segundo piso, un palco daba cabida más personas, entre los que destacaron camarógrafos y algunos familiares de las candidatas.
Cuatro inmensas cámaras móviles se abrían también camino en el lugar hasta llegar al escenario: una monumental tarima con luces y backgrounds color neón que servían de soporte para las letras MV y la gran corona, justo en el centro, que reiteraban lo que se llevaba a cabo ese día.
Mientras llegaba la hora, se seguía trabajando. Se cambiaron las posiciones de las cámaras en varias oportunidades, algo que levantó malestar entre muchos que vieron su visual obstaculizada tras esa decisión a pesar de las disculpas ofrecidas en reiteradas ocasiones por la producción; las luces seguían ajustándose, los drones, el humo y las serpentinas programándose, el cableado ocultándose, la gente sentándose.
Llegaban graneaditos como si asistir fashionably late al recinto fuese la regla. Influenciadores, personalidades de la televisión venezolana y del mundo corporativo, embajadores, missólogos, diseñadores, modelos, y al menos una treintena de patrocinantes ingresaban poco a poco en el lugar, así como las barras familiares y grupos de samba que, con pancartas y uniformes, vitorearon desde el inicio a sus candidatas favoritas. Esta área, a pesar de ser la más alejada de la tarima, fue la más divertida, arrancando bailes, sonrisas y aprobación de quienes, desde espacios más exclusivos, se divertían con lo que acontecía atrás, a lo lejos.
El centro de la fachada, justo detrás del jurado –quienes estaban ubicados en primera fila– se convirtió en el epicentro de las sesiones improvisadas de selfies y retratos. También de saludos y halagos. Parecía un desfile de diseños que competían por algún tipo de reconocimiento.
Media hora de comenzar aún faltaban ocuparse al menos la mitad de los 5.500 puestos que, según los organizadores, estaban dispuestos en el anfiteatro, razón por la que, entre indicaciones de la producción vía altavoces y walkie talkies, el público de otras áreas menos privilegiadas fue ubicado rápidamente en las primeras filas y las zonas aledañas a la tarima en la búsqueda de eliminar cualquier espacio vacío. Así pues, mesas de 6 u 8 personas, cuyo costo era de entre 1.000 y 1.500 dólares, quedaron en el olvido mientras clubes de fanáticos, por ejemplo, fueron trasladados hacia la tarima para que otra realidad apareciera en la señal televisiva.
Las pantallas, a modo de distracción, transmitían lo que ocurría en la alfombra roja. Mientras, corría el tiempo y se seguía organizando el espacio, lanzando comandos y cambiando señas, acercando a más personas a las sillas desocupadas, y exhortando a consumir alimentos y bebidas en las tres grandes barras dispuestas en el lugar. Por 10 dólares, los interesados podían consumir un refresco y un agua, o un coctel, o una bandeja plástica de mini empanadas o tequeños.
Miss Venezuela 2023, el show
A las 8:13 pm comenzó el esperado esèctáculos, entre mucho nerviosismo, emociones y directrices. Esas nunca dejaron de darse. El opening, comparable con los de los Premios Grammy o Lo Nuestro, levantó muy buenos comentarios porque se cumplió lo que se prometió: un programa para la televisión, no para el público presente, que se hizo notar con la dramática entrada a tarima de las misses encapuchadas como hechiceras.
La entrada al escenario a través del público fue simplemente épica #MissVenezuela2023 👏🏼 pic.twitter.com/TnKznHAhTs
— Jessica Alaimo (@Jssalaimo) December 8, 2023
Los bailarines cumplieron con su trabajo. Así como las imágenes en gran resolución, juego de luces y la entrada triunfal de Maite Delgado, despertaron gritos y elogios. La animadora, fácilmente, podía pasar por candidata.
Mientras eso pasaba delante de las cámaras, en el lugar seguían ubicando estratégicamente al público para evitar «sorpresas»; camarógrafos, responsables de audio y escenografía correteaban de un lado a otro, y miembros de seguridad garantizaban un orden que no llegó a darse completamente. Al menos no sin ellos interrumpir la visual con sus posiciones. El personal de mantenimiento, por su parte, yacía a los lados preparado ante cualquier requerimiento de producción.
Entre corte y corte, las beldades se daban las manos y se felicitaban entre sí, se hidrataban y eran tratadas cual muñecas de porcelana por sus hacedores. Juan Andrés Padrón, coanimador del evento, hablaba con Maite, ensayaban con el teleprompter, y se acomodaban en espacios aledaños para garantizar eficacia en sus atuendos y maquillajes.
«Las amo muchísimo», decía de cuando en vez el productor, indicando el lugar donde las chicas debían ubicarse antes de ir al aire, mientras que Delgado repetía que el concurso «va a una velocidad vertiginosa», algo que seguía pareciéndole extraño, aunque interesante.
Para el cuarto corte, ya con las 5 finalistas escogidas, las caras serias y actitudes desanimadas de algunas de las candidatas se hizo notar. Hubo batacazos, por supuesto, y el público no se calló: «¿Táchira y Nueva Esparta? ¿Sucre?», se preguntaban. «Sucre es sobrina de Isler (directora de la organización Miss Venezuela) así que no podían dejarla por fuera», recalcó uno de los missólogos en voz baja tras el anuncio de su nombre.
Fueron elegidas luego de un desfile en traje de baño en el que faltó ritmo y afinación. Posteriormente, se dio paso a la pasarela de gala que contó con la participación de la Orquesta Sinfónica Juan Bautista Plaza, uno de los mejores momentos para el público presente y de televidentes, según redes sociales.
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El programa seguía pasando rápido, muy rápido, y eso sorprendió… Hasta el momento de las preguntas. Ese momento pareció ralentizarlo todo.
Entrega de bandas especiales, cortes comerciales con cada uno de los patrocinantes, y ajustes importantes del show que alargaron los espacios al aire, se llevaron buena parte de la última hora de concurso, molestia que fue mitigada por los chistes de José Andrés Padrón y la gracia de Maite Delgado para evitar los inevitables resoplidos.
Noreh fue una sorpresa. El joven cantante, luego de la ronda de respuestas, se ganó al público con su presentación. Nervioso e insistiendo que muchos creían que no estaba a la altura de un concurso como el Miss Venezuela, demostró con gran profesionalismo, una entretenida puesta en escena y buena voz, todo lo contrario.
Ya en la recta final, los vítores que daban como ganadora a Miss Anzoátegui, Giorgiana Rosas, eran ensordecedores.
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Los minutos más exigentes eran los de la coronación y luego de conocerse que Sakra Guerrero, representante de Guárico, sería Miss International Venezuela 2023, el resto corrió como pólvora. La ganadora fue la otra favorita de la noche, la madre de 27 años de edad y técnico superior en Educación inicial, Ileana Márquez. La primera finalista fue Anzoátegui, Giorgiana Rosas; el segundo lugar fue para Mérida, Daniela Celis y la tercera finalista fue Yaracuy, Cindy Granadillo.
Expresiones de descontento y aprobación reñían entre sí también, no solo por el resultado del certamen sino por cómo vivió el público en la sala la experiencia. ¿Se cumplió la promesa? Para muchos sí, una hora y media menos es bastante tiempo; para otros fue más de lo mismo en un nuevo escenario.
El interés por hacer del certamen de belleza algo diferente se logró. Las redes sociales, como era de esperarse, lo hicieron tendencia no solo nacional sino internacional. El concurso desde hace tiempo dejó de ser sólo de Venezuela.
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