En Arquitectura el espacio es un concepto fundamental. Y junto con la utilidad, la luz y la estética, construye su definición. Pero el espacio -cuando se habla de un edificio- se vive y se experimenta dentro. Gertrud Goldschmidt dominó el oficio del arquitecto y del ingeniero, a la vez que desarrolló sus propios intereses creativos a través de diferentes materiales y medios. Ahora, el Museo Guggenheim de Nueva York permite al visitante conocer y dejarse llevar por cada rincón, cada ángulo del espacio que propuso Gego en su vasta obra.
Gego: Measuring infinity (midiendo el infinito) es el título de la retrospectiva que plantea la institución neoyorquina. La curaduría estuvo a cargo de Pablo León de la Barra con el apoyo de Geaninne Gutiérrez-Guimarães. Y el escenario donde se exponen más de 200 obras de la artista de origen alemán, pero venezolana por naturalización, es la amplia e iluminada rotonda blanca que es el Guggenheim.
El arte de Gego mide el infinito en el Guggenheim de Nueva York
Gego (Hamburgo 1912 – Caracas 1994) trabajó durante su carrera temas relativos a la abstracción geométrica y el arte cinético. De ellos se convirtió en una maestra. Y, aunque su obra no es extensamente conocida, su cuerpo de trabajo constituye un legado imprescindible para el arte contemporáneo venezolano; uno que se opone a los volúmenes sólidos para perseguir lo etéreo y lo ligero a través de mallas metálicas con patrones geométricos que parecieran flotar en el aire.
Desde el 31 de marzo hasta septiembre los visitantes podrán transitar el universo que creó Gego durante su vida.
Midiendo el infinito de Gego
En las cinco rampas del museo se encuentran esculturas, pinturas, dibujos, cartas, textiles, grabados, libros de la artista, bocetos, así como fotografías de instalaciones y obras públicas. Las piezas -dispuestas en orden cronológico y temático- abarcan cuatro décadas de trabajo, desde 1950 hasta 1990.
En el primer nivel se encuentran las obras tempranas (1953-1960); seguidamente, obras de Líneas paralelas (1957-1968); luego, en el tercer nivel, el taller de litografía Tamarind con imágenes de obras públicas y ambientes arquitectónicos. En el cuarto nivel, Chorros, Troncos y Esferas (1970-1977), y, finalmente, en el quinto piso Dibujos sin papel, Bichos, Bichitos y Tejeduras (1976-1991).
De acuerdo con la curadora de la Fundación Gego, Josefina Manrique, parte de la importancia de esta retrospectiva tiene que ver con la relectura que los curadores del Guggenheim le dan a la obra de Gego tras un proceso de investigación importante. Luego, Manrique propone que es interesante vislumbrar en Gego: Measuring infinity la riqueza de géneros que abordó la artista en su trabajo artístico y cómo se implicaron unos con otros. Esto, incluso, cuando mantuvo una coherencia interna de principio a fin.
«No solamente exhiben las obras de todas sus etapas, sino que la acompañan con documentos que dan luz y prueban algunas de las corrientes críticas o de los principios en los cuales Gego basó su obra. Hay una revisión también sobre la crítica de Gego y un refrescamiento de la misma. Hay una importancia que se le da a los contextos bajo los cuales hizo su obra. Y, entonces, la sitúan también en los contextos internacionales actuales», afirma Manrique.
Según la nota de prensa del Guggenheim, Gego trabajó las formas orgánicas, estructuras lineales e investigaciones espaciales sistemáticas. Y lo hizo a través del arte cinético y la abstracción geométrica.
«Gego presentó ideas radicales a través de sus intensas investigaciones de los sistemas estructurales: la transparencia, la tensión, la fragilidad, las relaciones espaciales y los efectos ópticos del movimiento se abordan metódicamente en su singular cuerpo de trabajo. Trazando un camino artístico marcadamente individual, Gego desafió la categorización», subraya el museo.
Una obra poco conocida
De acuerdo con la nota de prensa del Guggenheim sobre Gego: Measuring infinity, la obra de la artista corresponde a una de las más importantes durante la mitad del siglo XX. Sin embargo, señala el museo, su trabajo no es tan conocido en Estados Unidos, país con el que mantuvo una estrecha relación. Desde 1959 hasta 1967 estudió y trabajó en instituciones como la Iowa State University, el taller Threitel-Gratz Co. de Nueva York, la Universidad de Berkeley en California y el Pratt Graphic Art Institute de Nueva York, entre otros.
De ese modo, la curadora de la Fundación Gego sugiere que esta oportunidad es importante para continuar con los propósitos de la institución: preservar y dar a conocer el trabajo de la artista. Además, de acuerdo con la curadora, permitirá responder interrogantes como cuál ha sido el aporte de Gego y cómo se puede ver y leer su obra en la actualidad.
«Gego fue siempre importante para el mundo de la crítica, para el mundo de la investigación, del curador entendido. Pero nunca fue una obra popular, una obra que la gente conociera extensamente ni en Venezuela ni en el mundo. Para nosotros ahora es muy importante lo que está sucediendo, porque de alguna manera es justamente llevar la obra de Gego a la significación que nosotros creemos que tiene. Y no sólo nosotros sino un cuerpo curatorial y de investigadores que así lo creen, poder valorar la extensión de su legado en relación con contextos internacionales importantes», apunta Manrique.
Luego, el curador para América Latina del Guggenheim Nueva York afirma -en un audio publicado por el Guggenheim- que parte de su misión es presentar exposiciones de figuras poco reconocidas, pero que sean realmente importantes para la comprensión de la modernidad. León de la Barra, además, enfatizó en su trabajo para exhibir la obra de mujeres artistas.
La línea: una figura infinita
La carrera de Gego -como una sucesión continua de puntos en el espacio- partió desde la arquitectura, pasando por el rol de artista y docente universitario. En 1940, un año después de llegar a Venezuela tras la persecución Nazi en Alemania, se casó con el empresario de origen alemán Ernst Gunz. Con él creó el Taller Gunz, compañía en la que se diseñaban muebles y lámparas. Pero al mismo tiempo, diseñó dos casas en Caracas: Quinta El Urape y Tulipán.
Luego, tras su divorcio en 1952, Gego comenzó su acercamiento a las artes plásticas. No fue casual que en 1953 cambiara el escenario caraqueño por uno más tranquilo, Tarma (pueblo del litoral central). Allí, apoyada de Gerd Leufert (su pareja de por vida), trabajó el arte figurativo y expresionista.
A mediados del siglo XX un movimiento artístico cobraba gran fuerza en el país: el cinetismo. Y dos maestros del arte en movimiento, Alejandro Otero y Jesús Soto, impulsaron el trabajo de Gego. De pronto, y de vuelta en Caracas en 1956, la artista comenzó a trazar líneas y trazos equidistantes hasta alcanzar el formato tridimensional en 1969.
Fue entonces, y de acuerdo con la descripción de la obra de la Fundación Gego (en su página web), cuando «con mayor flexibilidad configura espacios diferentes según sea la asociación y los enlaces de las redes, creando un universo de conexiones. De ello dan testimonio sus obras llamadas Reticuláreas, Troncos y Esferas, que caracterizan esta fase de su trabajo y por la cual es más conocida».
Las siguientes etapas artísticas de Goldschmidt fueron incluso menos rígidas: en 1976 trabaja los Dibujos sin papel. Años más tarde, la serie Bichitos. Y, finalmente, entre 1988 y 1991 trabajó Tejeduras.
Los espacios naturales de Gego
Los museos venezolanos enfrentan una crisis histórica. Desde la perspectiva del visitante, hay pocas exposiciones, muchas de ellas representativas de una ideología, salas cerradas y poco mantenimiento a las instalaciones. Además, el aspecto curatorial y museográfico de es diferente al del siglo pasado. Consecuentemente, las galerías e instituciones privadas han tomado el papel de los museos a la hora de exhibir a maestros y artistas emergentes del arte venezolano.
En todo caso, Manrique asegura que los espacios para Gego están en todas partes. Tanto en galerías como en museos. Sobre ello, destaca a la Galería de Arte Nacional (GAN). «Tiene una de las colecciones más bellas y más completas de la obra de Gego».
«Ese es un espacio para Gego natural. Y no solamente tiene una muestra importante de obras a lo largo de toda su trayectoria, tienes la obra más icónica que es la Reticularia. Esos son espacios naturales para la obra de Gego: Museo de Bellas Artes, la Galería de Arte Nacional, el Museo Arte Contemporáneo de Caracas. Son museos con los que Gego colaboró durante su vida y con una muy estrecha y cercana relación. Esos son sus espacios más cercanos, allí está una buena representación de su obra», apunta.
Y es que piezas de Gego se encuentran en otras latitudes. Por ejemplo, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, el Museum of Fine Art, Houston, Tate Modern de Londres, Museo Reina Sofía, Madrid; Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, el Chicago Art Institute y la Librería Pública de Nueva York.
El universo se expande
Antes de presentarse en el Guggenheim de Nueva York la muestra había pisado suelo mexicano. Específicamente, en la Fundación Jumex en Ciudad de México más de 120 obras de Gego conformaron la retrospectiva que estuvo abierta al público entre octubre de 2022 y febrero de este año.
Pero incluso antes de México, el Museu de Arte de São Paulo, Brasil, presentó más de 150 obras de Goldschmidt en la retrospectiva Gego: a linha emancipada. En esta exposición (de finales de 2019) participó el curador León de la Barra.
Sin embargo, Manrique recuerda que esta retrospectiva estaba pautada para exhibirse en Nueva York antes de 2020. Sin embargo, la pandemia la puso en espera. Sobre el tiempo que pasó la curadora apuntó que no hay retardos ni adelantos.
«Yo creo que es un proceso que llega en el momento debido. Es un proceso que ha ido creciendo en relación con la obra; ha ido eso penetrando y creciendo de la mano de los museos, de galerías, curadores, coleccionistas y de público hasta llegar a donde tiene que estar. Y creo que la obra de Grego va a estar en un lugar prominente siempre de ahora en adelante», agrega.
Una vez que termine la exposición en Nueva York, Gego: Measuring infinity pasará al Museo Guggenheim de Bilbao, España. Y, acota Manrique, en la Fundación Gego esperan que puedan abrirse otros circuitos europeos para la retrospectiva.
Por otra parte, la directora de la Fundación Gego, Aixa Sánchez, adelantó que se encuentran trabajando en un catálogo razonado de la obra de Gego que contendrá más de 400 piezas. Serán 10 volúmenes y próximamente publicarán el primero de ellos. Este catálogo razonado será el segundo en la historia del arte venezolano; el primero pertenece al artista Oswaldo Vigas.