Melanio Escobar | Cortesía

El 20 de agosto Melanio Escobar denunció en sus redes sociales una campaña de difamación en su contra por parte de una cuenta anónima debido a sus videos en TikTok en los que explica noticias nacionales en clave de humor, sin perder la rigurosidad. Identificada como @RespetoXTodos y usando una imagen de Anonymous en la foto principal, el perfil acusó al periodista de “generar una campaña de odio en Venezuela” y, haciendo mención al fiscal Tarek William Saab y el líder oficialista Diosdado Cabello, pidió que se iniciara una investigación.

Llama la atención, subrayó Escobar en una entrevista por teléfono, que el perfil anónimo utilice los términos traición a la patria, instigación al odio y revisión de bienes en Venezuela, pues es la misma jerga que suele emplear el gobierno para investigar a líderes de la oposición, activistas, periodistas, abogados y empresarios, entre otros.

“Es un lenguaje muy específico, muy de jerga policial, de fiscal, de funcionario. Esto sin yo tener información de quién es esta persona. Por eso hice la alerta pública. Ya que no puedo tener acceso a los mecanismos del Estado para ejecutar ningún tipo de denuncia, hice la salvedad pública de lo que estaba pasando”, expresó.

También activista, Escobar es fundador de RedesAyuda, ONG defensora de los derechos humanos enfocada en ofrecer herramientas tecnológicas a las personas para documentar lo que ocurre en el país, y es director de Humano Derecho Radio Estación, una difusora importante de la situación de los derechos humanos en Venezuela, así como de arte, educación y música.

No es la primera vez que el periodista recibe amenazas por parte del régimen. En 2020 tuvo que salir del país luego de haber sido borrado del sistema del Saime y de que le pusieran una alerta naranja en Maiquetía. “No solamente se me niega el derecho a la identidad, sino que también pesa sobre mí una prohibición de salida del país entre comillas”, dijo en un tuit que publicó en mayo. Actualmente vive en Orlando, Estados Unidos, desde donde se toma unas tres o cuatro horas diarias para producir sus videos, lo cual pasa por una revisión de las noticias más importantes del día anterior, la escritura de un guion y luego graba, edita y publica.

“Trato de contrastar (las noticias) con otros medios. Investigo en Twitter qué habla la gente sobre esos temas, busco lo que otros periodistas estén conversando al respecto y, cuando constato que la noticia es real, que tiene fundamento y que no ha sido manipulada para favorecer algún poder o algún grupo de personas, decido trabajarla”, explicó.

Para Escobar, algo que desmontó este tipo de contenido es la idea de que los venezolanos no querían saber nada sobre la política del país: “Es algo completamente equivocado. La gente quiere saber, la gente se quiere involucrar. Lo que no tienen es la fuente para conseguirlo. Estoy hablando contigo de El Nacional, pero entonces la gente se quiere meter en El Nacional y está bloqueado, por lo que tienes que agregar un paso más. Poner un VPN”.

“Eso ya requiere conocimiento, habilidad, tiempo, un Internet suficientemente rápido. Y como las redes sociales no están bloqueadas en Venezuela, para el usuario es más sencillo obtener la información a través de Instagram, Twitter o TikTok”, agregó.

Sus contenidos, además de estas amenazas, han sido reportados de manera masiva por bots, trols o grupos del oficialismo, por lo que TikTok ha ocultado algunos de los videos a pesar de que no hay violaciones a las políticas de la plataforma. Escobar lo que recomienda, para evadir la censura, es que los usuarios compartan, comenten o le den like a las publicaciones para que el algoritmo permita que siga apareciendo.

“En todos (los videos) sigo las reglas de las plataformas. No digo groserías, no incito al odio. Solo comparto noticias que, además, ya están investigadas por diferentes medios de comunicación. Como no estoy en el país, no tengo forma de ir al sitio en caliente y hacer la investigación yo mismo”, dijo.

—¿Hay temas en particular que sean los más reportados o atacados?

—Yo no tengo una línea editorial propiamente definida. Mi proceso es ver cuáles son las noticias que las personas necesitan saber para tomar decisiones en su vida. Las noticias más importantes del día. Pero Venezuela es tan acontecida que hay una avalancha de noticias a diario. Tengo que saber escoger cuáles son las de importancia nacional. Si bien puede haber un problema con un puente en Táchira o una carretera en Carabobo, eso no es de interés nacional. Esa información no le servirá a una persona que vive en Zulia, por ejemplo. Ahora, si el puente en Táchira está deteriorado, si la carretera en Carabobo está deteriorada, si además en Caracas hay un pedazo de calle que se cayó, si no han arreglado otra cosa en el estado La Guaira, etc, yo puedo enlazar esas cuatro o cinco noticias con el tema de que la vialidad depende del Estado y el Estado no está respondiendo a esa necesidad. Esa es mi directriz.

—¿No hay temas específicos por los que aparecen los ataques? La crisis humanitaria, por ejemplo.

—Ahorita me están atacando porque dicen que soy de oposición. Pero la verdad es que los hechos no tienen tinte político. Los hechos son los hechos. El que ha estado en el poder más de 20 años es el Partido Socialista Unido de Venezuela, primero Hugo Chávez, luego Nicolás Maduro. Han centralizado tanto el poder que casi todos los problemas del país recaen sobre la gestión de ellos, entre la corrupción, el desinterés, incluso la voluntad política de que las cosas sigan mal. Me frustra a veces porque quisiera ser más amplio con mis noticias, pero si ellos mantienen el control total del poder, qué te puedo contar. No le puedo achacar a un líder de la oposición el estado de los hospitales cuando tenemos 20 años con los hospitales vueltos nada. Eso es responsabilidad del Estado.

—¿Cuándo comienza esta forma de difundir las noticias?

—Empecé en mayo haciendo este formato en el que hablo conmigo mismo. Trato de explicar las noticias como se las explico a mi esposa. De ahí nace el formato realmente. Mi esposa no está tan empapada con el tema nacional y político del país, a veces se desconecta, pero quiere saber. Entonces durante muchos años me he sentado para explicarle, de la manera más didáctica posible, qué es lo que está pasando. Se me ocurrió hacer un video para mostrar las noticias a ver qué tal. Bueno, el video tuvo casi 2 millones de vistas en TikTok. Lo seguí haciendo y tuve 500.000 vistas, 700.000 vistas, 1.400.000. Tras esa notoriedad tan masiva comienzan a reportar los videos y empiezan a bajar las vistas. De todas formas lo interesante de lo que ha pasado con el contenido es que, a pesar de las denuncias, los números se mantienen muy altos porque la gente comparte los videos, los comenta. Porque la gente necesita la información. La gente quiere saber. Eso hace que se salte el bloqueo del algoritmo.

@melaniobar La entrevista más larga del mundo, con más de 20 años de mentiras, basado en preguntas y respuestas reales… menos la última, ellos no son tan honestos. 31 de agosto de 2023 #MelanioBar #Elecciones #Noticias ♬ original sound – Melanio Escobar

—¿Siente que la gente se vuelve a interesar por las noticias cuando se difunden de manera diferente?

—Cien por ciento. Creo que este formato reivindica lo que significa entregar información de manera divertida. Sin quitarle la seriedad a la noticia y sin ser irrespetuoso con lo que se cuenta. Es una forma más atractiva de compartir lo que otros medios ya están investigando y reportando. Pienso que es necesario. Como medios de comunicación, y me incluyo porque tengo toda la vida dentro del sistema de medios venezolanos e internacionales, tenemos que dejar el ego a un lado y entender que la forma de consumir contenido se ha expandido. La gente no solo consume televisión, radio, prensa o Internet, sino que busca informarse y educarse a través de videos cortos, didácticos y divertidos. Ya la realidad es bastante pesada como para meterse también en el celular a ponerse más peso en la espalda. Habrá quien sí lo consuma, pero hay un montón de personas que quieren enterarse sin cargarse emocionalmente de la noticia. Este formato les dio a esas personas un nicho, ese nicho que necesitaban. Estoy convencido de que los medios tienen que agregar en su catálogo formatos para distribuir las noticias de manera más dinámica.

¿Lo que aprendimos en la universidad, como por ejemplo la pirámide invertida, ya está caducando o más bien está evolucionando?

—Diría más bien que deberíamos retomar los métodos originarios del periodismo. Hacerlo basándonos en el Código de Ética del Periodista, retomar esas banderas. Estoy cansado de que se mantenga el modelo de negocio que lleva a los medios de comunicación a ser amarillistas, a buscar la primicia sin confirmar, no tener fuentes, a creer cualquier cosa que ven en Twitter y de un solo tuit hacer una noticia. Estoy cansado de ver eso. Me parece que estamos viviendo una época en la que muchos medios están utilizando el miedo y el morbo para vender, lo cual me parece sumamente triste. Porque nos estamos saliendo precisamente de lo que aprendimos en la universidad y los fundamentos de la carrera. El periodismo más bien creo que está involucionando, deberíamos volver a nuestras raíces. Lo que creo que evoluciona es la forma de la gente de consumir contenido.

—¿La censura, la progresiva desaparición de medios de comunicación, los ataques directos a periodistas, entre otros, aceleraron las nuevas formas de comunicar en el país?

—A nosotros nos obligaron: con el tema de Conatel, la ley mordaza, el cierre de medios de comunicación… Yo trabajé en el semanario Urbe y el chavismo compró la Cadena Capriles, era locutor de la 92.9 y cerraron la radio, trabajaba en Puma TV y lo compró Wilmer Ruperti. Viví en carne propia el cierre de espacios de medios de comunicación. Sé de primera mano cómo se nos obligó a los dueños de medios, periodistas y productores a reinventarnos para seguir haciendo nuestro trabajo y seguir defendiendo el derecho a la libertad de expresión y el derecho de los ciudadanos a estar informados. Nos obligaron a irnos a Internet. Antes de que todos los medios de comunicación del mundo lo hicieran por modelo de negocios, nosotros lo estábamos haciendo porque era la única forma de llevarles información a las personas. Ante el dominio y la hegemonía total comunicacional del Estado, han nacido iniciativas como el El Bus TV o Soy Arepita, que se acaba de ganar un premio en el Online Journalist Awards en la categoría Excelencia en Newsletters. Es una cosa increíble. Quizás estas personas no se hubiesen puesto a hacer eso si hubiesen tenido un ecosistema sano de medios de comunicación. Digamos que de la adversidad hemos tenido casos de éxito, pero no exime al Estado de la asfixia a los medios de comunicación.

—Muchos periodistas, como en su caso, no solo se dedican a su oficio, sino que han asumido roles como el activismo social, lo que conlleva a moverse en diferentes aguas.

—Ejerzo el periodismo antes de estudiar la carrera. Empecé a los 17 años escribiendo para una revista de distribución gratuita que se llamaba Lánzate. Hacía entrevistas a bandas, cubría eventos como el Festival Nuevas Bandas, imagínate, yo terminaría realizando un Nuevas Bandas 20 años después, nunca me lo imaginé. Mi meta fue siempre ser periodista. En 2014, cuando empieza La Salida, y el Estado empieza a matar estudiantes, a desaparecer estudiantes, a hacer detenciones masivas, yo pensaba cómo era posible que ningún medio de comunicación estuviese cubriendo dónde estaban 50 estudiantes desaparecidos. Entonces, en vez de quejarme de que nadie hacía nada, decidí hacerlo yo. Agarré mi carro, usé las herramientas que tenía, llamé a quienes tenía que llamar para conseguir información y conseguí a los estudiantes y empecé a publicar. Una tarea de un día se convirtió en cosa de años. Entendí que el trabajo del activismo no puede ser cosa de un día o cosa de cuatro tuits, sino que para que pueda haber una diferencia real era necesario institucionalizarlo: fundé RedesAyuda y posteriormente fundé Humano Derecho Radio Estación, junto a Rafael Uzcátegui, de Provea. Creo que las circunstancias te obligan a activarte. No me veo no haciendo nada. Para 2014 yo me sentía muy frustrado con la situación del país, lleno de tristeza. No veía futuro, estaba como la mayoría de los venezolanos. Cuando me involucré directamente con soluciones tangibles empecé a drenar esa frustración y comencé a ver las posibilidades de cambio con otros ojos. Mientras estás pasivo en un sofá lamentándote de lo que pasa alrededor, no hay forma de que esa percepción de tristeza y desaliento cambie. Cuando te pones manos a la obra y empiezas a construir el camino a la libertad, sientes esperanza, alivio, se te va drenando la frustración.

—En uno de sus videos critica que las plataformas prefieren los videos de gatos o perros graciosos. ¿Molesta tanto en ciertas redes el contenido que muestra una realidad como la situación humanitaria de Venezuela?

—Pero es un hecho. Esto sucedió a raíz del Mundial de Qatar. TikTok fue una de las plataformas usadas para denunciar la esclavitud laboral que se estaba viviendo durante la construcción expedita de los estadios para que estuvieran listos para el Mundial. Esto mostraba cómo los qataríes prácticamente usaban a las personas como recursos humanos y no como seres humanos. Se mostraban imágenes crudas. A partir de ese momento la flexibilidad de las plataformas de mostrar realidades sobre las crisis humanas cambió radicalmente. Ahora es menos flexible, al punto de ocultar contenidos porque da una mala imagen a los gobiernos, y estos gobiernos han presionado a las plataformas. Al final del día las plataformas se mueven por dinero, no por interés social. Son negocios que tienen que velar por sus ingresos, y a veces ese velar por los ingresos no corresponde con la necesidad de las personas sino con la necesidad de los empresarios y los poderosos. Y sí, un video de un gatico bailando puede tener 3 millones de vistas, pero un video que muestra cómo el Estado cercena el derecho a la alimentación de las personas y la desnutrición es visto por tres personas.

—¿Qué opina de que un grupo de tiktokers venezolanos se haya acercado al gobierno?

—Ese tema tiene muchas aristas. No es tan simple como decir que esos chamos se vendieron al régimen. Empecemos por el hecho de que es un gobierno que únicamente ha sabido destruir, no tiene logros para mostrar. Siempre ha tenido la necesidad de pegarse a los logros de otros para mostrarse exitoso. Lo vemos con deportistas, artistas, lo vemos con Gustavo Dudamel, lo vemos con Yulimar Rojas. Hemos visto a muchos actores, actrices, bandas, músicos, directores o deportistas que de una u otra forma han sido embajadores de la dictadura a través de su talento. Eso es algo que sucede por diferentes motivos. Hay gente de ese grupo que puede tener simpatía con el Estado y hay gente que depende del Estado para seguir ejerciendo su profesión. Por ende, no les queda de otra que salir abrazados con Maduro. Si un deportista quiere representar a la República Bolivariana de Venezuela en unos Juegos Olímpicos tiene que estar bien con Maduro. Ahora, con el tema de los tiktokers en específico una de las cosas de las que me di cuenta es que por el contexto en que realizan sus videos, la ropa que usan, la casa en que viven, hasta la calidad de los videos, puedes notar que son personas humildes. Todo se ve con un esfuerzo muy grande con la menor cantidad de recursos posible. Uno nunca sabe qué habrá pasado por la mente de estas personas. Quién sabe cuántos tiktokers habrán contactado para llevarse al programa de Maduro. ¡Vas a estar creyendo que Maduro se la pasa viendo las citas de Tinder o si anda viendo al hijo y la mamá haciendo chistes! Probablemente contactaron a muchas personas y estos son los que dijeron que sí. Quizás con la esperanza de conectar con el Estado, mejorar su calidad de vida. Peco por darles la presunción de inocencia. Quizás querían exposición ante el país y seguir creciendo en sus redes sociales. Lo que no midieron fue el costo político de salir abrazados con la persona que es responsable de una migración masiva de 7 millones de venezolanos y las condiciones precarias de casi 78% de la población.


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