En junio de 2018 la vida de la cantante venezolana Mariana Vega dio un vuelco de 180°: se convirtió en mamá. Desde entonces, se concentró es su nuevo rol. Quería estar con sus familiares y amigos y dedicarse de lleno en la maternidad al menos durante los primeros dos años de su bebé. “Ahora es que empecé a sentir ganas de sacar música”, dice desde Miami, la ciudad que fue su base desde 2010. Hace dos semanas publicó la balada “A plena luz”, su primer tema desde 2017.
La canción, explica, trata de una pareja que, en medio de la rutina y el ruido de lo cotidiano, se pierde. Y, cuando se detienen a ver con atención, se dan cuenta de que la relación no funciona. Podemos cerrar la boca y fingir de nuevo un beso / perdernos como siempre entre la multitud / en la oscuridad guardar las grietas que se ven a plena luz.
La letra la escribió con su productor Julio Reyes Copello, quien ha trabajado con Ricky Martin, Marc Anthony, Mau & Ricky, entre otros, y es además el dueño de la casa discográfica que la firmó, Art House Music. Se conocieron después de que grabó su segundo disco, Mi burbuja (2013). Estaba buscando alguien para coescribir sus canciones y con él encontró la afinidad que necesitaba. Luego de vivir entre México y Miami, además de no sentirse cómoda con la disquera Seitrack, la decisión de cambiar de sello fue sencilla.
Cuenta con arreglos interpretados por la Orquesta Filarmónica de Praga, una agrupación con la que Copello ha trabajado en varias oportunidades, y que grabaron por la aplicación de videoconferencias Zoom. “Me hubiese encantado poder ver la grabación en vivo, al menor pudimos verla en video. Son músicos con muchísima experiencia y el profesionalismo se nota en la velocidad y lo preciso de su trabajo”.
Preparan, además, un videoclip que fue grabado en Miami con un grupo de personas muy reducido en un estudio. “Todos con máscara y distancia social”, detalla. “No teníamos planeado una producción muy grande, así que no fue tan complicado. Creo que después de 8 meses o más de pandemia, ya nos hemos ido acostumbrando un poco”.
Y aunque “A plena luz” fue escrita antes de la pandemia, fue en el confinamiento por la pandemia de covid-19 donde encontró lugar su publicación. “La cuarentena nos ha obligado a muchos a reflexionar y a revisar nuestras relaciones, por eso me pareció un buen momento para sacarla”, indica.
Antes no se sentía preparada para lanzar música, su hijo es lo primero, no quiere sacrificar el tiempo que puedan estar juntos. Dice que no extraña viajar, mucho menos las giras. Durante el confinamiento, aprovecha el tiempo en familia. “He estado con mi hijo, jugando y viéndolo crecer, mientras esperamos poder volver a la normalidad. Por nuestros trabajos siempre hemos viajado mucho, y la verdad es que le hemos perdido el gusto a estar lejos de casa”.
—¿Qué significa para ti volver a escena?
—La música siempre ha sido una forma de terapia mí. Es mi desahogo, es mi espacio. Regresar a hacer música me tiene feliz, pero no lo es todo. Es una motivación más. Siempre he dicho que haré música hasta que ya no me haga feliz, sea como cantautora, compositora, o enseñando. En este momento quiero componer y sacar canciones, pero quizás más adelante quiera hacerlo desde atrás del escenario.
—Desde tu última producción, que fue el EP Te busco, publicaste algunas canciones como “Cámara lenta” (2016) , “La marea”, “Sentado” (ambas 2017) ¿Tienes planificado algún álbum de estudio?
—Por ahora no hay planes de un álbum. Sacaré canciones como y cuando vayan naciendo. Nuestras vidas han cambiado mucho este 2020, y el contenido es lo más importante. La gente necesita música, necesita TV, necesita distracción y compañía. Los músicos podemos hacer eso sin atarnos a un cronograma de álbum completo.
—La industria musical ha marcado una dinámica de trabajar en base a sencillos y tener siempre material. ¿Qué piensas sobre esto? ¿es la forma en la que quieres trabajar?
—No atarme a un disco me gusta, pero tampoco estoy pensando en sacar una canción por mes. Es un ritmo al que no me puedo comprometer. Iré a mi propio ritmo, mientras me lo permitan.
—¿Cuándo fue la última vez que te presentaste?
—Mi último concierto fue en Miami, en 2017. Pero el concierto que realmente me hace extrañar el escenario fue el último en Caracas, en 2015. Fue la gira de Mi burbuja en el Teatro Chacao. Ese concierto ha sido mi favorito.
—Seis años después, ¿Cómo crees que ha incidido haber ganado como Mejor Nuevo Artista en el Grammy Latino?
—Me abrió y me abre muchísimas puertas. Pudimos hacer la gira de Mi burbuja por Chile, Argentina, México, Canadá y USA, gracias a ese premio. Componer para otros artistas, o llegar a trabajar con Julio, todas esas oportunidades se dieron gracias al Grammy. Es un reconocimiento que te entregan tus colegas, y eso ayuda a creer en uno mismo también.
—¿En algún momento te propusieron componer para otros artistas?
—Lo vengo haciendo desde hace varios años ya. Me encanta. Me permite ponerme en los zapatos de otra persona, hacer música que normalmente yo no haría, jugar con otros ritmos y escribir para voces con rangos diferentes al mío. Es algo que me he disfrutado muchísimo. He escrito para Anahí, para Christian Castro, para Malú entre otros.
—Leí en una entrevista que darás clases de composición en Miami Art House Academy ¿Cómo te aproximas a la docencia?
—Eso me tiene muy ilusionada. Es un programa de un año en el que cinco talentos emergentes estarán estudiando en Arthouse desde producción musical, marketing, composición y performance. Mas allá de enseñarle a alguien a componer, queremos ayudarlos a crear su propio estilo y desarrollarlo. No quiero que todos aprendan a componer y suenen igual. La idea es descubrir las diferencias de cada uno, y resaltar esos detalles que los hacen únicos en su manera de componer y de interpretar su trabajo.
—A partir de ahora ¿qué quiere Mariana Vega musicalmente hablando?
—Quiero hacer solo música que me haga feliz. Quiero hacerla con gente que admiro y disfrutarme el proceso de creación, porque yo decido cuándo y cómo sacarla. No tengo presiones de disqueras ni managers. Eso es bueno, pero también puede ser malo. Bueno por la libertad, pero malo porque a veces me distraigo y hace falta que alguien me empuje un poquito. Vamos a ver cómo me va.